viernes, 29 de enero de 2010

Simuladores políticos: "Yo Presidente"

Hace ya tiempo me compré un juego de ordenador llamado “Yo Presidente”. Básicamente consiste en ser el presidente de un país y gobernarlo, con más o menos acierto, para garantizar la reelección. Si uno empieza con España en 2006, será José Flocho, del PSO, que gobierna con mayoría simple. Hay superavit del Estado, la situación económica está boyante y la popularidad del gobierno está en torno al 50%. Hay que ir preparando el terreno para las elecciones y, claro, hay dos estrategias complementarias para crecer en popularidad y garantizarse la cómoda reelección.

La primera consiste en multiplicar el gasto en la lucha anti-terrorista e infiltrar agentes en los grupos terroristas gallegos, vasco, catalán, los yihadistas y las mafias rusa y china (¡madre mía, que de gente!). Cada vez que detienes terroristas, la popularidad del gobierno sube como la espuma. Mano dura. Pero por el otro lado me dedico a políticas de gasto público. Subo el salario mínimo y las pensiones, pongo una subvención al alquiler (¿Os suena?), aumento el salario a los funcionarios y contrato más médicos y maestros. De paso, apruebo una legislación para separar la Iglesia y el Estado y para despolitizar la fiscalía. Aunque no siempre tengo el apoyo de todos los grupos y algunas reformas las paso por los pelos (por ejemplo, la subvención al alquiler la pasé una vez por apenas el 51% de la cámara), si hablas con los portavoces de los grupos y los invitas a café y champán, incluso si tomas de amante a alguna de ellas (menuda chorrada de negociación), terminas sacando las leyes. Cuando llego al 85% de popularidad convoco elecciones anticipadas y ¡Voilá!, mayoría absoluta. Menuda reforma fiscal que se van a comer con patatas…

Cuando pasa un tiempo, el juego se vuelve un poco monótono si no te marcas tus propios objetivos. Y la propia política a veces parece incoherente. ¿Cómo es posible que mi propio partido se oponga a una subida de las tasas medioambientales del 3% (haciendome retirar la ley) pero estén a favor de una subida del 5%? Los propios partidos a veces parecen incoherentes, además de ser muy pasivos. Las CCAA tienen un papel meramente testimonial, porque sólo hay elecciones nacionales y simplemente tienen un gobernador que no hace nada (aunque de diferentes partidos, nunca cambian). Las negociaciones políticas son una tontería tremenda, y en un país parlamentario no hay disciplina de partido. Puedes nombrar ministros de diferentes partidos, pero ni por esas te aseguras su apoyo en las leyes (¡Como el tripartito!). La gestión internacional es una tontería, las reuniones de la unión europea son una recomendación sobre los niveles de déficit e inflación a mantener, el espionaje interno y externo es tortuoso, los acuerdos comerciales entre países una pesadez… Vamos, poca sofisticación.

Sin embargo, es más interesante jugar a cambios de régimen o desmantelar el Estado de Bienestar (menudas huelgas te esperan). Una partida me decidí a intentar democratizar China. La clave está en tener el apoyo del ejercito (súbeles el presupuesto, invierte en defensa, incluso haz una guerra fácil) y popularidad (gasto social, medidas aperturistas). Y mucho ojo con tu propio partido, que como te descuides te prejubilan. O, como estés en África, te fusilan. Fracasé en China. Más cerca estuve en Irán. Logré incluso hacer unas elecciones libres y competitivas, aunque bajo sistema mayoritario (el partido que pilota la transición, el mío, necesita tener manos libres y fragmentar la cámara no es bueno para mis intereses…) Por descontado, intenté hacer que la sharía dejase de ser ley oficial para ser sólo religiosa y me montaron en un avión en medio de la noche camino de Pakistán. ¡Así es la vida! Más fácil fue colapsar la democracia en Bielorrusia o Ecuador. Y si se enfada la ciudadanía, ¡Ley marcial!

Menos mal que es solamente un juego de ordenador. Pero si eres politólogo (o te gusta la estrategia de gestión) y no te importa que los gráficos del juego sean como una caja de Choco-crispis, te recomiendo que me pidas copia. Que aunque algunas cosas parecen increíbles, no pocas veces la realidad supera a la ficción…

martes, 26 de enero de 2010

Haití: medios e imperios

La tercera réplica del terremoto de Haití ha terminado de agitar los escombros que había en el suelo, sin apenas variar el dantesco espectáculo de la destrucción de un país entero. Un país sin Estado, similar a Somalia, que ha perdido al 1% de su población. Mientras la ayuda internacional va fluyendo al país como buenamente puede, han surgido un par de polémicas colaterales que me gustaría abordar.

