martes, 29 de abril de 2008

Inmigración y delincuencia

En nuestra sociedad, por desgracia, existe el recurrente tópico de asociar la inmigración con la delincuencia. En los últimos datos del CIS se establece que el 60% de la población relaciona la inmigración con la delincuencia. Existe un prejuicio en este sentido de una honda raigambre social. Sin embargo, hay un artículo muy interesante de Daniel Wagman que se encarga de revelarnos cuan sesgadas están las percepciones sociales sobre el tema.

Primero, hay que poner en cuarentena los datos oficiales sobre la delincuencia. Tan sólo se computan los delitos denunciados, luego hay de entrada un sesgo. La evasión fiscal es tan delito cómo el desvalijar una casa, pero sólo consta la última. Segundo, las estadísticas de detenciones por delitos y faltas incluyen una trampa administrativa. Del total de detenidos en 2001, por ejemplo, la mitad fueron inmigrantes. Pero de esa mitad, alrededor de su mitad fueron detenidos por delitos y faltas, mientras que el resto fueron detenidos por estancia ilegal. Luego, los detenidos sobre el total son el 28% de origen extranjero. Y de este porcentaje, alrededor del 60% se puede considerar residente en España (con o sin permiso) y el resto son turistas o itinerantes.

Por lo tanto, el 17% de los detenidos son inmigrantes residentes legal o ilegalmente en España. Pero pensemos por un momento en lo que denominamos en ciencias sociales la relación espuria. La posibilidad de que haya un elemento oculto que explique la asociación y no la hayamos tenido en cuenta. Hay una correlación muy intensa entre tener entre 20 y 30 años para cometer un delito y da la casualidad de que casi dos tercios de la población inmigrante residente en España tiene tal edad. Del mismo modo, y aunque puede ser discutible, también hay una asociación intensa entre niveles de pobreza relativa mayores e inmigración. Aunque no hay una perfecta asociación entre delito y pobreza, si la hay en determinados tipos de delito. El robo, por ejemplo, que es el que consta en las estadísticas oficiales se asocia intensamente a la pobreza. El caso Gescartera no tanto.

Pero aún podemos ir más allá. La inmigración residente en España es de carácter enormemente diverso y no es posible agrupar de modo creíble a la población residente en el mismo saco. Sin embargo, es considera por la autoridades cómo un colectivo (?) de riesgo y es sometida a mucha más vigilancia y control. Y por ello (no porque necesariamente cometan más delitos, sino porque los cazan más que a los autóctonos) aumentan sus niveles de detención y encarcelamiento. De modo que termina siendo una especie de profecía que se autocumple.

Creo que esta tesis es lo suficientemente consistente cómo para que denunciemos públicamente los intentos de asociación entre la inmigración y la delincuencia. La que hacen los medios de comunicación, y los propios partidos políticos buscando sacar partido del miedo. La mayoría de la ciudadanía (de aquí o de allí) cumple las leyes. No nos debemos dejar manipular por los que quieren sacar partido de la división, la xenofobia y el miedo en la sociedad. Eso sí que tendría delito.

viernes, 25 de abril de 2008


La Carta

La diferencia entre lo clásico y lo antiguo es que, aunque ambos puedan venir de muy atrás en el tiempo, lo clásico nunca pasa de moda. Pasa con los trajes negros, con las grandes obras de música y literatura, con la tortilla de patata. Nunca te amargan y siempre, aunque sea adaptándose a los tiempos, terminan trayéndonos la misma belleza, los mismos conflictos… Seguimos siendo los mismos por más que pase el tiempo.

