viernes, 30 de octubre de 2009

Grandes secundarios

Os cuento un poco la razón de esta entrada. Ayer había una de estas fiestas universitarias de los jueves de las que uno no puede escaquearse. Pues bien, el punto de salida era la Residencia, a la cual ya he venido un par de veces este mes. Allí, como durante los últimos 6 años, estaba vigilando la entrada Ricardo, el segurata. Hasta aquí todo normal. Pero lo curioso es que he hablado con él más veces en estos días que en todos estos años. Esto me hizo pararme a pensar en esos grandes secundarios de nuestra vida.

Los personajes secundarios no son nuestros amigos, es verdad. Nunca les dedicamos más tiempo que el que dura nuestro interés. Pero están allí, y son las personas que vertebran nuestra vida sin que nos demos cuenta. Seguiré con ejemplos concretos. Durante los últimos 15 años de mi vida en que he ido a comprar el pan a “La Felisa”, la misma señora me ha atendido siempre. Se sabe de memoria lo que le pido (dos barras poco cocidas del horno viejo) y nuestra interacción se limita a eso. La saludo quizás si me la cruzo por la calle, pero no ocupa en mi CPU más espacio que la asociación de ella y las barras de pan. Pero ¿y si un día no estuviera? De entrada me resultaría extraño, y pensaría en por qué no está. Quizás me podría acostumbrar a que otra persona hiciera su tarea. Pero ya no sería lo mismo. Con la rutina y la costumbre ha nacido un vínculo entre esa persona y yo. Ahora, forma parte de esas pequeñas líneas maestras que dan seguridad y estabilidad a mi pasear por este planeta. Seguro que muchos tenéis otros en mente; desde alguien que cada mañana te cruzas en el metro hasta el camarero del bar que más frecuentas.

¿Por qué me habla más Ricardo (y yo también tengo ganas de hacerlo) ahora que en todos los años anteriores? Quizás venga en parte de una cierta añoranza de la época anterior. De todo aquello de la vida estudiantil más pura. Pero yo creo que es por otra cosa. Creo que, en cierta medida, nos echamos de menos. ¿Extraño, verdad? Nos habíamos incrustado hasta tal punto el uno en la rutina del otro, que ahora, como no nos vemos tanto, tenemos la necesidad de acercarnos. Y la verdad es que me produce bastante alegría que así sea. Ya se que parece una tontería, pero invita a mirar a nuestro alrededor con más atención. Es un poco como en la química. Los elementos lo forman los átomos, pero hay enlaces entre ellos que no son menos importantes. Y es verdad que lo importante en nuestras vidas son los amigos, la familia y la gente que nos quiere. Pero hay unos elementos, que parecen irrelevantes, pero que son la argamasa que mantiene en pie el edificio. Son el panadero que nos atiende siempre, el quiosquero que nos da la prensa que conocemos, el tipo con el que coincidimos en el bus. Son, en definitiva, esos grandes secundarios.

1 comentario:

lolo dijo...

Y los terciarios que??, por que bueno todos tenemos algun sitio a la hora de dar por saco o no????