viernes, 27 de noviembre de 2009

España y Portugal: tan cerca, tan lejos.

Ayer mantuvimos en el departamento una interesante charla con Marina Costa Lobo, una de las politólogas de referencia en Portugal, que nos visitó para presentar un artículo. Además de hablar sobre su investigación, también se abrieron otros debates sobre las agendas políticas de los respectivos gobiernos socialistas llevan en nuestros países y la pasada campaña de las elecciones legislativas en Portugal. Permitidme que exponga aquí algunas de las reflexiones que retuve de ayer.

La primera es la más que evidente asimetría en las relaciones; Portugal mira mucho más a España de lo que nosotros los miramos a ellos. Eso hace que ellos sepan mucho más sobre nosotros que viceversa, y que nuestra propia agenda política influya mucho en ellos. En ambos países gobiernan partidos socialistas (Sócrates antes con absoluta, ahora con mayoría relativa) y en ambos casos se han activado temas sociales que son especialmente sensibles para la Iglesia. En la anterior legislatura en Portugal, se hicieron dos referéndums sobre el aborto y en esta legislatura se aborda el matrimonio homosexual. En España está ocurriendo al revés, como sabéis. La anterior legislatura se trató el matrimonio gay y ahora se entra con el tema del aborto. ¿Curiosa coincidencia, verdad? O quizás no tanto…

Lo que si se ha puesto de manifiesto durante estos procesos es el poder relativo de la religiosidad como elemento electoral en ambos países. Y de nuevo aparece una curiosa paradoja. España es un país mucho más secularizado (con menos practicantes) que Portugal pero la Iglesia Católica conserva mucho más poder institucional. Así, mientras que en España la jerarquía eclesiástica se ha movilizado de manera muy agresiva contra estos temas, el alcance de su actividad en Portugal ha sido mucho más reducido. Esto puede relacionarse con el hecho de que mientras la religiosidad tiene en España una asociación con la derecha en Portugal esto no es así. ¿Razones de la diferencia entre ambos países? Yo creo que probablemente está en el papel de la Iglesia en sus dictaduras y en sus transiciones. Mientras que en Portugal la Iglesia permaneció al margen del salazarismo, en España fue parte del propio régimen dictatorial (de ahí su asociación con la derecha). Para entender el poder que tiene en España y no en Portugal hay que saber que mientras que en Portugal hubo una transición rupturista, aquí fue pactada, con lo que muchos actores mantuvieron privilegios. La asignatura de religión en la escuela pública es algo incomprensible para un portugués.

Otro tema que surgió en la conversación fue el de la “Federación Ibérica” y la unión de España y Portugal. Casi un 35% de los portugueses están a favor, aunque probablemente sea por razones instrumentales ligadas al nivel de vida superior que hay en España. Incluso durante la campaña legislativa surgió el tema en torno a la invasión española con el AVE. Aunque el debate del unionismo ya se planteó por reformistas ilustrados del siglo XIX, el franquismo lo enterró. De hecho, en nuestro país apenas se habla del tema porque, claro, sería acoger al hermano pequeño y; ¿Quién querría hacerlo si ya hay broncas por la solidaridad interterritorial con Andalucía y Extremadura?

La verdad es que me resulta curioso lo poco que sabemos en España de nuestro vecino de occidente aún cuando nuestras historias están tremendamente entrelazadas. A afectos reales no hay más diferencias entre un madrileño y un portugués que las que tiene con un catalán. Quizás haya que hacer cierta pedagogía y aclarar que este país tiene mucho más que ofrecernos que un Figo o Cristiano Ronaldo…

lunes, 23 de noviembre de 2009

Los tres mitos de un partido en la oposición

En política hay tres mitos terribles que hacen que los partidos que se encuentran en la oposición cometan errores serios de percepción de la realidad. Un hecho que condiciona, por supuesto, como ejercen su tarea de fiscalizar el gobierno y cómo se presentan ante los ciudadanos. Esto se aplica muy en particular a España (donde hay un sistema cuasi-bipartidista) Los mitos, todos ellos falsos, son tres.