Hay algo de una belleza singular que, aunque se está perdiendo, quería hoy traer a colación. Me refiero a la carta. Virtud de las nuevas tecnologías, los correos electrónicos las han ido sustituyendo. Hemos llegado hasta el punto de que las cartas hoy sólo sirven para recibir facturas y promociones de descuento. Ya no hay nada personal en el género epistolar. Pero, si por casualidad, un día recibimos una, nos hace una ilusión infinita. Siquiera una postal ya es suficiente. La acogemos en nuestro regazo como una naufraga en la marea de Correos. Como si fuera el hijo pródigo. No sólo porque implica que alguien ha pensado en nosotros para contarnos algo, quizás darnos cuenta de un viaje o de una amor secreto. Es porque lleva una magia muy personal impresa en ella. Escrita de puño y letra, en cada palabra ha quedado plasmada una parte del corazón de quién la envía. Puede ser con una caligrafía amplia y generosa, pero a veces con la retorcida letra de un doctor en medicina. El descifrarla es parte de la emoción.

La carta ya huele a algo especial. El sobre, que en las facturas rasgamos sin ningún miedo, aquí se convierte en una hermosa crisálida. La abrimos con gran cuidado, como si fuéramos una partera. Sabemos que la carta volverá a depender de ese sobre para no perderse, como un hijo depende de una madre para hacerse hombre de provecho. ¿Será bueno o malo? El sobre oculta con celo su contenido. Sólo es escueto remitente te hace una idea de por donde irán los tiros. Algunas de las más grandes historias se han narrado en una carta. Las mismas que surcaban distancias increíbles de un lado al otro de la vieja Europa, las que visitaban a los indianos de ultramar, las que concertaban las audiencias con el Mikado y matrimonios en la India. Donde se ha hablado de fe, de amor, de conspiración y guerra, de cariño y añoranza, de rentas y riquezas… Las que nos han acompañado desde que la escritura nació. El ansia de contar las cosas, pero de un modo más sofisticado. La carta es expresión en estado puro.

Hoy tenemos muchas maneras de comunicarnos. Una tarde en el MSN, un correo electrónico, una llamada de teléfono. Son rápidas y eficientes. Contamos las cosas con inmediatez. Es la Edad de la Comunicación y hay razones para alegrarse. Pero, sigue siendo muy curioso. Cuando entre el montón de facturas que te trae el cartero ves un sobre diferente, a tu nombre, hay un escalofrío de sorpresa y emoción. Menos estilizada que las otras cartas, con una caligrafía más torpe, la miras de arriba abajo y la rescatas del montón. Hay una magia que te atrae, porque parece que instintivamente sabes que la otra persona ha tenido ese mismo papel en sus manos, ha escrito lo que lees de puño y letra. Y terminas devorando su contenido con la pasión que nos atrae, como la gran música y la literatura, a las hermosas obras del ser humano.

lunes, 21 de abril de 2008

Seguridad energética

Uno de los muchos debates que se plantean en términos de seguridad nacional hace referencia al debate sobre la seguridad energética. En un mundo en que los combustibles fósiles tienden a ser cada vez más escasos, el garantizar el suministro de energía a un país se vuelve más complicado. Un ejemplo es la situación de España que se ve obligada a comprar electricidad a Francia y a adquirir gas proveniente de Argelia. Del mismo modo, la mitad de Europa depende de los oleoductos rusos para su aprovisionamiento energético. Poderoso resorte en manos de un demócrata convencido como es Putin. No en vano, el ex canciller alemán Schröder trabaja hoy para la rusa Gazprom. Si la energía es lo que mueve la economía de un país: ¿Cómo conseguir un aprovisionamiento sostenible y suficiente? Un reto.

La sostenibilidad pasa por buscar aprovisionamiento a través de energías renovables no contaminantes. A lo largo de los últimos años se ha optimizado el uso de combustibles fósiles para que sean más aprovechables (sobretodo desde la crisis del petróleo de los 80) y se ha incentivado el ahorro energético. Del mismo modo, se ha diversificado hacia otras energías como es el propio gas, y se ha expandido la instalación de generadores eólicos y placas solares. Es positivo, pero la tecnología no está lo suficientemente desarrollada cómo para ser competitivo. Ahora bien, es cierto que la particular orografía de nuestro país nos ayuda a su desarrollo. Hay muchas horas de sol al año y hay zonas montañosas y costeras donde hay corriente más que suficiente para energía eólica. Del mismo modo, la energía hidroeléctrica y de biomasa tienen potencial.

