viernes, 6 de noviembre de 2009

COBARDE

Se que un blog está pensado como una herramienta de onanismo intelectual. Escribimos nuestras opiniones, les damos difusión y esperamos el aplauso o la crítica de aquellos que las siguen (familiares, amigos, conocidos). Sin embargo, esta vez quiero hacer algo diferente y sincerarme: quiero reconocer que soy un cobarde. Se que no es una noticia nueva para mucha gente y que puede sonar crudo para quien no tuviera constancia, pero quiero que todo el mundo lo sepa. Aunque luego me arrepienta.

Ayer volvía de la fiesta de la Universidad Autónoma de Barcelona a través del metro de la línea roja. Helado de frío y con ganas de regresar a casa, me apoyé contra la puerta del vagón. Estaba atestado de gente; unos borrachos, otros que regresaban tras pasar una velada por el centro. La cosa es que había unos señores charlando con una mujer de edad madura frente a mí, y al lado, una pareja joven abrazada. Fue entonces cuando reparé en que el joven estaba metiendo con disimulo la mano en el bolso de la señora y su cartera empezaba a asomar. Mi primer instinto fue de alarma y di un paso hacia delante, pero entonces mis miradas se cruzaron con la de la chica joven. Ella advirtió a su cómplice que lo estaba viendo. Y me quedé paralizado. El tipo se giró y me frunció el ceño. Me pareció que sacó la mano del bolso. Sin embargo, no pude moverme. Cuando lo que me pedía el cuerpo era acercarme a la señora y decirle cualquier tontería para que cambiara de posición, no fui capaz. Entonces llegó mi parada, y estando hecho un mar de dudas, salí del vagón. ¿Le habrá robado la cartera? Eso ya nunca lo sabré. Pero lo que sí me sentí es como un despojo humano.

Siempre he predicado que para que el mal triunfe en el mundo, basta con que los hombres buenos no hagan nada. Siempre me ha parecido indignante cuando la gente permanecía pasiva ante las injusticias. Y sin embargo, cuando me toca actuar, entonces me paralizo. No soy capaz de hacer lo que debo. Por eso no me queda más que etiquetarme como lo que soy: un cobarde. No tengo los arrestos necesarios. Dudo que venga Dios a castigarme, no creo que la confesión me redima de mis pecados, ni creo que haya buenas obras que puedan compensar mi pasividad. El culpable del robo es el chorizo pero quizás con un pequeño gesto habría tenido la oportunidad de ser buen ciudadano y frustrarlo. El mal ya está hecho, porque probablemente le habrá robado la cartera a la señora.

No escribo esta entrada para exculparme ni para flagelarme. No la escribo para mostrar cierta “valentía” figurada en reconocer mis vicios. La escribo por una sola razón. La escribo porque se que quedará registrada para siempre en esta especie de blog-diario. Porque quiero que cada vez que mire el historial, recuerde lo que no hice y me sirva para recordar mi defecto más despreciable. Y quizás, el día de mañana, me sirva para actuar con el coraje que me faltó ayer.

1 comentario:

Anónimo dijo...

lolo dice: I don't agree with you resalo, por que recuerdo una vez en la plaza mayor de Barcelona que tu actuacion sirvio para evitar lo que ahora no has sido capaz de hacer, que desde luego es cobardia pero no de tu exclusivo uso. Por ciero tranquilo que Dios no te va ha catigar esta muy ocupado resolviendo los problemas de Afganistan