El primero de ellos es el del ciclo. Se dice que en política existen ciclos por los cuales, cuando un partido lleva mucho tiempo en el gobierno, le tocaría el turno al otro. Un poco como en la Restauración del siglo XIX, habría “turnos” para gobernar a cada partido. Este hecho, por supuesto, es completamente falso. ¿Cuándo comienza un turno y acaba el otro? ¿Cómo se determina la duración de un ciclo político? En Andalucía o Extremadura el turno del PSOE lleva desde la restauración de la democracia, en Valencia el del PP desde los 90. ¿Cuándo le toca al otro partido? Pareciera que se le concede a la voluntad electoral un ritmo parecido al de las mareas, movidas por los ciclos lunares. Esto genera que muchas veces, los partidos en la oposición o bien se desanimen en su labor de oposición (porque creen que están ante un ciclo interminable) o bien se confíen porque consideran que “les toca ya”. Si miran más atentamente verán como eso de los ciclos depende menos de la casualidad de lo que se piensa…

Porque este mito se relaciona con un segundo; las elecciones no las gana la oposición sino que las pierde el gobierno. Otro error de bulto. El voto posee un carácter doble; tiene un carácter retrospectivo (se evalúa la tarea del gobierno) y prospectivo (se avala un partido alternativo). Es cierto que los ciudadanos sancionan al gobierno cuando lo hace mal dejando de votarle pero; ¿Por qué votarán a un determinado partido de la oposición? ¿No pueden votar a otro partido o abstenerse? ¿O es que se creen que sólo cabe el voto útil para poner a otro en el gobierno? Es evidente que se soslaya una condición fundamental: que haya una alternativa creíble y coherente. Es decir, una alternativa de gobierno propositiva, con un programa propio y un modelo de gestión. Como este hecho no se valora, se practica exclusivamente el desgaste del adversario con una oposición sin tregua ni cuartel (Mirad si no al PP en 2008) y sin proponer una alternativa…

Lo que enlaza con la tercera falacia. Se piensa que todas las negociaciones entre partidos son de suma cero. Es decir, que o gana uno o gana otro. No se valora la posibilidad de llegar a acuerdos que puedan beneficiar al conjunto de la ciudadanía o en los que ambos partidos salgan beneficiados. Por ejemplo, un acuerdo de lucha contra la corrupción o un pacto sobre Educación. Siempre recelan de que el adversario intente sacar tajada política y se pierde altura de miras a favor de la política del navajazo. En España, por desgracia, sólo se piensa en el pacto como adhesión incondicional a los postulados de un partido. No se piensa en llegar a consensos de mínimos…

Creo que lo mejor que puede hacer cualquier partido en la oposición es olvidar estos tres mitos. No existen ciclos que predispongan al electorado a favor o en contra. Lo que si hace falta es construir una alternativa sólida con propuestas coherentes con sus valores y saber distinguir entre aquellos temas que deben ser de oposición y aquellos que deben ser de acuerdo por el bien común. Si no es capaz de esto y se aferra a estas falacias le auguro una larga temporada en la oposición…

martes, 17 de noviembre de 2009

El último ataque a la enseñanza pública

La Consejería de Educación de La Rioja ha decidido que a partir del curso 2010 – 2011 proveerá con un cheque de 600 euros para aquellos alumnos que decidan estudiar un bachillerato privado. Esto implica sostener el 25% de su coste en cada centro privado, aproximadamente. Esta política se inserta dentro de la estrategia que sigue el Partido Popular de la Rioja en la devaluación de la calidad de la enseñanza pública a favor de la privada. Me gustaría desarrollar algunos breves argumentos en contra de esta medida.

El primer argumento es el propio de las políticas de cheques, de las cuales recelo (como he expresado en otras ocasiones). Se trata de una medida regresiva ya que no está vinculada al nivel de renta y por lo tanto la recibe cada centro con independencia del nivel de ingresos de la familia solicitante. Aún diré más, es prácticamente una subvención directa a los que tienen más recursos. Dado que los 600 euros no cubren los costes totales de la inscripción al bachillerato, y estos siguen siendo elevados, sólo los que se lo pueden permitir recibirán la ayuda. ¡Precisamente los que ya se lo podían permitir antes! Así pues, una medida que no favorece la inclusión en el bachillerato privado, como se argumenta desde la consejería. Se abaratará parcialmente la matrícula, pero nunca lo suficiente para ser universal y favoreciendo a las familias más ricas. Es sólo una excusa para redireccionar recursos a la escuela privada.

