miércoles, 9 de junio de 2010

Tragedia

Por definición, una tragedia es aquella situación en la que uno sólo puede optar entre dos males inevitables. En la que haga lo que haga, está abocado al abismo. Esta situación se asemeja mucho a la que está pasando ahora mismo el Gobierno Zapatero. Y creo que toca explicitar algunos de los problemas que le han venido impuestos y que le han abocado a esta situación. Dejemos de lado los errores, que creo que ya he subrayado bastante en las últimas entradas (aunque algunos nos han llevado hasta aquí). Veamos de momento la espada y la pared.

Cuando comenzó la crisis, y después de aprobados los planes de rescate bancario con mejor o peor fortuna, el gobierno optó por las políticas de estímulo de la demanda a través de ayudas al automóvil, plan E… que estimuló la economía y que retrasó el crecimiento del paro. Ya he criticado como se ejecutaron esta medidas, pero está claro que tuvieron un impacto positivo, por encima incluso de lo previsto. Evidentemente eso genera déficit y deuda pública, lo que no es un problema cuando media Europa se ha lanzado a políticas de cuño neo-keynesiano. Pero de repente, llega la crisis de Deuda, que azota a Grecia y Portugal, y los ataques especulativos colocan a España en el ojo del huracán. ¿Qué hacer? Por una parte, si se retiran los estímulos económicos, es decir, si no se compensa la demanda privada con la pública, la salida de la crisis será mucho más tardía. Por la otra, si no se hace, los intereses de la deuda siguen subiendo, agrandando cada vez más el déficit y causando problemas de financiación al Estado, pero también a las casi tan endeudadas familias y empresas. La Unión Europea manda, y la decisión es retirar los estímulos y encoger la deuda. Amén, pero lo dicen tarde y obligan a un ajuste durísimo para alcanzar el 6% de déficit en 2012.


Y ahora nos ponemos (tardíos) con la reforma laboral. Y de nuevo el gobierno se ve abocado a la tragedia. La UE, los mercados (y el sentido común) obligan a la reforma. Pero el Gobierno se la había jugado a la negociación colectiva, algo muy complicado en tiempo de crisis. Los sindicatos no pueden ceder en el coste del despido y la patronal exige menos cotizaciones sociales. Imposible desenrocar la situación. Y el gobierno tiene que poner fecha y lanzarse a la piscina. Desde este momento, el acuerdo es aún más difícil. La CEOE sube el listón porque sabe que las reformas irán a su favor y los sindicatos amenazan con la Huelga General, algo estéril porque estamos intervenidos. ¿Qué hacer? Si dejas que la negociación continúe, la situación es muy difícil que se mueva y no habrá reforma laboral a tiempo. Si haces la reforma por decreto, entonces es cuando te comes la huelga general, lo que más miedo le da al gobierno. Al final se optará por lo último, pero resulta un poco frustrante que al final se tenga que hacer lo que se dijo hace tiempo y justamente, con el resultado de lo que más querías evitar.


Estas son las espadas de Damocles que penden sobre el gobierno. ¿Y sobre los españoles? Pues al menos otras dos. La primera es que al final se tienen que hacer ajustes duros, comiéndonos los de abajo las suelas de los zapatos, mientras que el gran capital internacional (las mismas agencias de calificación que rebajan el rating a España y que calificaron de seguras las subprime) se va de rositas ¿Qué hacer? Nada se puede, si no es de manera concertada a nivel global. Injusto, sin duda. Pero que alguien de la alternativa. Y hay otra situación también trágica. Nadie confía en que el Gobierno, como ha hecho hasta ahora, pueda sacarnos de la crisis. Pero lo cierto es que el Partido Popular no hace más que demagogia e irresponsabilidad, no tienen ni idea de cómo salir de esta y puede que lleguen al poder corruptos hasta los tuétanos. Si el Gobierno no cambia el rumbo lo que muchos españoles se encontrarán ante las urnas será la disyuntiva entre incompetencia y corrupción. Y nada sería más triste.

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