martes, 20 de abril de 2010
Le petit Quebec
lunes, 12 de abril de 2010
Otro día...
lunes, 5 de abril de 2010
Dias de asueto
Por un lado, permitidme que os introduzca un poco en las polémicas de la política local. El actual Primer Ministro de Quebec, el liberal Jean Charest, ha aprobado un presupuesto en el Parlamento Estatal por el que se establece una nueva tasa sobre la salud. Se trata de una factura única a pagar cada vez que se visite el médico y que busca reducir la demanda del servicio sanitario. Os podéis imaginar que se trata de una cuestión muy polémica; todavía no se ha concretado la cantidad a pagar, ni si se realizarán exenciones en función de determinados requisitos (por ejemplo; niños o enfermos crónicos) pero a primera vista parece una medida regresiva. Aquí las competencias en salud la tienen los Estados aunque regulados por unas normativas federales generales (un poco como España). Ahora, justamente, entiendo cual es la razón de la manifestación de estudiantes con la que nos juntamos en otro día. Precisamente, protestaban por esta medida. Aquí, según desprendí de la conversación, las dinámicas izquierda-derecha no funcionan porque, por muy liberal que seas, la idea de gratuidad universal horroriza. Aquí el individuo debe ser responsable de sus actos y pagar por ellos. De hecho, se cree que los precios precisamente tienen esta función de control, operando siempre a través de incentivos económicos. Todo, por lo tanto, pensado desde el mercado y con un estado más regulador que intervencionista.
Otra cosas curiosa es que en Quebec no se paga apenas la factura del agua. La existencia de enormes reservas derivadas de las heladas y nevadas durante la mayor parte del año hace que sea extremadamente barata. Así pues, es común ver (como vimos, de hecho) que se da un manguerazo al garaje para limpiarlo. Algo similar pasa aquí con la gasolina ¿Cómo si no se verían estos coches tan espectaculares, con dos o más tubos de escape? Está claro que la cultura del ahorro energético no está aquí tan arraigada como en Europa. Los precios tan baratos de agua y petróleo (por ir a dos elementos escasos en otras partes del mundo) no generan incentivos para evitar que se malgasten. Y nosotros haciendo “La Hora del Planeta” apagando la luz para ahorrar… En resumen, fue una jornada muy agradable. Y no sólo por el tiempo (estamos en una ola de calor jamás igualada en 18 años) sino por lo franco y amigable de la compañía, con un trato muy horizontal y deferente entre todos los miembros del grupo.
Al día siguiente descubrimos un poco más las zonas de ambiente pasando desde el barrio latino por Rue Sant Laurent hasta Mont-Royal. Una cosa curiosa es que en muchos restaurantes indica que te traigas tú el vino de casa, que ellos ponen la comida. Así, la gente va con su botellita de casa a la cena. Por la noche hay infinitud de pubs y discotecas así que tendremos que hacer una cuidada selección. En todos hay gorila en la puerta, pero no cobran entrada por entrar (de momento). No ponen mucho “El Canto del Loco” (¡Gracias!) pero algunos temas son conocidillos. Para las 12:00 todo está abarrotado. Quitando esta exploración la verdad es que no he hecho mucho más estos días. Desgraciadamente tengo trabajo, pero espero quitármelo de encima antes de que Sanjaume nos venga a visitar la próxima semana…
jueves, 1 de abril de 2010
El tercer día
Tras ir al banco que no era y pasearnos un poco Mont-Royal arriba y abajo, hemos llegado a la sucursal apropiada. Allí hemos podido pagar nuestro primer alquiler por al casa. Curioso. Sale más beneficioso en tipo de cambio llevarles euros a ellos y que te los conviertan en dólares canadienses que pedírselo a “La Caixa” en Barcelona. Cumplido nuestro primer objetivo del día, nos hemos propuesto el segundo punto: conseguir medio de transporte para movernos por la ciudad. Tras perdernos varias veces antes de encontrar la tienda, la elegida ha sido una preciosa bicicleta “de course” de segunda mano por apenas 150 dólares, y que se suma a la propia bicicleta de los inquilinos. Aquí las calles son anchas y casi todo es llano, así que será el medio ideal para ir a la universidad y a cualquier sitio de la ciudad. El metro es carillo. Pero a la bicicleta no la teníamos que recoger hasta las 18:00 (junto a la otra, que la hemos llevado a arreglar) así que nos hemos ido a visitar el centro histórico de la ciudad.