En lo que sí que disiento es en el cierre de centrales nucleares. Es cierto que genera unos residuos que son de difícil eliminación, pero lo cierto es que genera energía en grandes cantidades. Y al menos, cómo vía de transición hacia fuentes alternativas, el uso de energía nuclear no debería descartarse. No es algo que digo sólo yo, sino que incluso voces provenientes del ecologismo (Cómo James Lovelock, creador de la teoría “Gaia”) consideran que la energía nuclear tiene una vertiente positiva. Es decir, que aunque no es una energía que sea todavía sostenible (si no desarrollamos la fusión) bien cierto es que al menos, es útil para la suficiencia energética.

Sobre el propio sector, España es un país que optó durante mediados de los 90 por una privatización de varios sectores claves, entre ellos el energético. Una medida que es más que criticable. Primero, porque la privatización sólo fue parcial, pues se mantuvieron contactos entre el poder político y el empresarial. Segundo, porque no ha tenido una traducción directa en beneficio del consumidor (hay un oligopolio en la práctica y la energía la sigue subvencionando el Estado). Y tercero, porque nos pone en desventaja frente a otros países. EON está participada por el estado alemán, EDF, por el francés… y el sector español, despiezado, sometido a presiones desde el poder con operaciones turbias (la famosa OPA) es devorado desde fuera. Somos un poco primos. Y sin participación del Estado, si la industria y el sector energético pasa a estar controlado desde fuera (cómo ya ocurre según el sector) no podemos esperar una garantía de nuestros intereses.

Considero que el sector público se tiene que poner las pilas, no sólo comprometiéndose con el cambio de modelo energético, sino también participando en el de forma activa.

viernes, 18 de abril de 2008

La guerra del agua

Similar a cuando se derogó el Trasvase del Ebro en el PHN aprobado por el Partido Popular, en estos días ha vuelto a estallar la guerra del agua. He empezado a seguir esta polémica un poco tarde, en parte porque esperaba que fuera un debate más técnico que político. Pero como en este país no perdemos una sola oportunidad de estar a la gresca, el asunto del trasvase (mini trasvase, aportación puntual de agua) a Barcelona ya enfrenta a partidos y gobiernos de comunidades autónomas. No quiero entrar sobre el fondo de la cuestión, sobre la que no tengo más conocimientos que los que circulan por la prensa. Quiero hacer una reflexión un poco más de fondo.

El agua potable es un recurso escaso y requiere de una gestión integrada y sostenible. En España, dada la gran diversidad de nuestra orografía, hay importantes desequilibrios territoriales. Las cuencas del Norte no presentan nunca problemas de abastecimiento, mientras que las del litoral mediterráneo suelen tener déficits periódicos. He aquí el primer reto. Esta diversidad, requiere de una gestión política hecha con encaje de bolillos. Ello es así porque las competencias sobre cuencas hidrográficas se han transferido a las CCAA en muchos estatutos de autonomía. Así pues, lo que se debería es buscar un sistema articulado que permitiera multilateralmente la gestión de las cuencas más visibles y eficaces. Y se echa de menos un Senado con capacidad para canalizar acuerdos en materia de agua. Una gestión que pase por el acuerdo entre las CCAA afectadas por las diversas cuencas. Así nos ahorraríamos pactos bilaterales y propuestas peregrinas. He aquí el problema, faltan mecanismos de coordinación.