Otro argumento es que, dado que hay que hacer recortes en el presupuesto, la partida destinada a la educación pública de 27,76%. Por lo tanto, se combina el favorecer a los centros privados con el recorte a los públicos. Una escuela pública que se caracteriza por esta masificada, con pocos recursos, llenos de alumnos con necesidades especiales o con entornos familiares complicados. Este modelo educativo que sale tan bien en el Informe PISA es el mismo que nos recuerda que la tasa de abandono escolar más grande de toda España se concentra en La Rioja. La idea detrás de las políticas educativas de la Consejería es mejorar la educación a base de hacer más exclusivos los entornos educativos. Aquellos que son una rémora para el sistema a la escuela pública, pero si usted sabe lo que le conviene llevará a sus hijos a la concertada o la privada. No porque los profesores sean mejores, sino porque los medios materiales y el entorno social menos desfavorable están allí.

El próximo día 2, a las 19h., CCOO, UGT, FAPA (padres de los centros públicos), IU, PCPE, STE y MSEP (Movimiento Social por la Escuela Pública) harán una concentración frente al Palacio de Gobierno para exigir la retirada de esta medida. Un servidor da su apoyo pleno a esta movilización como respuesta unitaria frente a la continuada devaluación de la escuela pública. Por una educación universal, gratuita y de calidad.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Y hablan, y hablan...

Una de las cosas que más me gustaron del libro de “Momo” cuando lo leí en su día fue la referencia que hizo a la virtud suprema de la protagonista. Momo tenía la capacidad de escuchar. Desde luego, nunca ha estado más de actualidad. La combinación entre prisa y egocentrismo ha desplazado esta virtud a los psicólogos, los sacerdotes y algún que otro amigo. Hay gente que, por supuesto, hace una pregunta retórica en la que tu respuesta es irrelevante. Ni siquiera te escuchan. Están preparándose para descargar su historia.

Sin embargo hay otros casos en los que alguien te asalta directamente, sin ningún pudor, y te cuentan una película. Yo reconozco que últimamente me topo con mucha gente de este tipo y que tengo mala suerte: soy educado y no les tengo confianza. Si al menos fuera maleducado (al estilo House, pongamos) les diría la verdad. “No me interesa. Déjame en paz”. Si al menos fueran amigos y me estuvieran taladrando el cerebro (yo también lo hago, aquí nadie está libre de pecado), al menos les podría decir a modo de chascarrillo; “Madre mía que torrada me estas dando. Cambiemos de tema”. Pero ya os digo, no estoy teniendo suerte y me estoy comiendo cada una…

Por otra parte, mientras me habla me veo en un doble compromiso. Por una parte, mi función fática nunca ha sido nada del otro jueves. Así que necesito un esfuerzo considerable para poder emitir un “ajá” o “mmm” o “pues vaya”. Pero por la otra cuando me aburro, mi mente tiende a irse por otros derroteros. Que me pongo a pensar en otras cosas, vamos. Esto hace que a veces, cuando vuelvo a la Tierra, me encuentre con que no he seguido la conversación. Por si acaso, intento tomar algún hilo por si luego me pregunta. Pero la mayoría de las veces, como el sujeto viene a lo que viene, ni se molesta. Así, podemos despedir la conversación sin más.

Un caso práctico. El otro día me cruce por la calle con una amiga de Julio que he visto de ciento a viento. Con amabilidad le saludé y le dije un “Hola, ¿Qué tal?”. Craso error. ¡Madre de mía, que rallada me metió la tía! 20 minutos de reloj con un monólogo en que me relataba sus vicisitudes laborales y su indignación con la burocracia universitaria. Como veis, os cuento la idea general, porque no le presté ninguna atención. ¿Y qué más da? Ella se desahogó y yo aguanté, así que todos contentos.

Si, es cierto, hoy día no se sabe escuchar. Y lo que es peor, la gente se siente muy sola. Necesita hablar (en un monólogo) con alguien. Yo lo comprendo y hasta lo comparto ¡Que hablen si son felices! Es bastante barato y todos los hacemos. Pero querido semi-desconocido que me asaltas por doquier, te doy un consejo. Cuéntale tu vida a tu amigo, tu novio, tu madre o tu hermano que seguro que te escuchan más que yo...

lunes, 9 de noviembre de 2009

Corrupción

Estos días el tema estrella entre aquellos a los que nos interesa la política ha sido el de la corrupción. Todo viene a raíz de los últimos casos que han agitado las aguas del presunto “oasis catalán”. Nombres propios como Filesa, Roldán, el caso Naseiro, Pozuelo y Seseña, Marbella, Gürtel… se han convertido por desgracia en lugares comunes del imaginario político español. En el ranking de transparency.org, España aparece como el país 23 de los 163 analizados, de menos a más corrupto según la percepción ciudadana. Probablemente hayamos caído. De hecho, la percepción ciudadana quizás sea excesivamente benevolente…