La carne de negro, la más barata

Desde que empezó la catástrofe de Haití, hará un par de semanas, los medios de comunicación españoles se han hartado de poner sus portadas, informativos… imágenes sembradas de cadáveres haitianos. Sin ningún pudor se han visto retroexcavadoras sacando cadáveres junto a escombros, niños en proceso de descomposición, muertos apilados en cada calle. ¿Por qué la crudeza de estas imágenes? Los medios españoles se han justificado sobre la base de remover conciencias solidarias gracias a lo impactante de las imágenes. Sin embargo, yo me pregunto si hubiera cedido lo mismo de haberse tratado de ciudadanos europeos o norteamericanos. Por ejemplo, sin ir más lejos, como en el caso de muchos de los muertos durante el huracán Katrina o el tsunami del sudeste asiático. Si alguien recuerda alguna imagen de dudoso gusto que lo diga, porque no me viene ninguna a la memoria. Y no creo que las aportaciones solidarias (al menos, en el último caso) las hubieran necesitado. La explicación creo que tiene más que ver con dos cosas. La primera es que en Haití no había familiares que pudieran buscar preservar la identidad de sus fallecidos. Y si los había, no eran relevantes frente al morbo. Y la segunda, más evidente y cruda, es que hace falta un buen montón de negros muertos para remover la conciencia de un occidental. Porque al final, vistos los que mueren en el “campo de concentración africano”, el precio de sus vidas está más que devaluado. Así de triste.

El imperialismo americano

Apenas estaba llegando la ayuda internacional y empezaba el despliegue de marines en Haití, y Francia y Venezuela (entre otros) estaban acusando a EEUU de iniciar la invasión del país. La primera lo hacía por el tic de metropoli y los celos evidentes ante la ingerencia del Imperio presente. La segunda por el tradicional deseo de reafirmar la independencia de América Latina respecto a ingerencias extranjeras. Muy en especial, del Tio Sam. En todo caso, creo que estas afirmaciones están fuera de lugar. EEUU es el único país de la región con suficiente capacidad logística y cercanía para el despliegue que puede intervenir con éxito. Vista la lenta reacción de otros países y la patética descoordinación de la UE (ahora solucionada, parece), el liderato de EEUU ha sido la mejor opción. Las primeras 72 horas han sido cruciales para rescatar a los supervivientes debajo de los escombros y si hubiéramos tenido que esperar el acuerdo de Bruselas, apaga y vámonos. Después tocará aclarar el estatus de las tropas internacionales, pero la prioridad es salvar vidas y reconstituir el país.

Sobre la magnitud de la catástrofe, se ha dicho todo. Ahora lo urgente es hacer algo.

lunes, 25 de enero de 2010

Polémicas lingüísticas

Hace poco ha saltado a la palestra una polémica sobre una niña que ha sido suspendida en un examen por contestar en castellano. A raíz del asunto, el Partido Popular, la Asociación para la Libre Elección de Lengua y los medios de la órbita han dado publicidad al caso a través de una carta remitida al Ministerio de Educación. En la misiva la apenada niña ha escrito con una preciosa caligrafía digna de un cuadernillo de Lamela una petición al ministro para “que le devuelvan el sobresaliente que le han robado”, constatando el asombro de sus compañeros franceses por no poder escribir “en español en España” y pidiendo un pacto educativo (curiosa reivindicación de una niña tan pequeña) para que “todos los niños tengan la misma educación en España”.