Si habéis visto las películas de americanos esta ciudad está muy en la linea. Se aleja de nuestra concepción europea de un cogollo histórico con monumentos. Aquí hay rascacielos inmensos que, en su centro financiero, arañan el cielo. Curiosamente, hay iglesias y catedrales entre los edificios, creando un contraste muy hermoso. Nos bajamos en la estación de metro del Palacio de Congresos. Apenas habíamos dado una vuelta cuando nos encontramos con una manifestación de estudiantes (¡Siempre nos pasa!) que protestaban por la subida de las tasas universitarias y de un impuesto nuevo sobre la sanidad del gobierno estatal. Nos fuimos detrás de ellos un rato, lo que vino bien para ver los principales edificios (varias basílicas; Saint John, Saint Patrick...) y, en especial, muchos edificios imponentes de bancos, entidades financieras y negocios. Cosa curiosa: la policía iba a los lados en bicicleta para acompañar a los manifestantes. Hacia las 13:00 hicimos una parada técnica para comer algo en la típica cafetería de corte americana donde uno espera ver a entrar a los amigos de John Travolta en “Grease”.
Por la tarde ha hecho un calor increíble. Incluso daban ganas de quietarse el jersey. Nos hemos acercado dando una vuelta al mercado Brosecours donde los comerciantes traían mercancías de allende los mares y que está junto a la Notre-Dame de Montreal, que es un calco de la de París, pero más pequeña. El río Sant-Laurent tiene un paseo majo en sus orillas, pero está muy contaminado, lo que es una pena. Después hemos ido hacia China-town lleno de transeúntes asiáticos y comercios especializados en miles de productos orientales. Desde allí hemos ido a la Down-town, que es la zona más comercial. Entre enormes edificios de acero y cristal hemos caminado viendo los escaparates y perdiéndonos entre la multitud. Tras pasear por la calle Sante-Catherine, que es donde están los comercios más impresionantes, hemos ido hacia el norte, hacia la zona del college de Montreal (que es un seminario de curas) y hemos visto por fuera el campus de McGuill, una de las dos universidades anglófonas de Montreal. Mucho verde y estudiante por ahí tirado. Tenía buena pinta.
Como ya eran las seis, nos hemos vuelto para recoger la bicicleta y estamos en casa. Ya hemos cenado, una ensalada (con lechuga, pipas y aceitunas) y lo que nos sobró del macro-chuletón del otro día. Hace 10 grados y Cocó no ha vuelto. Tiene el plato en la terraza con la comida y el agua, por si acaso. Mañana se esperan máximas de 23 grados. Aquí alguien me ha tomado el pelo...
24 horas en Canadá
Hoy hemos madrugado para ir a la université. Tras desayunar mucho (claro, para vosotros era la una de la mañana y nosotros tenemos el estómago todavía en España) hemos pillado el metro. Es relativamente sencillo, aunque no te ponen el tiempo que hay que esperar entre tren y tren. Un solo trasbordo y hemos buscado a André Blais, que estará a nuestro cargo. El tipo es verdaderamente amable, y se ha preocupado por todo. Nos han asignado una oficina, aunque tendremos que traer nuestros portátiles. Su secretariado nos ha dado contraseñas de internet y demás, y ya podemos incorporarnos. Allí hemos conocido a Sabine, argentina, que está acabando la tesis y se ha desvivido por nuestra comodidad. Luego, Pascal, un tipo muy enrollado (parecido físicamente a Jorge con coleta), nos ha llevado a comer con una amiga a un irlandés. Allí he probado el “putan” (así se pronuncia, no se escribe) que son patatas y queso frito con una salsa marrón por encima. Eso, junto a una hamburguesa, ha sido nuestra primera toma de contacto culinaria. Eso, y el sirope de arce, que es una resina pringosa que me ha puesto como un Cristo. Más curiosidades; se deja un 15% aproximado de propina, su deporte predilecto es el Hockey, Montreal y Quebec ville se llevan a matar, y el viernes vamos a una fiesta a casa de Pascal. La cosa da de sí.
Por la tarde hemos ido a la Peña del Barça a ver el partido. La peña está en la Casa Social de España, cerca de la parada de metro con la que vamos a la universidad. Allí hemos conocido al presidente, un jubilado con hijos desperdigados por todo el país y que se ha mostrado muy feliz de poder tenernos allí con frecuencia. El horario del partido era malo (16:00 h. aquí) y casi todo el mundo trabaja. Sin embargo, dice que hay mucho ambiente los sábados. Nos pasaremos a ver. Tras esto, nos hemos vuelto a casa, hemos limpiado todo y hecho una macro-compra. La temperatura: 15 grados y sol. Me he puesto la chaqueta de primavera. Por lo visto este fin de semana se espera unos 20 grados. ¡El tiempo está loco