Una de las polémicas más recientes en Internet ha sido la propuesta del Partido Popular de prohibir el acceso a las redes sociales de los menores de 14 años y que los que están comprendidos entre esa edad y 18 años requieran consentimiento paterno. Yo ya me he posicionado en contra en privado por razones tanto de valores como de ejecución. Ni estoy a favor de restringir la libertad de acceso a ningún instrumento de comunicación ni creo que sea tal cosa posible por lo que a la red se refiere. Sin embargo, esta polémica si que genera interesantes reflexiones sobre la red y sus potenciales beneficios y amenazas.
No hace falta irse a hablar de menores. Una enorme cantidad de personas no saben hacer un uso inteligente de las redes sociales por lo que refiere a la gestión de su privacidad. Cuestiones tan simples como cambiar el estado de facebook o etiquetar a determinadas personas en las fotos que subes a la red compromete seriamente la intimidad propia y ajena. En términos de protección de datos, es bien conocido que las empresas hacen uso de la información que aparece en las redes sociales para configurar sus estrategias de marketing o incluso (si no se anula tal opción) emplear nuestra imagen en anuncios dentro de la red social. ¿Sabemos cuanta intimidad estamos dispuestos a sacrificar? Todo el mundo conoce historias. A una chica la despidieron del trabajo cuando puso en su perfil de facebook que no le gustaba, ¡Y eso teniendo a su propio jefe como amigo! Recientemente ha habido un asesinato de violencia de género porque la mujer cambió el estado de “en una relación” a “soltera”.
De hecho, la fractura digital se ha notado mucho de unos años para aquí. Algunos padres que son analfabetos frente a un ordenador tienen a sus hijos navegando por Internet y en el MSN sin el más mínimo control. Igual que la educación es necesaria en otras esferas, también es preciso que los padres enseñen como navegar con Internet sin peligro. Cuestiones como evitar dar datos por la red, no permitir que te agreguen personas desconocidas, no colgar fotos sin consentimiento de los presentes… son algunos consejos que se deberían dar a menores (y no tan menores) pero que no se dan. Como ocurre con casi todo lo que inventamos, Internet es una herramienta poderosa que permite muchas oportunidades pero que también tiene sus peligros. Podemos, gracias a las redes sociales, generar comunidades de gente con los mismos intereses, relacionarnos con personas a las que hace tiempo que no vemos o con las que no estamos físicamente presentes… pero también son una amenaza a nuestra libertad. Si entendemos que también tenemos que ser libres para poder tener un espacio de privacidad.
Creo que esto deja un poco claro que la idea de la prohibición del acceso a los menores es una solución (?) simple a un problema complejo. Porque si hubiera que prohibir todo aquello que puede tener una influencia nociva sobre los menores, a lo mejor censurábamos media parrilla de las televisiones. Sea para las redes sociales, o para Internet en general, existen métodos mejores para incentivar su uso responsable. Quizás, sentarte con tu hijo un rato frente a la pantalla del ordenador.
No hace falta irse a hablar de menores. Una enorme cantidad de personas no saben hacer un uso inteligente de las redes sociales por lo que refiere a la gestión de su privacidad. Cuestiones tan simples como cambiar el estado de facebook o etiquetar a determinadas personas en las fotos que subes a la red compromete seriamente la intimidad propia y ajena. En términos de protección de datos, es bien conocido que las empresas hacen uso de la información que aparece en las redes sociales para configurar sus estrategias de marketing o incluso (si no se anula tal opción) emplear nuestra imagen en anuncios dentro de la red social. ¿Sabemos cuanta intimidad estamos dispuestos a sacrificar? Todo el mundo conoce historias. A una chica la despidieron del trabajo cuando puso en su perfil de facebook que no le gustaba, ¡Y eso teniendo a su propio jefe como amigo! Recientemente ha habido un asesinato de violencia de género porque la mujer cambió el estado de “en una relación” a “soltera”.
De hecho, la fractura digital se ha notado mucho de unos años para aquí. Algunos padres que son analfabetos frente a un ordenador tienen a sus hijos navegando por Internet y en el MSN sin el más mínimo control. Igual que la educación es necesaria en otras esferas, también es preciso que los padres enseñen como navegar con Internet sin peligro. Cuestiones como evitar dar datos por la red, no permitir que te agreguen personas desconocidas, no colgar fotos sin consentimiento de los presentes… son algunos consejos que se deberían dar a menores (y no tan menores) pero que no se dan. Como ocurre con casi todo lo que inventamos, Internet es una herramienta poderosa que permite muchas oportunidades pero que también tiene sus peligros. Podemos, gracias a las redes sociales, generar comunidades de gente con los mismos intereses, relacionarnos con personas a las que hace tiempo que no vemos o con las que no estamos físicamente presentes… pero también son una amenaza a nuestra libertad. Si entendemos que también tenemos que ser libres para poder tener un espacio de privacidad.
Creo que esto deja un poco claro que la idea de la prohibición del acceso a los menores es una solución (?) simple a un problema complejo. Porque si hubiera que prohibir todo aquello que puede tener una influencia nociva sobre los menores, a lo mejor censurábamos media parrilla de las televisiones. Sea para las redes sociales, o para Internet en general, existen métodos mejores para incentivar su uso responsable. Quizás, sentarte con tu hijo un rato frente a la pantalla del ordenador.
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