lunes, 11 de enero de 2010

La leyenda de Lucero del Juncal

En primer lugar, quiero empezar con una disculpa. Ni me despedí del año desde el blog ni he escrito durante demasiados días. El parón navideño, para mí, ha sido total. Pero ahora que estoy de vuelta en Barcelona y con las energías renovadas, retomo el ritmo en la kancillería. Permitidme, antes que nada, que os desee un buen comienzo de año. Últimamente no he hecho nada de especial trascendencia, ni en Cádiz ni en Arnedo, aunque es verdad que puedo considerarme testigo de un hecho histórico. Dejadme que os narre la epopeya.

Érase una vez que se era un reino alejado de Dios y de los hombres. Allí, de entre los pocos moradores que lo habitaban, habíase un noble caballero conocido como “El Lucero del Juncal”. Este guerrero hidalgo, siempre gallardo y bien plantado, era conocido por sus virtudes: su amor por el trabajo duro y la enorme generosidad con la que repartía sus dineros. Sin embargo, pese a tanta nobleza, el caballero era desdichado. ¿Y cual era la razón? No era otra que una terrible maldición que hace tiempo la vieja bruja Mena lanzó sobre todo el reino y que decía: “Sapos y culebras, cabezas de ratón, moriréis los varones de este reino solteros y sin amor”. Este terrible maleficio había traído la aflicción a aquellas tierras y había condenado a que todos los hombres del reino murieran sin descendencia. Y así, el linaje del Juncal, para gran pesar de nuestro héroe, había de terminar en él.

Sin embargo, quizás no todo estuviera perdido. Tras 25 años de maldición, y tras no pocas aventuras, el Lucero del Juncal se decidió a convocar a los tres brujos más sabios del reino el mismo día que el cumplía su aniversario. El primero en llegar fue el Maestro Low, conocedor de las ciencias de la tecnología. El segundo, el Maestro Spar, experto en las artes de la economía y señor de muchos feudos. Y el tercero, el Maestro Sym, sabedor de astrología y ciencias oscuras. Convocó a estos poderosos brujos el Lucero del Juncal en el Sagrado Templo de la diosa Nirvana y allí, les conminó a buscar una solución a la maldición. Tras horas largas horas de reunión de hablaron de este modo. Le dijo el Maestro Sym; “Una vez cada 11 años, cuando se produce Luna Azul al haber dos lunas llenas el mismo mes, y en el 25 aniversario del nacimiento de un caballero…”, “…y _ siguió el Maestro Spar_ cuando su corazón es noble por repartir entre sus vasallos los elixires de los Dioses y Más Allá,…” “… nada podrá impedir que como un ariete, el amor haga caer las barreras del corazón de cualquier dama”_ Concluyó el maestro Low.

Lucero del Juncal salía del templo intrigado por el significado de aquella profecía. ¿Habría llegado el momento de romper el maleficio? Miró al cielo y vio que los astros le eran favorables. Se dio cuenta de que había repartido con generosidad el elixir entre sus huestes y de que hoy era su aniversario. Pero ¿Dónde hallaría la respuesta? Entonces se dio cuenta de donde había de buscar. ¡Más Allá! ¡En el Pantano de Más Allá del Reino! El Lucero del Juncal picó espuelas, se puso su mejor armadura, y se dirigió allí sin demora. Quizás aún no fuera demasiado tarde… Y la vio. Entre las sombras de los árboles, una dama de negro caminaba perdida. “¿Quién anda ahí?” preguntó la dama alarmada. “Soy el Lucero del Juncal, señor de Cebollia. ¿Y vos, mi señora?”. “Mi nombre es Taniata, del reino de Catonia”. Y entre ellos, pasó un ángel. Cuando sus ojos se cruzaron el amor anidó en sus corazones. Ella se subió a su corcel y juntos, abrazados e inseparables, recorrieron de punta a punta aquel perdido reino. Parecía que la noche no acababa nunca, siempre a la luz de la Luna Azul. Visitaron cada templo, cada aldea, cada bosque, mientras que tres lechuzas blancas los observaban en la espesura.

Sin embargo, llegados a un punto, el caballo de Lucero se detuvo en seco. Frente a el estaba el conocido Sendero de los Condenados. Se decía que en aquel camino moraban las almas perdidas cuando terminaban sus vidas sin amor. Era un lugar aciago, maldito. Y en ese punto, la Luna Azul comenzó a desvanecerse y el sol a salir por el horizonte. La dama desmontó del corcel y se acercó al camino, ante la atónita mirada del Lucero del Juncal. Entonces ella se giró y le hablo así: “Lucero del Juncal. Esta noche has amado, como la profecía dictó. Sin embargo aquí nuestros caminos se separan pues no se puede amar a la Luna cuando la noche se agosta. No seas como los lobos. No aúlles en la soledad y vive feliz del recuerdo de haber amado”. Cuando dijo esto, la dama se desvaneció entre la bruma.

Y así nació la leyenda de Lucero del Juncal, el Señor de Cebollia, el hombre que amó demasiado. Y aún se cuenta que, una vez cada 11 años, cuando hay Luna Azul, se escucha un extraño aullido humano que resuena entre la bruma, en el Sendero de los Condenados. Bajo la atenta mirada de tres lechuzas blancas…

4 comentarios:

exekias dijo...

Impagable relato Pablo! Como impagable la hazaña acontecida!

Gracias por regalarnos un pedacito de noche que me habría gustado vivir en persona, y es que... cuantas lecciones tenemos que aprender del Señor de Cebollia

La próxima vez que vayamos al cine en 3D paramos...

Plopesc dijo...

SIN PALABRAS
Como aquella gran noche, fuimos elegidos en el momento que nos quedamos y nos atrevimos a salir...
Esperemos que se aceleren las lunas y vuelvan a coincidir...

Salud!!

Anónimo dijo...

No te puedes ni imaginar como me dolió haberme ido a casa, me hubiera gustado ser la cuarta lechuza al acecho, pero tenía que madrugar demasiado y las esperanzas de que algo así pasara eran realmente pequeñas después del bajón que le dió al lucero.

En cuanto a lo de Carlos es normal, la probabilidad de vivir un evento de este tipo es muy pequeña si te quedas guarreando en otros sitios todas las noches sin decirnos ni mu.

Palabra del señor....

Plopesc dijo...

Pero que majo y que salao que eres amigo Yanguas, a la par que delicado