lunes, 3 de mayo de 2010

Boston, joya de Nueva Inglaterra

Voy a narrar un poco por encima los últimos pormenores de nuestras actividades en tierras quebequesas. Sé que muchos echabais ya de menos una nueva entrega de esta especie de “novela de viaje”, de modo que aquí va. Dejaré de lado las historias sobre mi primer ascenso a un “Castell”, nuestra captura fallida de un gato infernal o mi pequeño accidente en bicicleta. Dejadme que os hable un poco de Boston.

La ida y la vuelta la hemos hecho en autobús, con lo que hemos tenido que pasar por sus correspondientes 7 horas y media desde Montreal, si bien se pierde en torno a una hora en la frontera para entrar en EEUU y unos 10 minutos para la vuelta. Hemos hecho el viaje por la noche, de modo que hemos podido amortizar el viaje al máximo. La suerte ha sido tener a Sandra allí (compañera de doctorado), que nos ha tratado de maravilla y nos ha mostrado las mieles de la capital de Massachussets. Y con unos 22 grados de media cada día. Según llegamos, bien temprano, nos fuimos a visitar Harvard. La arquitectura y la disposición de la universidad es muy británica. Sin duda es de las más elitistas, caras y pijas de todo el planeta. Con lo que se paga de matrícula… La Kennedy (que está adscrita) no es menos impresionante. Allí todo lo disponen de forma circular, mucho más orientado al diálogo entre iguales. Justamente ese día hacían un concurso en la institución para escribir informes sobre relaciones internacionales con otros países. El ganador designado por el jurado lo leerá ante la secretaria de Estado, Hillary Clinton. Para que veáis del nivel que estamos hablando.

Por la tarde nos fuimos a hacer el Freedom Trial, que es una especie de recorrido que te lleva por los enclaves más turísticos vinculados con la Revolución Americana (La Guerra de Independencia). Boston fue crucial en esa historia, por ser ciudad natal de próceres como Franklin o Adams, su papel durante la guerra o la importancia del “Motín del Té”, que tuvo lugar en esta ciudad cuando los patriotas se decidieron a lanzar el té por la borda de varios barcos mercantes en protesta por la nueva tasa de Londres. Cosas que me han encantado de la ciudad son sus enormes y espaciosas aceras. La zona central tiene muchos espacios para los viandantes, además de unos parques muy bien cuidados y me ha sorprendido hasta que punto todo el mundo habla español en esta ciudad. El barrio italiano de verdad parece una ciudad de ese país y caminar por el puente que une Cambridge (donde está Harvard) y la ciudad de Boston no tiene desperdicio. Es un horizonte precioso por la noche.

Al día siguiente visitamos MIT, el famoso instituto tecnológico. El edificio es feo, pero nos gustó el STATA, que es una especie de edificio de-construido, como de cuento. Ese día mereció mucho la pena la langosta que comimos (por un precio relativamente razonable) aunque tengo que reconocer que no es un bicho de mi devoción. Aún así, estaba bien rica. Esa tarde el paseo fue sobre todo por el puerto. ¡Qué lujo de yates! ¡Qué bien cuidado todo! La escena de los hermosos jardines, con estanques llenos de patos, sauces llorones, tulipanes y rascacielos en el horizonte es el propio de una película de Hollywood. También visitamos las zonas más comerciales. EEUU es un país donde si no eres rico, desde luego, no mola. Lujosos coches, gente ultra-trajeada… Subimos también al Prudential, un rascacielos, y fingimos tomar un café mientras disfrutábamos de las vistas. Por la noche tomamos un par de cervezas con unas amigas de Sandra y conocimos el contraste entre las dos Américas: la chabacana de Hard Rock Café y la pija de “Sexo en Nueva York”.

Al día siguiente nos fuimos a Salem, el famoso pueblo de la brujas. Allí se supone que unas niñas, fingiendo que oían al diablo, la liaron parda quemando a unos cuantos notables de la ciudad. Cuando las descubrieron les dieron un poco de su medicina… En fin, el pueblo muy turístico y tranquilo. Como estaba a media hora, no nos metimos tampoco en museos (demasiado artificiales) y preferimos ir a visitar la zona de Massachussets Avenue. Un genial paseo hasta casa de Sandra. Era domingo y el tiempo ya se nos estaba echando encima así que la visita no dio para más. De verdad, una ciudad genial. Merece mucho la pena ir a verla. Al menos, con este tiempo de fábula…

2 comentarios:

Joana dijo...

Hola, Pablo :)
Ya se te echaba de menos por aquí, sí!
Me gustan muchos estos relatos de viaje, y se me ponen los dientes de largos... La envidia era uno de los pecados capitales, ¿verdad? Pues no veas cómo peco en eso... Imagino que no necesitas argumentos ajenos para disfrutar todo lo posible de lo que estás viviendo, pero de todas maneras te lo voy a dar: tu generación tiene unas oportunidades que las anteriores (si los recursos eran limitados) no tuvimos. Disfruta y apura cada minuto, el aprendizaje de la vida no termina nunca :)

VINICIO SANTOS dijo...

Solicito la firma de la paz de mis calumniadores y de mis secuestradores de las bandas de plagirios conmigo en el pacto de Versalles y en el pacto de Boston como tambien en el pacto de Varsovia porque los tales son BABILONIA LA GRANDE la madre de todas las rameras la que se sienta sobre muchas aguas y tambien las 10 vírgenes imprudentes de las bodas del cordero de Dios porque soy la bestia de la gran ramera del Apocalipsis y el Dragón del Apocalipsis.