Pero además, tenemos que pensar que la gestión del agua debe orientarse de una manera sostenible. Esto pasa por varias cosas. Primero, minimizar el impacto ambiental e incentivar el ahorro de recursos hídricos. Grandes infraestructuras no son la solución, mejorar los sistemas de regadío es más útil. Segundo, aprovechar el potencial de las desaladoras para conseguir agua barata y en cantidades ingentes. Aún no están a pleno rendimiento, pero que duda cabe que con desaladoras y acuíferos, Baleares o Canarias son autosuficientes (con población flotante, cómo en el litoral). Y tercero, una gran reforma de la agricultura para que se adapte al medio. Si no es sostenible que se plante huerta porque no hay agua, que se recurra al cultivo de secano. Empezar a plantearse estas cosas es hablar de buscar una solución al problema del agua. Cooperación y gestión estructural.

Sobre el mini- trasvase a Barcelona, entiéndase que va encaminada a garantizar la suficiencia de agua de boca en la ciudad y es ante una situación de emergencia; aún no está la desaladora operativa y hay sequía. Una solución puntual. Pero agitar demagógicamente el debate del agravio es ciertamente irresponsable. La medida podrá ser mejor o peor (no conozco muchos detalles, todo es discutible). Pero creo que podemos estar de acuerdo en que hablar de ciudadanos de primera y de segunda es sacar los pies del tiesto. Instrumentalizar el agua es un flaco favor a los ciudadanos. Mejor será que creemos instrumentos de cooperación multilateral entre CCAA para su gestión. Que busquemos soluciones estructurales al problema del agua. Todo lo demás es escurrir el bulto.

lunes, 14 de abril de 2008

El nuevo Gobierno

Hoy han jurado su cargo ante el Rey los nuevos ministros de la segunda legislatura de Zapatero. Los nombres ya son conocidos (bueno, quizás no los de pila) y ya ha corrido tinta sobre ellos. No quiero en esta entrada ser reiterativo respecto de lo que ya han dicho los periódicos, sino que quiero subrayar algunas cuestiones que pueden pasar desapercibido si no reparamos si solo nos fijamos en los nombres.

En principio, el Presidente del Gobierno fijó dos elementos cómo base. Primera, respecto de la estructura ministerial, que esta vendría orientada en base a objetivos y que las personas serían fijadas a posteriori. La segunda, la garantía de la continuidad en las dos vicepresidencias (Economía con Pedro Solbes y Presidencia con De la Vega). Los tres objetivos principales iban a ser el crecimiento económico basado en la innovación, la igualdad entre hombres y mujeres y la lucha contra el cambio climático. No quiero centrarme en las carteras que cambian de manos, sino en sobretodo, el reajuste competencial y los nuevos ministerios. Porque, más allá de las personas y su capacidad de gestión, el qué gestiona cada uno da una idea de las prioridades políticas que fija un ejecutivo.

Quiero comenzar alabando la idea de la creación de un ministerio de Ciencia e Innovación (Dirigido por Cristina Garmendía) que pasa por primera vez a tener bajo su control la política de Universidades. Es necesario dar un impulso al desarrollo científico de España, a la cola de Europa y conectar el I+D público y el privado (El peso real hoy día lo sostiene casi por entero el público). Es un paso valiente que puede funcionar. Recordad que ahora este ministerio gestionará las becas universitarias. Educación, de Cabrera, había quedado coja así que se le asignó política social y deporte. Un ministerio que gestionará de manera integral desde la Ley de Dependencia a la extensión de la educación de 0 a 3 años.

Pero fijaos en la paradoja. Pese a que el Cambio Climático se argumentaba cómo un objetivo de esta legislatura, el Ministerio de Medio Ambiente (creado por Aznar en 1996 a recomendación de la UE) desaparece como autónomo. Y es absorbido por Espinosa en Medio Ambiente, Rural y Marino. Agricultura y Medio Ambiente juntos será difícil de gestionar, por tener intereses a menudo contrapuestos. Y está claro a quién se va a priorizar, a vista de que Espinosa, que es la que se queda, viene de Agricultura. Algo que me gustaría que alguien me explicara es las competencias que tendrá el Ministerio de Igualdad. Dudo mucho que la Ley contra la Violencia de Género y la Ley de Igualdad de para crear un ministerio independiente. Las políticas de igualdad de género son importantes, pero se las espera más transversales. Quizás venga algún proyecto legislativo importante por este lado… Ya veremos, pero tengo mis dudas de entrada.