Me gustaría empezar dejando claro que considero que España es un país que tiene una predilección natural por la corrupción. Y no hablo de la política, solamente. Usar la wifi del vecino, escaquearse para echarse un cigarrillo durante horas de trabajo, una falsa baja laboral, hacer un trabajo mal a sabiendas… son ejemplos de corrupción. Puede considerarse que apenas es dañina, se trata de una corrupción privada: sin embargo, es un comportamiento legal y socialmente penalizado en otras latitudes. Sin embargo, quizás el más lesivo para el interés general sea la corrupción pública, sea o no ejercida desde instituciones. Ejemplos de corrupción no ejercida desde instituciones públicas pero que las afectan son los casos típicos de fraude fiscal en cualquiera de sus formas, soborno a cargos públicos, etcétera. De momento, dejaré esta situación a parte y me centraré exclusivamente en la corrupción pública ejercida desde las instituciones.

Creo que una manera de atacar el tema es distinguiendo entre dos planos diferentes pero relacionados; lo legal y lo político. En el primer plano, existen unos delitos tipificados en el código penal como de corrupción. Estos supuestos son los perseguidos por la justicia. La democracia tiene de positivo que es capaz de lavar sus vergüenzas en público. Es decir, que permite la transparencia en la persecución de los delitos, a diferencia de un régimen despótico, donde la corrupción existe pero se tolera. Sin embargo, en este plano España necesitaría hacer reformas importantes. Y no me refiero a poner sobre el papel nuevos supuestos de corrupción, que también podría ser útil. Es necesario, en primer lugar, dotar de más medios a la fiscalía anti-corrupción. Un segundo es el ampliar las penas por corrupción. Algunas propuestas pueden ir desde aplicar la Ley Anti-terrorista a los corruptos, penas máximas (hasta 30 años) y, la más importante, incautación vitalicia de bienes inmuebles y financieros hasta la devolución de la cantidad desfalcada. Un tercero pasa por evitar la politización de la justicia, medidas de inhibición cautelares para evitar que el presidente de la Audiencia de una comunidad sea “muy amigo” del potencial imputado…

El segundo plano es el de lo político. ¿Es justo el uso del poder para favorecer a una clientela afín a intereses privados? Lo cierto es que eso ocurre. La discrecionalidad de la administración (a todos los niveles, pero más el local) en la adjudicación de contratos, de estudios, etc… genera redes de amiguismo claramente clientelar. Además de que hacen que el cargo público pueda ser corrompido por organizaciones con ánimo de lucrarse a costa de la administración. Este plano en cuestión liga con la concepción de lo público. ¿Se está en el poder para vivir del pesebre público o con una vocación de servicio? Aquí entra la actuación de dos actores. Primero de los partidos, que deben seleccionar a sus cargos públicos con un cuidado exquisito, apartando a las manzanas podridas. Del mismo modo, puede emplear la corrupción para financiarse ilegalmente. Cuanto más endógamo sea un partido (en el nivel que sea), mayor es el riesgo de que no sepa o quiera hacerlo. Partidos políticos con democracia interna, porosos con la sociedad civil, favorecen la transparencia y por lo tanto, reducen la posibilidad de que haya corrupción. Pero el segundo actor es la ciudadanía, que elige a los gobernantes. Cuanto más intransigente sea la ciudadanía con la corrupción, más se informe sobre política y se implique en los asuntos públicos, más probable es que sancione a los partidos que lleven corruptos en sus listas. Lo contrario ocurrirá si la propia ciudadanía se beneficia de las redes de amiguismo y los mismos corruptos tenderán a reproducirse ene l poder.