La verdad es que ha trascendido información dispar sobre el asunto, pero empezaré yendo de lo particular a lo general. Primero y extraño, no se especifica en que asignatura le han puesto el suspenso. Asumo que la asignatura no era valenciano, porque sino sería el asunto sería de traca. Del mismo modo, noto excesiva seguridad en sí misma de la niña sobre su calificación, así que recomiendo a los verdaderos redactores (que son sus padres) que en futuras cartas sería más bonito rebajar el tono de arrogancia. Digamos mejor aprobado que sobresaliente. Igualmente, recomendaría a los padres a que se dirigieran al órgano competente: la Consellería de Educación del gobierno valenciano. Por si no lo saben, es ésta quien tiene las competencias de educación, de modo que si no están contentos con el asunto, supongo que el conseller del ramo ya habrá recibido más cartas que Papa Noel en Navidad. Sobre todo porque ha sido el propio gobierno valenciano quien ha habilitado un sistema con diferentes vías (libremente elegidas) en función de las asignaturas que quiere recibir en valenciano. ¿Y le mandan una carta al pobre Gabilondo?

Hablemos un poco más en general de la política lingüística en la escolarización. De manera general, hay dos opiniones confrontadas sobre el tema. Una es la de que sean los padres lo que elijan de manera voluntaria cual es la lengua en la que quieren que sus hijos reciban clase. La otra es que los infantes reciban la mayoría de clases en la lengua minoritaria para procurar que sean competentes en ambas (la razón de dar más peso a la menor es por el predominio social del castellano). Hay una razón crucial avalada por la experiencia por la que prefiero la última a la primera y se vincula con la discriminación. Si los padres pueden elegir la lengua de sus hijos, lo lógico es que aquellos que son de fuera del territorio elijan por sistema el castellano, mientras que los autóctonos tiendan a hacer por la propia del lugar (así pasaría en Cataluña, al menos, con la inmigración de otras comunidades que se instaló allí). Esto generaría que hubiera dos perfiles, los propios del lugar, generalmente en una posición económica mejor, con una lengua propia (además de ser competentes en el castellano) mientras que los otros, los de otras comunidades, generalmente con una posición económica peor de partida, sólo competentes en castellano. Así, nos encontraríamos con una potencial fuente de discriminación: la lengua como filtro para camuflar posibles prejuicios.

Quizás el ejemplo más paradigmático sobre los efectos adversos que tiene permitir la división lingüística en una sociedad es Bélgica. Hasta los años 70, las lenguas oficiales eran el flamenco y el francés de manera paritaria. Sin embargo, desde ese momento el país se fracturó en función de las lenguas. Y esto no sólo ocurrió al nivel educativo o cultural, sino que hasta los partidos se dividieron en función de si operaban en el área flamenca o valona. Esta división se solapó a las diferencias entre flamencos (más ricos y protestantes) y los valones (algo más pobres y católicos), dando pié a que el país que está en el corazón de Europa esté al borde de la desaparición por sus tensiones nacionales.

La caverna, que tiene de todo menos perspectiva, no es consciente del coste social que implica hacer que los ciudadanos de un territorio no sean competentes en las lenguas oficiales del lugar. La constitución y el propio TC han avalado el modelo lingüístico de inmersión, por más ataques que se le hace desde la caverna. Pero es que además de ajustarse a la legalidad, es la decisión que entiendo más inteligente para no discriminar entre los autóctonos con pedigree y los forasteros, evitando fracturas sociales. Así que, mi querida niña, te recomiendo que cambies los términos de tu carta en:

“Querido Conseller:
He tenido un examen y me han suspendido por usar el castellano. Mis padres eligieron que me escolarizara con esta asignatura en valenciano, pero no he podido aprobar porque no conozco la lengua. ¿Por qué voy a ser menos que mis compañeros de clase? Me gustaría que pusieras todos los medios para que pueda leer, escribir y hablar perfectamente el valenciano y el castellano ya que me asiste ese derecho en la Constitución y la ley.”

¡Ah! ¡Por cierto! Yo hice todos los exámenes de la carrera en castellano y, por lo visto y a diferencia de lo que dicen muchos tertulianos de la caverna, me dejaron ir al baño a hacer pis, no me suspendieron los exámenes, no me pegaron mis compañeros y no vino Carod Rovira a ponerme una multa. Curiosamente, terminé con un expediente brillante. ¡Cosas que pasan!

jueves, 21 de enero de 2010

¿Se colapsan las pensiones?

Declaraciones recientes de Rodrigo Rato han tenido una cierta resonancia en los medios de comunicación. Éstas hacían referencia a la sostenibilidad del sistema de pensiones las cuales, según el criterio del ex-ministro de Economía, quedarán tocadas en 15 años, cuando la Seguridad Social entre en números rojos. Este es un asunto que sale de manera periódica por la lógica preocupación que suscita. Sobre este tema quizás tenga más claro lo que no hay que hacer que la cuadratura del circulo de su solución. Y vaya por delante que no soy experto en el tema.