Sobre algunos cambios en carteras, estoy receloso sobretodo por dos. Primero, que Chacón vaya a Defensa dada su escasa experiencia de gestión. Aunque es un titular muy bonito una ministra de Defensa mujer y embarazada (hay mujeres más preparadas que ella para ser ministras de Defensa), parece claro que no habrá grandes planes de modernización de las FFAA. Pero mucho ojo, porque también desde aquí se gestiona el CNI, crucial para la lucha contra el terrorismo. No podemos permitirnos la mala gestión de Inteligencia. Y mi segundo recelo para Miguel Sebastián en Industria (sustituyendo al peor ministro de la historia de España). Un contrapoder que estuvo detrás de algunas operaciones turbias de la Oficina Económica de Moncloa en contra del parecer de Solbes. No hay duda de que el vicepresidente y Sebastián tendrán más de un roce en el Consejo de Ministros. Por cierto, añadir que dejar a Bermejo y a Álvarez en el gobierno, con el desgaste que llevan, no se yo si es buena idea. Y ha Caldera se lo ha cepillado Zapatero sin remisión, desde luego. Bambi tiene más de killer de lo que parece.

En todo caso, habrá de verse cómo se orientan las políticas esta segunda legislatura. Porque habrá que saber gestionar un tiempo, la verdad, nada esperanzador.

La bandera tricolor

Si alguien se acerca por la Facultad hoy, 14 de abril, y se pasa por el patio descubierto de Jaume I, verá colgado de una balconada una gran bandera tricolor. Rojo, gualda y morado ondean en la conmemoración del 77 aniversario de la proclamación de la II República Española. Cuando la he visto, me he quedado reflexionando unos instantes: ¿Qué implicaciones tiene este símbolo? ¿Por qué todavía es un referente histórico identificado con la izquierda? ¿Qué diferencia (si lo diferencia) a cualquier otro símbolo pre-constitucional, por ejemplo, una bandera con el aguilucho? Quizás sea una reflexión que habría que hacerse en el plano de lo normativo, de las ideas.

Los orígenes históricos de la bandera tricolor se ubican en la Constitución de la II República, en el título preliminar, dentro del artículo 1º. En el mismo que se reconoce a España como una República democrática de trabajadores de toda clase, que se organiza en régimen de Libertad y de Justicia, y se fija que la bandera de la República Española es roja, amarilla y morada. Las razones de la inclusión del morado viene de buscar la representación en la enseña nacional del pendón de Castilla, que erróneamente se asimiló con el morado que se decían portaban los Comuneros. El escudo, evidentemente también cambió y se sustituyó la corona por una fortaleza. Tras la guerra civil, los colores volvieron a ser los tradicionales si bien el águila imperial abrazó el escudo de España con la consigna de “Una, grande y libre”. Por lo tanto, hay al menos tres enseñas distintas que han representado a España en el pasado siglo. Y no sorprende la pervivencia de la efímera bandera republicana si pensamos en todo lo que acarreo la Guerra Civil a este país. La izquierda represaliada opuso la bandera republicana al régimen ilegítimo nacido del alzamiento del 18 de julio.

