martes, 20 de abril de 2010

Le petit Quebec

A petición de mis fans incondicionales, narraré nuestras últimas aventuras. El pasado fin de semana nos fuimos a visitar a Marc Sanjaume a la ciudad de Quebec. Pero, un momento, ¿No estabais ya en Quebec? Pues si y no, porque Quebec es tanto el nombre de la provincia como el de la ciudad que es su capital (Como Murcia, vamos). Para llegar hasta allí utilizamos el « Amigo Express », que se trata de un servicio en internet que coordina a coches particulares que vayan a una ciudad a otra para que transporte a gente que se inscriba. Es un sistema bastante popular y seguro, y tiene como ventaja su precio sensiblemente más barato que el transporte público (aquí carísimo), la sostenibilidad ambiental y la rapidez. A la ida nos llevó un simpático « quillo » con su horrible coche metalizado rojo y a la vuelta (el domingo) una macro-furgoneta cargada hasta las trancas de estudiantes.

Marc nos deleitó según llegamos con una estupenda cazuela de hélices regadas con algo de cerveza. Tras ponernos por enésima vez « La Cumbia de los Aburridos » de Calle 13 nos pusimos en marcha al « Tart », un disco-bar de muy buen ambiente. El sistema aquí se basa en pedir los famosos « Pichets de bière », que son unas jarritas de cerveza con sus vasos correspondientes. Notición: en este bar daban acceso ilimitado y gratuito a palomitas de maíz. Ya os podéis imaginar las consecuencias… Al día siguiente nos pusimos en marcha hacia el centro. La ciudad tiene un corte muy europeo en sus calles, cercada por una muralla, presidida por un imponente castillo y guardada por una ciudadela. Por supuesto, como politólogos, nuestro primer destino fue la Asamblea Nacional de Quebec. Alucinante. El edificio está guardado por estatuas de todos los personajes históricos importantes de la región (Cartier, su descubridor, Talón, el primer gobernador francés, Wolfe, el general inglés que ganó la colonia para Reino Unido…). Un diez en atención al público del parlamento. Nos dejaron entrar sin problemas con visita guiada. Se trata de una Asamblea de corte británico, cuadrada y digna de admirar. Desde allí dimos un paseo por el parque aledaño, siguiendo el trayecto de las murallas exteriores (El Paseo e los Gobernadores) para adentrarnos en la ciudad. Básicamente, estuvimos todo el día callejeando. Y me he comprado una boina que, sin duda, ya he amortizado.

Esa noche nos fuimos con los "sujetos de estudio" de Marc, que son los jóvenes de Rassemblement Quebecois, un movimiento juvenil independentista. Nos llevaron de bares y aproveché para conocer mejor la naturaleza del nacionalismo quebequés, cuyo juicio político dejo para otra ocasión en que lo tratará más extensamente. Teníamos prisa esa noche porque ambos Marc se habían apuntado a una carrera en la universidad de Laval. Las reglas curiosas de esta es que gana no el que más corre, sino el que acierta el tiempo en que llegará (sin reloj, claro). Pero como el tiempo es caprichoso, esa mañana se puso a llover y nevar a espuertas, de modo que mis buenos amigos terminaron pasaditos por agua. Mojados, pero contentos. Yo me quedé en la meta, of course, viendo el entrenamiento de hockey hielo. A la tarde, visita militar. La fragata « Joan D`Arc » estaba atracada en el puerto y dejaban verla por dentro, de modo que nos quedamos a cuadros ante el poderío del Leviatán moderno. Aprovechamos para visitar la otra orilla viajando en ferry, pero la ciudad de Leví estaba completamente muerta. A la noche vimos el partido de hockey hielo mientras cenábamos (Montréal perdió por poco) y volvimos al « Tart ». Por supuesto, aquí se empieza la fiesta a las 10 y se acaba a las 3. No es mala medida para poder aprovechar la mañana siguiente…

Por último, el domingo nos fuimos a ver una cascada impresionante que hay a las afueras de la ciudad. El viaje en bus fue un tormento para mis tripas, pero la vista mereció la pena : un paraje natural excepcional y menuda cantidad de agua… Por descontado, acabamos mojados como una mala cosa, pero es por nuestra manera de ser. Nos metimos hasta la cocina. Y de vuelta a Montréal, a ver si hacemos algo de provecho, que ya toca. PD : Nos quedamos dos semanas en la ciudad, que aún no la hemos visto entera. ¡Ya nos vale!

2 comentarios:

Toni Rodon dijo...

Pablo,

I la boina? No en dius res? :P

Gerardo dijo...

no les gusto la cumbia de los aburridos???