En primer lugar, si vamos a tener problemas de financiación de la Seguridad Social hay dos cosas que no pueden hacerse: ni aumentarse sus costes (más allá del envejecimiento demográfico) ni reducirse sus ingresos. Por eso lo primero es hacer un crítica furibunda al chollo de las prejubilaciones y a las rebajas en la cotización a la seguridad social. Las prejubilaciones, práctica tan habitual durante los 80, no han hecho mas que sobrecargar el sistema público de pensiones. De esta manera, el Estado (es decir, todos) se ha hecho cargo del coste de despido de muchos trabajadores de los sectores en reestructuración, con la complicidad de empresarios y sindicatos. Y de hecho, de nuevo algunos (sindicatos hasta lo que se) piden la misma solución para muchos de los problemas que hay en la industria del automovil. Está claro que ese no es el camino. Pero tampoco se puede tolerar una merma en la recaudación de la SS. Por eso mismo, la receta que propone la CEOE y el Partido Popular para salir de la crisis, que es una reducción en las cotizaciones a la seguridad social de las empresas, bajo ningún concepto puede aceptarse por su impacto negativo en las pensiones. Es poco probable que esta rebaja genere suficientes puestos de trabajo como para compensar la pérdida de recaudación.

Porque si el sistema de pensiones tiene un problema es el de la jubilación de toda la generación del Baby Boom de los años sesenta, cuando tendremos que sostener las pensiones de más jubilados que trabajadores cotizantes (con las proyecciones actuales de evolución demográfica en la mano). Sin embargo hay algunos elementos que merece la pena considerar. Primero, y contra el alarmismo, que si el sistema de pensiones se hubiera desmoronado tantas veces como se ha pronosticado tendríamos a la mitad de los ancianos del país tirados en las cunetas de la carretera. Segundo, que no hay mejor remedio contra este mal que la inclusión de mayor número de trabajadores cotizando. Por esto mismo, el empleo y la inmigración han tenido un impacto positivo en el superavit de la seguridad social de los últimos años, ampliando la base de cotizantes. Y tercero, que no sólo importa el número de cotizantes, sino también su productividad. Es decir, que cuanto más riqueza se deriva del rendimiento del trabajador, más recauda la seguridad social. Por lo tanto, cualquier medida que aumente la base de la recaudación (sea la inmigración legal, sea con políticas de fomento de nuestra tasa de natalidado empleo) o de nuestro rendimiento en el trabajo (vía productividad) serán positivas.

Algunos especialistas proponen un retraso de la edad de jubilación o su conversión en voluntaria para determinados trabajos. Aunque el primer caso parece la solución que la mayoría de la sociedad asume como inevitable, no por ello será menos traumática. Es evidente que la segunda opción es razonable y terminará por introducirse a no mucho tardar. Aunque hay otra opción posible, aunque aterradora para los ortodoxos en contra de la deuda pública y el intervencionismo estatal. Que los propios presupuestos del estado financien las pensiones de manera complementaria, quizás, subiendo o creando impuestos para no descuadrar las finanzas públicas.

No cabe duda de que habrá que tomar cartas en el asunto, y problablemente combinando diferentes alternativas de las anteriores y otras. Y aunque el pesimismo nos ha llevado a asumir lo inevitable del recorte de las pensiones, también podemos plantearnoslo de otra manera. A saber: ¿Cuánto y qué estamos dispuestos a sacrificar por mantener nuestro Estado de Bienestar?

viernes, 15 de enero de 2010

Vic; capital de la vergüenza

La resolución del Alcalde de Vic de dejar a los inmigrantes ilegales sin el derecho a empadronarse no pasó desapercibida. Para los que no hayan seguido el asunto, a efectos prácticos esto se traduce en que los inmigrantes ilegales no tendrán derecho en Vic a la asistencia sanitaria. Aunque la medida ha sido criticada por varios ministros y por varios movimientos anti-racismo y de izquierdas, en Cataluña la respuesta ha sido bastante más tibia (con la saludable excepción de ICV). Veamos de donde vienen los polvos que traen estos lodos.