Hoy día se tiende a equiparar a los dos bandos de la contienda civil cómo iguales, ninguno con mayor razón que otro. El llamado “revisionismo”. Sin embargo, yo disiento porque la República era un régimen legítimo, nacido de la soberanía popular y el franquismo era un régimen ilegal golpista. Es evidente que la República no era una panacea cómo sistema político (frecuentemente idealizada), que había anti-sistema de izquierdas (Anarquistas, comunistas o incluso, socialistas) que acometían acciones ilegales (asesinato de religiosos, terrorismo…) y que se hicieron atrocidades por ambos bandos. Pero no podemos confundir la legitimidad de un régimen con la praxis de los incontrolados. Después de todo, fueron los liberales y los republicanos moderados los primeros en caer, perseguidos por ambos bandos. El régimen republicano era legítimo, si bien deficiente en integrar a todas las sensibilidades políticas. Por supuesto, esto último es negativo si vivimos en democracia. El régimen de Franco era ilegítimo a la par que represivo. Luego no se puede equiparar el ondear una bandera republicana y una franquista.

¿Y por qué siguen apareciendo banderas republicanas? La razón es que la republicana propone una alternativa democrática y legítima a la presente forma de organización del Estado. Por el contrario, la franquista niega la democracia como forma de gobierno. No considero que se pueda afirmar que la bandera tricolor niega la legitimidad del régimen actual, y es un error pensar en esos términos. Porque, con muchas deficiencias y trampas en la transición, España es un modelo democrático homologable. Refrendado popularmente. La bandera tricolor puede ser la expresión de una legítima aspiración en la forma de organización de España, no la negación del régimen constitucional. Es bien cierto que se puede criticar la legitimidad de una democracia nacida del franquismo frente a una nacida desde el pueblo. Pero no podemos olvidar cual ha sido la que ha tenido una mejor fortuna. Por todo lo demás: viva la República.

viernes, 11 de abril de 2008

La unidad de los partidos

Cuando uno echa un vistazo a la situación interna del PSOE y del PP, se queda sorprendido por lo paradójica que resulta. Hace 8 años nos hubiéramos sorprendido si nos dijeran que los socialistas iban a tener un liderazgo tan centralizado y los populares iban a estar enzarzados en luchas internas. Lo que invito es a reflexionar sobre que es lo que hace que los partidos estén más o menos controlados desde la cúpula. ¿Qué ha cambiado? ¿Qué factores influyen, sean internos o externos?

En primer lugar, decir que un partido es una organización. Por lo tanto, lo que busca es maximizar sus objetivos (ganar elecciones y gobiernos) a la par que asegurar su supervivencia. Para lograr el primer objetivo hacen políticas, campañas, propuestas, etcétera. En España sabemos que, tras el ejemplo de la UCD, los electores penalizan electoralmente a aquellas formaciones políticas que están divididas, o más exactamente, las que muestran a la opinión pública tales divisiones. Esto es en cierta medida una herencia de nuestra cultura política (adoramos las jerarquías). Por lo tanto, y aunque pueda ser contrario a la democracia interna, los partidos tienen todos los incentivos para estar lo más unidos posible cara al electorado, así cómo buscar la espita de la división en el adversario. (No en vano, PRISA se frota las manos con el forcejeo de Madrid)

Dicho esto, habrá que pensar en factores que generen que exista la división en los partidos. Hay una serie de factores internos. Por ejemplo, el liderazgo de la cúpula y su ejecutiva. ¿Ha sido elegido el lider por cooptación o en un congreso del partido? ¿Ha integrado a las diversas ramas territoriales? ¿Hay un equilibrio entre vieja y nueva guardia? En el caso del PP, Mariano Rajoy fue elegido digitalmente por Aznar, sin debate interno. De modo general, se plateó la continuación con los miembros de la ejecutiva antigua, aunque progresivamente se fueron incorporando nuevas caras (Escudero, Elorriaga…) El caso del PSOE ha sido el inverso. Victoria por la mínima de Zapatero, con una renovación casi total de la ejecutiva. Por supuesto, ambas situaciones tienen ventajas e inconvenientes. A veces, una excesiva renovación hace perder a activos políticos importantes. Aun así, es evidente que una elección por cooptación hipoteca mucho más tu labor cómo líder.

