miércoles, 9 de diciembre de 2009

Asuntos Exteriores

Recientemente, además de los problemas internos del país, han surgido complicaciones en política exterior. Desde que se consiguiera el éxito de nuestra representación transitoria en el G-22 (que, sinceramente, no creía posible) y recompusiéramos relaciones con EEUU (bajo la consigna de Zapatero a Obama lo que Aznar a Bush), han estallado tres crisis a pocos meses de la presidencia europea de España. Estas han sido el secuestro del Alakrana, el bloqueo de la activista Haidar en Canarias y el secuestro ahora de los cooperantes humanitarios en Mauritania. Y justo en el marco de la retirada de Solana como Mr. PESC y la entrada de la baronesa Ashton.

Tengo que reconocer en política exterior, la gestión del gobierno presenta claros y oscuros. Donde apoyo una política prudente con Cuba, la normalización de relaciones con Marruecos o la política de cooperación y desarrollo en África, repruebo algunos acercamientos innecesarios al chavismo o los bandazos con la política de defensa (salida de Irak o Kosovo, por ejemplo). Pues bien, justamente tenemos que estas crisis se vinculan con algunos de los activos del gobierno en materia exterior: el continente africano. Empecemos por el tema de los secuestros. En el caso del Alakrana está claro que el balance es positivo en la medida en que se ha logrado rescatar con vida a los tripulantes, y eso es incuestionable. Ahora bien, es evidente que ha habido errores de los que conviene aprender. Ha habido errores de coordinación entre los ministerios, además de intentar aplicar la jurisdicción de la Audiencia Nacional a este caso (lo que todavía ha complicado más la gestión de la liberación). Ha habido errores de comunicación, con las críticas de familiares y partidos políticos a la gestión del gobierno, lo que ha debilitado su poder de negociación durante la crisis. Y, evidentemente, de seguridad, tanto que el pesquero estuviera fuera del área de seguridad como que escaparan los secuestradores impunemente.

Ahora, el secuestro de los cooperantes en Mauritania es un nuevo desafío, ya que parece confirmado que es Al-Queda quien está detrás. Este hecho probablemente complicará mucho más las gestiones, ya que las demandas serán inasumibles (Desde ceder Al-Andalus hasta salir de Afganistan). Y evidentemente, una cosa es pagar un rescate pero otra cambiar una política en función de terroristas. De momento, Cospedal ha dicho que la errática política del gobierno convierte a España en un país que parece débil frente a los terroristas, una víctima fácil del chantaje. Es evidente que no son declaraciones ni oportunas ni leales dada la situación ya que el ataque de los terroristas siempre será contra el eslabón más débil. Y este es, sin duda, España. Ignoro de qué manera se demostraría fortaleza al terrorismo yihadista internacional; ¿Volviendo a Irak? Me parece que siempre habrá una excusa para una acción terrorista…

Diferente es el asunto de la activista saharaui, porque pone en contradicción la real-politik de los últimos años frente a Marruecos. Las relaciones con nuestro vecino meridional siempre han sido especialmente complicadas por las demandas cruzadas que tenemos. Ellos reclaman Ceuta y Melilla. Por el contrario, nosotros tenemos un compromiso adquirido con el Sahara Occidental. Hoy por hoy, nos movemos en la ambigüedad calculada entre promover un referéndum de auto-determinación acorde a las disposiciones de Naciones Unidas y la soberanía reclamada por el reino alauí. Y era de esperar que en cualquier momento estas corrientes de fondo erosionaran las relaciones mutuas. Aunque el interés invita a una buena relación con Marruecos, no es menos cierto que la tensión es inevitable. El caso de Haidar pone de relieve lo trágico de la contradicción para España; reconozca un Sahara independiente o la soberanía marroquí, acabará perdiendo.

Vista estas situaciones y unida a la presidencia rotatoria de España en la UE, los temas de política exterior van a ser muy importantes durante el próximo semestre. En breve podremos tener un balance de la gestión exterior del gobierno.

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