Primero, hay que pensar que Vic es el municipio donde “Plataforma per Catalunya”, la organización de extrema derecha xenófoba de Josep Anglada obtiene mejores resultados electorales. Por lo tanto, hay un caldo de cultivo interesante para sacar réditos de cualquier acción contraria a la inmigración. Como representaba Manel Font en una viñeta; se abre el melón de la xenofobia. Pero no sólo hay que pensar a nivel micro, sino en el marco general del discurso. En pasadas contiendas electorales, sean las catalanas o las españolas, tanto el Partido Popular como Convergencia i Unió plantearon sendas iniciativas “a la francesa” de contratos de integración. Incluso muchos se jactaban del impulso que cobró la campaña de Mariano Rajoy tras presentar dicha propuesta. Estos contratos se convertirían en esa especie de filtro de poderes taumatúrgicos que convertiría al desharrapado inmigrante en un “buen español/ catalán”. Sólo había que ver el cartel electoral de Duran i Lleida en el que ponía aquello de “La gente se va de su país no por ganas sino por hambre. Pero en Cataluña no cabe todo el mundo.” Por lo tanto, la concurrencia de este coqueteo con la xenofobia con una situación económica complicada (pero no conflictiva) se ha materializado en esta deleznable iniciativa.

Desagregaré los tres principales argumentos que justifican la acción concreta, ahora que aún tengo fresco el (no) debate que se mantuvo en Intereconomía sobre el tema y cuales son las falacias y los prejuicios que se esconden detrás.

1. Es una medida legal, por lo tanto no hay problema (¡Mario Conde dixit!). Es la típica confusión entre lo legal y lo justo/ legítimo. Si todas las medidas que son legales fueran justas estaríamos convirtiendo en letra muerta la política. Algo, por cierto, propio de los que adoran a la Constitución como su único Dios. Evidentemente, en la línea de Josep Ramoneda, considero que esta medida es inmoral y despreciable, por más que sea legal.

2. No es justo para los demás inmigrantes, en situación regular, que se puedan empadronar los irregulares. Alguien tendrá que explicarles que regularidad y empadronamiento son dos conceptos diferentes en nuestro derecho y que da pie a diferentes tratos jurídicos. Si la cuestión es tratar igual a los que están en la misma situación ¿Alguien se cree que un inmigrante irregular (empadronado o no) tiene los mismos derechos que uno regular? Este último puede (aunque a veces condicionado al tiempo de estancia en España) acceder a todas las prestaciones sociales.

3. No es justo para los contribuyentes que costeemos la Sanidad a inmigrantes ilegales, que no cotizan. Este es el típico argumento que camufla el cinismo. Sobre Sanidad habría que mantener un debate propio, quizás en otra ocasión. Pero no deja de resultar curioso que esta situación se plantea sobre los mismos inmigrantes que trabajan en economía sumergida pero no así de los europeos del norte que vienen a España a disfrutar de la gratuidad de nuestro sistema. ¿Interés por la sostenibilidad del sistema público o xenofobia?

Está claro que tarde o temprano tendríamos que pararnos a pensar en nuestra comunidad, pero no puede ser de esta manera, restringiendo los escasos derechos que tienen unas comunidades que están abandonadas a su suerte. Empezando por atacar siempre al más débil. ¿Debemos dejar en manos de la extrema derecha cuestiones tan importantes como los derechos sociales y de ciudadanía? Yo creo que no.

lunes, 11 de enero de 2010

La leyenda de Lucero del Juncal

En primer lugar, quiero empezar con una disculpa. Ni me despedí del año desde el blog ni he escrito durante demasiados días. El parón navideño, para mí, ha sido total. Pero ahora que estoy de vuelta en Barcelona y con las energías renovadas, retomo el ritmo en la kancillería. Permitidme, antes que nada, que os desee un buen comienzo de año. Últimamente no he hecho nada de especial trascendencia, ni en Cádiz ni en Arnedo, aunque es verdad que puedo considerarme testigo de un hecho histórico. Dejadme que os narre la epopeya.