Aún así, hay factores externos que son cruciales ¿Estoy en el poder? ¿Y dónde lo estoy? Es evidente que la sucesión de Rajoy se hizo pensando en el continuar en el poder y el tiro le salió por la culata. La victoria del 14-M dio a Zapatero la autoridad para controlar a los barones regionales (Ibarra liquidado, Bono inutilizado, Chaves comprado). Y ahora son los barones (más la lideresa) los que parten el bacalao en el PP. Desde luego, se cumple la máxima de González de que cuando se está en el poder “el que se mueve no sale en la foto”. Jamás ha tenido ningún líder del PSOE tanto poder cómo Zapatero. Véase la prueba de que pone y quita candidatos (a Madrid, a la Comunidad Valenciana…) con las manos libres. La victoria electoral ha permitido que se confirmase así que la renovación la puede gestionar él. Mariano, mientras, hizo malabares entre distintos sectores, sin casarse con nadie. Intentó pluralizar apoyos, pero la última derrota electoral ha hecho abierta pugnas internas. Y sobretodo, por las ambiciones de grupos mediáticos y sátrapas madrileños.

martes, 8 de abril de 2008

El discurso público y los medios de comunicación

Cuando, en este país, los ciudadanos nos ponemos a debatir sobre cuestiones políticas, suele pasar que nos encerramos en compartimentos estancos de opinión. Que, en el fondo, los discursos no se construyen para el compartir y contraponer puntos de vista sino que se construyen de espaldas unos a otros. Deliberar es una palabra que hace referencia a “liberarnos” de prejuicios y opiniones a priori para empalizar con la postura de quien tenemos en frente, asumiendo que quizás el otro también pueda tener razón.

Lo que deberíamos interrogarnos es sobre cómo se construye el discurso político en nuestra sociedad. Si sabemos que el emisor es el cargo electo, no cabe duda de que hay un gestor único; los medios de comunicación. En nuestro país, el sistema de medios se caracteriza por ser propio de un país mediterráneo. Predominan poderosos grupos mediáticos, alineados con partidos y corporaciones financieras. Y se vinculan estrechamente con el poder político para conseguir su favor en la concesión de licencias, financiación… Es conocido que el poderoso grupo PRISA nació al calor de la línea directa entre el ministro de educación franquista y Jesús de Polanco, propietario de la editorial Santillana. Hoy nadie ignora el auge de Mediapro al auspicio de La Moncloa, o la alianza de hierro entre El Mundo, la COPE y el PP madrileño. De la misma manera, nos encontramos con una forma de hacer periodismo sobretodo desde la tertulia y la opinión (con tertulianos a sueldo de partidos). De modo general, el periodismo combativo o independiente ha tendido a difuminarse en el marasmo del clientelismo partidista. La investigación sólo es útil si sirve para desprestigiar al contrario.

Los ciudadanos tendemos, en función de nuestra ideología, a segmentar nuestro consumo de medios de comunicación. Todos sabemos que se sea de la tendencia que se sea, se tiende a seleccionar líneas editoriales que refuercen nuestros planteamientos ideológicos. Que filtran la información acorde con nuestras ideas pre- concebidas. Ello, es positivo y negativo a la vez. Es positivo porque hace que no haya “volatilidad ideológica”, permite al ciudadano identificar con claridad una valoración sobre los temas de la agenda acorde con su visión de la vida. Pero es negativo, porque refuerza la exclusión de las valoraciones contrarias a nuestras opiniones, y así, nos instalamos en una suerte de lucha de facciones. Algo muy a la española. El negar siempre la mayor al contrario, manejando discursos que no admitan ambigüedades. Yo tengo razón y tu no.

