miércoles, 21 de enero de 2009

Decidirse

La vida de cualquier persona está plagada de decisiones. Continuamente estamos decidiendo cosas, haciendo honor a la bendición (o maldición) del libre albedrío. Cada cual hace lo que buenamente puede, quiere o debe según las circunstancias. Por supuesto no todas las decisiones tienen la misma trascendencia, pero a veces estamos tan apegados a nosotros mismos que perdemos la perspectiva. A todos nos pasa y ahora me explico.

Un niño empieza eligiendo su itinerario en bachillerato. Casi siempre tenemos detrás a los padres para orientarnos y a nuestro odio por alguna asignatura para descartar opciones. El que odia las matemáticas, a humanidades. Al que se le dan bien, pero odia “empollar”, al científico. Los que son manitas, al tecnológico y los que ni fú ni fá, al de sociales. Si lo pensáis, en aquel momento estabas más preocupado por cuales iban a escoger tus amigos que por el tuyo mismo. Pero la primera gran encrucijada viene con la carrera. Primero ¿Quiero hacer una o mejor un módulo? Y Después, ¿Cuál escoger? Aunque hay un rarísimo 5% que tiene vocación por algo y ya sabe a lo que va, el resto está más perdido que un pato en una catedral. Y no sólo la carrera… ¿Dónde estudiarla? Si la tienes en tu ciudad es fácil, pero si te tienes que marchar, se abre un campo notable. Y eso que no salimos al extranjero. Tus padres tiran para un lado y te presentan opciones, tomas referentes de tu entorno (un primo mayor, tus hermanos…) y al final, tomas una decisión. Tarde o temprano tienes que hacer algo.

La crisis se repite, como una dolencia crónica, cuando terminas la carrera/ módulo. Bueno, y ahora ¿Qué? Has visto que la carrera no es precisamente la panacea y que tienes tus limitaciones. Ya eres lo suficientemente adulto para ser autónomo, pero también para ser consciente del frío que hace en el mercado de trabajo. Eso si consigues uno. Empiezas a preguntarte en serio que quieres hacer con tu vida ¿Alargo estudios y hago un master? ¿Busco trabajo? Y si estudio algo ¿El qué y para qué? Como siempre, una de esas decisiones críticas. Sabes que es algo que te configurará un modo de vida el día de mañana. Es evidente que hay que tomarla tarde o temprano. Hay algunos que denominan a todas estas decisiones como decisiones “trágicas”. La razón es que optes por la alternativa que optes, siempre pierdes algo. Vamos al nudo gordiano de la cuestión. Decidir.

Cuando uno decide decidir (que no siempre ocurre) es evidente que se encuentra ante diferentes alternativas. Estas, generalmente, vienen dadas por dos cosas: ¿Qué quiero/ puedo? Y ¿Cómo hacerlo mejor? Uno pensaría que todo el mundo optará por aquello que le conviene en función de lo que quiere hacer con su vida. Pero lo cierto es que poca gente sabe lo que quiere hacer con su vida. Lo que de verdad pasa es que es un “learning by doing”, te das cuenta de lo que quieres cuando vas viviendo la vida. Pero, aunque tuvieras una preferencia clara, las alternativas se restringen. ¿Me lo puedo permitir? ¿Podré hacerlo? El administración pública hay un modelo de toma de decisiones que se llama el modelo “cubo de basura”. Viene a decir que las decisiones se toman simplemente al azar. Tampoco tan lejos. Pero lo cierto es que nosotros, aunque en cada encrucijada nos creemos que estamos ante una disyuntiva trascendental, al final dependemos mucho de nuestro carácter y muchísimo del azar. A quien conozcas, cómo te relaciones, que sientas, es algo te abre y te cierra puertas continuamente. Y eso no depende tanto del rumbo que tome el barco, más bien de si el barco está hecho de buena madera.

¿A donde quiero llegar? Aunque en la vida tomamos decisiones de gran importancia, estas nos orientan más que nos determinan. Es cierto, y aquí su importancia, que el coste de oportunidad (lo que podrías obtener con lo que dejas de hacer) es relevante. Convertir la potencia (lo posible) en el acto (lo real) es duro. Pero no tenemos que olvidar que al final no hay buenas y malas decisiones. Simplemente, decisiones. El que es importante es el que está detrás. El que importa eres tú.

2 comentarios:

Sílvia Claveria dijo...

La toma de decisiones proviene de un path-dependency previo, pero al mismo tiempo con las decisiones tomadas vas creando un camino/ inercia que a veces es difícil de cambiar. Por tanto no determinan pero casi que sí. A parte, para convertir la potencia en acto, aquí el azar tiene mucho que decir…La persona importa pero estar en el sitio indicado en el momento indicado es más importante (rememorando Mach point) Además creo que hay decisiones equivocadas. Desde aquí te deseo mucha suerte en tus decisiones!

Kanciller dijo...

Gracias por tu comentario Silvia. Por supuesto, las decisiones tienen su importancia porque al tomarlas reconfiguran las opciones que tienes a tu alcance. Gracias por citar Match Point porque es un buen ejemplo del impacto del azar.

Pero no estoy tan seguro de que para los casos que planteo (disyuntivas vitales, digamos) haya decisiones equivocadas. ¿Hacer una carrera y no otra puede ser una decisión equivocada? Nunca lo sabes porque no puedes comparar entre lo que es y lo que hubiera podido ser. Porque ni las circunstancias son las mismas en cada momento, ni tus preferencias tampoco. Igual hizo falta que perdieras un año en una carrera para que te dieras cuenta de que te gustaba otra... Sería vivir en un permanente "¿Y si...?" que no tiene sentido.

Un saludo.