Érase una vez que se era un reino alejado de Dios y de los hombres. Allí, de entre los pocos moradores que lo habitaban, habíase un noble caballero conocido como “El Lucero del Juncal”. Este guerrero hidalgo, siempre gallardo y bien plantado, era conocido por sus virtudes: su amor por el trabajo duro y la enorme generosidad con la que repartía sus dineros. Sin embargo, pese a tanta nobleza, el caballero era desdichado. ¿Y cual era la razón? No era otra que una terrible maldición que hace tiempo la vieja bruja Mena lanzó sobre todo el reino y que decía: “Sapos y culebras, cabezas de ratón, moriréis los varones de este reino solteros y sin amor”. Este terrible maleficio había traído la aflicción a aquellas tierras y había condenado a que todos los hombres del reino murieran sin descendencia. Y así, el linaje del Juncal, para gran pesar de nuestro héroe, había de terminar en él.

Sin embargo, quizás no todo estuviera perdido. Tras 25 años de maldición, y tras no pocas aventuras, el Lucero del Juncal se decidió a convocar a los tres brujos más sabios del reino el mismo día que el cumplía su aniversario. El primero en llegar fue el Maestro Low, conocedor de las ciencias de la tecnología. El segundo, el Maestro Spar, experto en las artes de la economía y señor de muchos feudos. Y el tercero, el Maestro Sym, sabedor de astrología y ciencias oscuras. Convocó a estos poderosos brujos el Lucero del Juncal en el Sagrado Templo de la diosa Nirvana y allí, les conminó a buscar una solución a la maldición. Tras horas largas horas de reunión de hablaron de este modo. Le dijo el Maestro Sym; “Una vez cada 11 años, cuando se produce Luna Azul al haber dos lunas llenas el mismo mes, y en el 25 aniversario del nacimiento de un caballero…”, “…y _ siguió el Maestro Spar_ cuando su corazón es noble por repartir entre sus vasallos los elixires de los Dioses y Más Allá,…” “… nada podrá impedir que como un ariete, el amor haga caer las barreras del corazón de cualquier dama”_ Concluyó el maestro Low.

Lucero del Juncal salía del templo intrigado por el significado de aquella profecía. ¿Habría llegado el momento de romper el maleficio? Miró al cielo y vio que los astros le eran favorables. Se dio cuenta de que había repartido con generosidad el elixir entre sus huestes y de que hoy era su aniversario. Pero ¿Dónde hallaría la respuesta? Entonces se dio cuenta de donde había de buscar. ¡Más Allá! ¡En el Pantano de Más Allá del Reino! El Lucero del Juncal picó espuelas, se puso su mejor armadura, y se dirigió allí sin demora. Quizás aún no fuera demasiado tarde… Y la vio. Entre las sombras de los árboles, una dama de negro caminaba perdida. “¿Quién anda ahí?” preguntó la dama alarmada. “Soy el Lucero del Juncal, señor de Cebollia. ¿Y vos, mi señora?”. “Mi nombre es Taniata, del reino de Catonia”. Y entre ellos, pasó un ángel. Cuando sus ojos se cruzaron el amor anidó en sus corazones. Ella se subió a su corcel y juntos, abrazados e inseparables, recorrieron de punta a punta aquel perdido reino. Parecía que la noche no acababa nunca, siempre a la luz de la Luna Azul. Visitaron cada templo, cada aldea, cada bosque, mientras que tres lechuzas blancas los observaban en la espesura.

Sin embargo, llegados a un punto, el caballo de Lucero se detuvo en seco. Frente a el estaba el conocido Sendero de los Condenados. Se decía que en aquel camino moraban las almas perdidas cuando terminaban sus vidas sin amor. Era un lugar aciago, maldito. Y en ese punto, la Luna Azul comenzó a desvanecerse y el sol a salir por el horizonte. La dama desmontó del corcel y se acercó al camino, ante la atónita mirada del Lucero del Juncal. Entonces ella se giró y le hablo así: “Lucero del Juncal. Esta noche has amado, como la profecía dictó. Sin embargo aquí nuestros caminos se separan pues no se puede amar a la Luna cuando la noche se agosta. No seas como los lobos. No aúlles en la soledad y vive feliz del recuerdo de haber amado”. Cuando dijo esto, la dama se desvaneció entre la bruma.

Y así nació la leyenda de Lucero del Juncal, el Señor de Cebollia, el hombre que amó demasiado. Y aún se cuenta que, una vez cada 11 años, cuando hay Luna Azul, se escucha un extraño aullido humano que resuena entre la bruma, en el Sendero de los Condenados. Bajo la atenta mirada de tres lechuzas blancas…