No achaco la culpa al ciudadano, porque el ciudadano de a pie sólo puede incidir en el discurso público muy parcialmente (y sesgadamente) a través de los sondeos de opinión. La crítica es a los medios de comunicación y a las élites políticas. En sus alianzas, en busca de poder y dinero (que viene a ser lo mismo) nos encontramos con que se construye un discurso público radical, excluyente y sectario de la cosa pública. Se edifica sobre la opinión y no sobre los datos. Desde el poder y no desde la independencia. Hay un puñado de periodistas que luchan por salir de esta dinámica, pero se los margina o excluye, porque el sistema tiene sus normas y quien se mueve, no sale en la foto. Termina todo siendo un ciclo que vicia la convivencia en la sociedad democrática y que cierra la puerta a la posibilidad de una sociedad construida sobre la deliberación.

miércoles, 2 de abril de 2008

Una vida en Plata

Muchas veces me he hecho la pregunta de si seré capaz de pasar toda mi vida con una persona. En pareja. ¿Tan poderoso es el cemento del amor que puedes estar dispuesto a compartirlo todo (incluso los genes) con una persona? ¿De verdad eso no se agota nunca? Un amigo mío dice que el amor no dura más de dos años y que el resto, es cariño. Pero sin embargo, hay parejas (quizás, cada vez menos) que duran más de un par de años. Y, es cierto, no todas las parejas se aman. Sin embargo, hay algunas que, incluso con sienes canosas, aún respiran amor en sus acciones. O falla algo en la teoría o falla algo en las personas.

Hay una historia excepcionalmente inspiradora que me hace pensar que, aunque se vacile a veces, eso del amor debe existir. Hubo una vez un joven de La Rioja que, junto con otros compañeros, bajó a la Bahía de Cádiz a estudiar formación profesional. De familia sin dinero (cómo la mayoría de entonces) se decidió a hacer fortuna en donde “El Dorado” de Astilleros era garantía de sustento. Allí, en una parte borrosa del cuento, parece ser que conoció a una nativa “liberal” para la época; de aquellas que tocaban la guitarra, luchaban contra el franquismo y llevaban minifalda. Todo indica que se enamoraron mucho el uno del otro. Durante el tiempo en el que él estuvo estudiando, todo eran alegrías. Pero llegó un momento en el que, agotada ya toda oportunidad de trabajar en astilleros, al muchacho no le quedaba más alternativa que volver. Él le pidió tiempo a ella para ganar la suficiente para bajarse a vivir con ella. Ella, con un “cuatro-latas” amarillo se subió a buscarle. Cómo el cuento del príncipe en el blanco corcel, pero versión “made in Spain”.

Se casaron, un día 2 de abril, en un humilde juzgado de pueblo. Era algo innovador para la época. De Luna de Miel, a chiflar a la vía. A Galicia. Las tour-operadoras no pasaban entonces de Torrevieja. ¡Qué periplos los de las parejas de entonces! Aunque parezca increíble, no se quedaban hasta los 30 en casa de los padres. Vivían por su cuenta, al principio en una casa, pero después cambiando a otras. Eran los tiempos en los que se tenían hijos aunque no hubiera dinero suficiente para pagarles hasta el Ipod. Y llegó el primero, y ocho años después, el segundo. Y trabajaron juntos y separados. Y pusieron tierra de por medio. Y la desazón de la rutina y las riñas de fin de semana. La vida les dio golpes. Perdieron y ganaron. Pero es algo extraño…

Porque cuando parece que todo se les echa encima, que es imposible seguir así, rebrota algo singular. Cuando ella se enferma, él vela su reposo. Agobiado por todo, él sólo con ella encuentra consuelo. Es como si el mundo se empeñara, con sus problemas diarios, en ahogarlos. Y ellos se apoyaran siempre el uno en el otro para siempre salir a flote. Con un extraño e incomprensible magnetismo, lo saben. Se tienen el uno al otro. Y aunque él siga sacando el cuchillo y ella, pidiendo un bocadito nada más, eso extraño que los ata debe de ser amor. Porque si eso no lo es, es que de verdad el amor no existe.

Hoy han cumplido 25 años juntos, toda una vida. Muchísimas felicidades. ¡Y ojalá que vengan muchos más!