En suma, atacar la corrupción requiere de tres frentes coordinados. El primero es el político, con una vocación clara de lucha contra la corrupción. Tolerancia cero, expulsión de corruptos inmediata (la presunción de inocencia es legal, no política), mecanismos de transparencia y democracia interna. El segundo es el legal, impulsado desde la política. Declaración de patrimonio de concejales antes y después de la legislatura, medios a fiscales anti-corrupción, cambio en la ley de financiación de partidos y endurecimiento de penas por corrupción. Y el tercer frente es el ciudadano, que es crucial: ni un voto a corruptos, defensa cerrada de lo público. ¿Son propuestas utópicas? No lo creo: más bien es el mínimo común denominador de una democracia avanzada. No merecemos menos.

viernes, 6 de noviembre de 2009

COBARDE

Se que un blog está pensado como una herramienta de onanismo intelectual. Escribimos nuestras opiniones, les damos difusión y esperamos el aplauso o la crítica de aquellos que las siguen (familiares, amigos, conocidos). Sin embargo, esta vez quiero hacer algo diferente y sincerarme: quiero reconocer que soy un cobarde. Se que no es una noticia nueva para mucha gente y que puede sonar crudo para quien no tuviera constancia, pero quiero que todo el mundo lo sepa. Aunque luego me arrepienta.

Ayer volvía de la fiesta de la Universidad Autónoma de Barcelona a través del metro de la línea roja. Helado de frío y con ganas de regresar a casa, me apoyé contra la puerta del vagón. Estaba atestado de gente; unos borrachos, otros que regresaban tras pasar una velada por el centro. La cosa es que había unos señores charlando con una mujer de edad madura frente a mí, y al lado, una pareja joven abrazada. Fue entonces cuando reparé en que el joven estaba metiendo con disimulo la mano en el bolso de la señora y su cartera empezaba a asomar. Mi primer instinto fue de alarma y di un paso hacia delante, pero entonces mis miradas se cruzaron con la de la chica joven. Ella advirtió a su cómplice que lo estaba viendo. Y me quedé paralizado. El tipo se giró y me frunció el ceño. Me pareció que sacó la mano del bolso. Sin embargo, no pude moverme. Cuando lo que me pedía el cuerpo era acercarme a la señora y decirle cualquier tontería para que cambiara de posición, no fui capaz. Entonces llegó mi parada, y estando hecho un mar de dudas, salí del vagón. ¿Le habrá robado la cartera? Eso ya nunca lo sabré. Pero lo que sí me sentí es como un despojo humano.

Siempre he predicado que para que el mal triunfe en el mundo, basta con que los hombres buenos no hagan nada. Siempre me ha parecido indignante cuando la gente permanecía pasiva ante las injusticias. Y sin embargo, cuando me toca actuar, entonces me paralizo. No soy capaz de hacer lo que debo. Por eso no me queda más que etiquetarme como lo que soy: un cobarde. No tengo los arrestos necesarios. Dudo que venga Dios a castigarme, no creo que la confesión me redima de mis pecados, ni creo que haya buenas obras que puedan compensar mi pasividad. El culpable del robo es el chorizo pero quizás con un pequeño gesto habría tenido la oportunidad de ser buen ciudadano y frustrarlo. El mal ya está hecho, porque probablemente le habrá robado la cartera a la señora.

No escribo esta entrada para exculparme ni para flagelarme. No la escribo para mostrar cierta “valentía” figurada en reconocer mis vicios. La escribo por una sola razón. La escribo porque se que quedará registrada para siempre en esta especie de blog-diario. Porque quiero que cada vez que mire el historial, recuerde lo que no hice y me sirva para recordar mi defecto más despreciable. Y quizás, el día de mañana, me sirva para actuar con el coraje que me faltó ayer.

jueves, 5 de noviembre de 2009

No teneis pelotas

Sólo algunas palabras breves sobre el tema. Como se sabe, ha generado un importante revuelo la enmienda de los presupuestos que cambia el tipo de IRPF que se le aplica a extranjeros no residentes (hasta los 6 años en España). Mientras que antes las rentas superiores a 600.000 euros tributaban al 23%, ahora lo harán al 43% (que es el tipo ordinario). Esta deducción tenía por objeto atraer a científicos y capital humano cualificado de otros países. Por cierto, cuando conozcáis a un científico que cobre esa cantidad ya me avisareis. Al final, se convirtió en el coladero por el que los clubes de fútbol más ricos podían traer estrellas de elite mundial aprovechando la deducción para pagar poco.

Ahora los clubes que traigan jugadores de fuera tendrán que pagar bastante más, ya que son los que se hacen cargo de la tributación de los jugadores. Y claro, Real Madrid y Barcelona se han puesto de morros y la Liga de Fútbol amenaza con ir a la huelga. Es que ahora, según ellos, la industria del fútbol que tanto dinero mueve en España, se verá resentida. Baja la calidad de la liga, se venden menos derechos televisivos, menos camisetas en el mundo, y en general, un colapso del sector. Habida cuenta de que la deducción se aplica desde 2006, entiendo que el sector deportivo anterior a ese año era desastroso y de escaso prestigio internacional. Siguiendo este argumento, entiendo que la demanda de consumo deportivo es muy elástica. Es decir, que todos los aficionados del fútbol, (de aquí y de fuera) como ya no vendrán estrellas internacionales a España, se pondrán a ver hípica y waterpolo. Incluidos los hinchas de los equipos, claro, que desilusionados abandonarán sus afinidades… En resumen, la hecatombe.

