Mucho se está hablando estos días del sorpasso del Partido Popular en las encuestas, si bien creo que no es nada que sorprenda. Quizás desde la ruptura de la mesa de diálogo social, antes del verano, ha empezado la debacle del gobierno. La descoordinación del subsidio extra de paro, los ataques del grupo PRISA, la propuesta de reforma fiscal y el empeoramiento de las perspectivas económicas son las causas del aliento que ha tomado el PP. Eso implica que, más que convencer la alternativa (que está hasta las orejas con la corrupción), simplemente hay más gente descontenta con el PSOE que con el PP. Menudo panorama.
Vamos a analizar algunos de los puntos. Respecto de lo del subsidio extra de paro, es evidente que en el gobierno han vuelto a fallar los mecanismos de coordinación. Hasta intentando meter goles se lo meten en propia puerta. El error en los plazos terminó generando que de esta medida tan sólo se recuerden los desatinos y no el alivio que supone para los receptores. Yo, por mi parte, estoy en contra de esta medida por más anti-social que pueda parecer. Creo que ese dinero habría estado mejor invertido en, por ejemplo, reformar el funcionamiento del INEM (cuyo funcionamiento deja mucho que desear) o en políticas activas de empleo (formación a parados). Pero bueno, si se aprueba, sea pues, pero que se hubiera hecho con más sentido común. Respecto de los ataques del grupo PRISA, es evidente que lo de la rabieta por la TDT de pago fue el detonante. Pero cuidado, porque no es tan sencillo. El gobierno ya había favorecido en otras ocasiones a Mediapro (con el enfado de Cebrián pero no con reacciones tan duras). Esta vez, algunas de las críticas que le hace al gobierno, tienen su razón de ser. Muy en especial, la que le acusa de tener una visión de corto plazo, esperando que la recuperación de los países del entorno salven los muebles a la economía española. Hay que hacer reformas, costosas, del mercado de trabajo, del sector productivo, del inmobiliario… Y no abaratando el despido, si no introduciendo flexiblidad y productividad.
El detonante quizás más brutal de la caída del PSOE ha sido el anuncio de la reforma fiscal. Yo reconozco que estoy a favor de la subida de impuestos, ya que hay que sostener los niveles de inversión pública para estimular la economía. Sin embargo, por razones macroeconómicas, es poco inteligente gravar el consumo, que es el principal componente del PIB español. Más aún, resulta ser regresivo, ya que son las rentas más bajas las que tienen un mayor componente de consumo sobre su renta disponible. En vez de aumentar los tipos para los tramos más altos, meter mano a las SICAV, se ha optado por la salida fácil (porque es más fácil de recaudar) pero es una propuesta que no contenta a nadie. Ni a derecha, porque es una subida de impuestos, ni a izquierda, porque es una propuesta regresiva. Y las perspectivas económicas siguen empeorando. Ha subido el desempleo y llegaremos al 20% a finales de año. El FMI nos recuerda que tardaremos más que cualquier país en salir de la crisis dada la necesidad de reajuste del sector inmobiliario.
Creo que lo peor que puede hacer el PSOE es enrocarse en la defensa de una gestión tan mala que hasta los propios miembros del partido lo reconocen sotto voce. Aunque queda una eternidad política para las elecciones, es momento de tener visión de país y coger el toro por los cuernos. Hay que hacer un cambio de rumbo. Eso implica hacer reajustes duros y que no satisfagan. Consiste en prometer sudor y abandonar el optimismo antropológico. ¿Estará el Presidente dispuesto a hacerlo?
Vamos a analizar algunos de los puntos. Respecto de lo del subsidio extra de paro, es evidente que en el gobierno han vuelto a fallar los mecanismos de coordinación. Hasta intentando meter goles se lo meten en propia puerta. El error en los plazos terminó generando que de esta medida tan sólo se recuerden los desatinos y no el alivio que supone para los receptores. Yo, por mi parte, estoy en contra de esta medida por más anti-social que pueda parecer. Creo que ese dinero habría estado mejor invertido en, por ejemplo, reformar el funcionamiento del INEM (cuyo funcionamiento deja mucho que desear) o en políticas activas de empleo (formación a parados). Pero bueno, si se aprueba, sea pues, pero que se hubiera hecho con más sentido común. Respecto de los ataques del grupo PRISA, es evidente que lo de la rabieta por la TDT de pago fue el detonante. Pero cuidado, porque no es tan sencillo. El gobierno ya había favorecido en otras ocasiones a Mediapro (con el enfado de Cebrián pero no con reacciones tan duras). Esta vez, algunas de las críticas que le hace al gobierno, tienen su razón de ser. Muy en especial, la que le acusa de tener una visión de corto plazo, esperando que la recuperación de los países del entorno salven los muebles a la economía española. Hay que hacer reformas, costosas, del mercado de trabajo, del sector productivo, del inmobiliario… Y no abaratando el despido, si no introduciendo flexiblidad y productividad.
El detonante quizás más brutal de la caída del PSOE ha sido el anuncio de la reforma fiscal. Yo reconozco que estoy a favor de la subida de impuestos, ya que hay que sostener los niveles de inversión pública para estimular la economía. Sin embargo, por razones macroeconómicas, es poco inteligente gravar el consumo, que es el principal componente del PIB español. Más aún, resulta ser regresivo, ya que son las rentas más bajas las que tienen un mayor componente de consumo sobre su renta disponible. En vez de aumentar los tipos para los tramos más altos, meter mano a las SICAV, se ha optado por la salida fácil (porque es más fácil de recaudar) pero es una propuesta que no contenta a nadie. Ni a derecha, porque es una subida de impuestos, ni a izquierda, porque es una propuesta regresiva. Y las perspectivas económicas siguen empeorando. Ha subido el desempleo y llegaremos al 20% a finales de año. El FMI nos recuerda que tardaremos más que cualquier país en salir de la crisis dada la necesidad de reajuste del sector inmobiliario.
Creo que lo peor que puede hacer el PSOE es enrocarse en la defensa de una gestión tan mala que hasta los propios miembros del partido lo reconocen sotto voce. Aunque queda una eternidad política para las elecciones, es momento de tener visión de país y coger el toro por los cuernos. Hay que hacer un cambio de rumbo. Eso implica hacer reajustes duros y que no satisfagan. Consiste en prometer sudor y abandonar el optimismo antropológico. ¿Estará el Presidente dispuesto a hacerlo?
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