lunes, 16 de marzo de 2009

El republicanismo: ¿Complemento o alternativa?

Hace algunos días fui a una conferencia que organizaban JSC-JSE sobre movimientos sociales y las políticas de izquierda. En una de las mesas redondas que se organizaban llamada “Nuevos derechos y libertades”, habló el diputado Álvaro Cuesta. En esta intervención se mencionó las bondades del republicanismo como una forma de legitimación de la izquierda post-marxista. Precisamente comentó el ponente a modo de anécdota su charla con Pettit, el principal teórico del republicanismo, en la que “vendía” su teoría como forma de legitimación de la social-democracia. Creo que esto presenta algunos riesgos…

En la exposición se demostró cómo el diputado en cuestión se había mirado la teoría del republicanismo muy por encima. En general, incidió en uno sólo de sus aspectos: la libertad como no-dominación. Se trataría de la libertad individual que se basa en que no haya dominación arbitraria por parte de ningún poder externo. Ni externo a la comunidad ni externo al individuo. Por ello, se buscaría una provisión de recursos sociales que permitiera la no injerencia sobre los proyectos de vida autónomos de los ciudadanos. Por supuesto, es un concepto que intuitivamente parece justo. Sería una suerte de “libertades positivas formuladas en negativo”. Esto es, unos derechos negativos (los que tutelan al individuo) que requieren de intervención pública para desarrollarse. Podría pensarse que es un vehículo post-moderno atrayente para la izquierda. Pero es más un complemento al liberalismo clásico (derechos individuales garantizados) que una alternativa. Pero al tanto, porque siempre hay un peligro oculto, ya que el garante de tal “libertad cómo no dominación” es el Estado. Volvemos por lo tanto al estado russoniano donde la libertad del individuo es la de la comunidad.

Pero el diputado se olvidó dos puntos del republicanismo. El primero, que se trata de un movimiento que valora que la participación es un valor supremo. Se debe participar siempre en los asuntos públicos de manera activa. Por lo tanto, habla de un ciudadano cívico. No escuché del diputado ninguna iniciativa en este sentido, porque en el fondo es clase política, y subyace su vocación de representación. El segundo elemento es que el republicanismo es moralmente exigente. Espera que el ciudadano, para participar debidamente, disponga de unas virtudes cívicas. Por supuesto, esto viene de muy antiguo (desde Aristóteles, al menos) pero no hay acuerdo sobre que virtudes son las deseables. Por lo tanto, el republicanismo exige un compromiso activo individual y colectivo muy fuerte. Se plantean por esto varios problemas: si el ciudadano no desea participar ¿Es un paria que debe ser excluido? Si el ciudadano no dispone de las virtudes cívicas ¿Se le debe educar para que las tenga? ¿Quién decide cuales se deben inculcar? El problema es que vuelve el Estado para protegernos. ¿Qué sociedad hay más participativa que la China comunista, dónde todo el mundo se va de desfiles y está afiliado al Partido?

Creo que hay cierta desorientación ideológica en la izquierda. Plantear el republicanismo como una forma de legitimar la social-democracia creo que es un error. Se deben aclarar varias cosas. La primera, es que hoy día de que sólo las fuerzas moderadas (a izquierda y liberales de derecha) defienden las libertades individuales. Los embates del fundamentalismo, el neo-conservadurismo y el populismo de izquierdas son furibundos. Aunque la izquierda tenga un recorrido ideológico desde el marxismo, debe interiorizar la defensa de los derechos individuales como propia. Y segunda, que el republicanismo es una propuesta interesante, pero que no puede ser sustitutivo de los primeros. Debe ser un complemento. La izquierda debe trabajar a fondo la defensa de la igualdad de resultados para asegurarse de que los hombres tengan acceso a un sistema meritocrático justo y que la igualdad de oportunidades no camufle la discriminación (Véase Jose María Maravall). Sólo quiero recordar la frase apócrifa: “No basta con que los hombres sean lo más libres posible. Hay que luchar por una sociedad en que todos los hombres sean igual de libres”.

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