Pandilla de sinvergüenzas. Lo que no hay derecho es a que los clubes paguen una tributación más baja cuando están trayendo aquí a deportistas ultra-ricos y que están en un injustificado limbo fiscal. ¿Qué quieren ir a la huelga? Que así sea. Que paren el fútbol, a ver si logran erosionar al gobierno. Que monten piquetes con Kaká, Messi y Cristiano Ronaldo. Sería estimulante y ojala que lo hagan. Pero en el fondo se quedará en poca cosa porque no tienen pelotas. Tan ricos, con tantos intereses creados… ¿Imagináis un fin de semana sin futbol? ¿La gente por las tardes de paseo, charlando en los bares sin hinchadas de hoolingans gorilas? Las ondas radiofónicas con programas de cultura, la Sexta reponiendo a Buenafuente… Dios mío: ¡Huelga ya!

miércoles, 4 de noviembre de 2009

¿En clase hasta los 18?

Hace una semana el ministro de Educación Ángel Gabilondo, durante una entrevista en RNE, lanzó al aire la posibilidad de aumentar la edad de escolarización obligatoria hasta los 18 años. La idea de lanzar el debate ha tenido algo de recorrido, pero de momento no se contempla en el pacto por la educación que preparan los dos partidos mayoritarios (y que esperemos que se materialice, siguiendo el ejemplo de la LEC en Cataluña). Respecto de la edad de escolarización, ya han aflorado varios argumentos en contra.

El primero es la de los costes que tiene mantener en clase de manera obligatoria a alumnos que no quieren estudiar y que revientan las clases de manera sistemática. Otros plantean que, puesto que la economía va mal, lo que se pretende es hacer de la escuela un “parking” para que los escolares se incorporen más tarde al mercado de trabajo. Es decir, para reducir la población activa. Otros argumentos plantean que aumentar la edad obligatoria buscaría maquillar las tasas de abandono escolar temprano existentes en España, en las que batimos todos los records de la OCDE. Hay quien dice que repercutiría muy negativamente en la escuela pública frente a la privada (por la gran cantidad de alumnos problemáticos que se concentran en sus aulas). Incluso, hay quien argumenta que se trata de una incoherencia con el programario del PSOE ya que defiende el derecho de los menores en algunas cosas hasta los 16 años (el aborto, por ejemplo) pero no en otras, como la salida de la escuela.

¿Es negativa esta propuesta? En mi humilde opinión, depende de la intención que tenga. Si se pretende que con esta reforma mejore la calidad de la enseñanza o bajen las tasas de abandono escolar; difícil. Ahora bien, si esta reforma se coordina con otros cambios, puede ser positiva. El ministro en su entrevista dio en el clavo cuando dijo que el sistema educativo español es excesivamente rígido; falta flexibilidad para adecuarse a las necesidades específicas del alumno. Y para ello hace falta: 1) Medios humanos y materiales. Es decir, que las clases no estén masificadas, profesorado preparado, orientadores... y 2) adaptabilidad curricular para el alumno. Es decir, que si alguien quiere enfocarse hacia el mercado laboral de menos horas de filosofía y que, por ejemplo, haga sesiones prácticas en un taller. ¿Por qué no prácticas remuneradas en empresas durante la educación secundaria como hacen los módulos? Si cuando ampliamos la edad de escolarización aprovechamos para que nuestros alumnos salgan o bien con vocación universitaria o bien con “un oficio” aprendido, estaremos yendo en la buena dirección. Si, por el contrario lo que queremos es encontrar una solución fácil al déficit educativo de España, no es el camino.

Por lo tanto, la ampliación de la educación obligatoria puede ser una buena medida si se complementa con otras que mejoren la flexibilidad de la educación secundaria y mejoren la atención personalizada al alumno. Aunque si queremos empezar por alguna parte, demos estabilidad a la legislación sobre educación, aumentemos los recursos materiales y humanos… Y lo de ampliar hasta los 18, ya veremos.