Cada uno de nosotros hemos tenido vivencias propias, únicas y especiales que nos han marcado en mayor o en menor medida. En este año ha habido experiencias de todo tipo. Buenas y malas. Algunos, terminaban bachillerato y han empezado una etapa de su vida completamente nueva en la Universidad. Otros empezaron cerca y se fueron lejos. Y no pocos se marchan con el nuevo año, aunque también los hay que vuelven. Yo mismo terminaba mi carrera e iniciaba el redescubrimiento de la Universidad con el post-grado. De hecho, los hubo que empezaron el año llenos de dudas, pero los ha habido que lo han terminado con más todavía. Hemos querido, hemos odiado, hemos salido y bailado, hemos fumado, jugado, y sobretodo, bebido. Bien por “Héroes”, “Perdidos”, “Prison Break” y “Roma”. Tirando a los dados, la suerte nos ha llevado a conocer gente nueva, especial… pero también a otras que nos han dejado indiferente. Hemos ganado amigos. Pero también algunos vínculos se han resentido. Este verano, algunos han disfrutado de unas buenas vacaciones. (Si no tenían perro). Eso si, la mayoría, a la playa en busca del sol. ¡Tantas cosas este año!
¿Cómo resumir un año entero de vivencias en tan poco espacio? Cada uno hemos tenido nuestros momentos de glorias y de miserias. Pero de eso se trata, de vivir. Para los judeo-cristianos, la vida humana, como la historia, tiene un desarrollo rectilíneo, que nace y muere como un río. Para los antiguos griegos, la vida era cíclica, circular, y la historia se repetía siempre. Yo, personalmente, siempre he tirado por el camino de en medio. La vida, para mí, sigue una tendencia rectilínea, pero retrocede y avanza, retrocede y avanza, siempre hacia arriba, como en un muelle. Caemos muchas veces en los mismos errores, pero de cada experiencia aprendemos, nos queda un poso, que nos hace algo menos ingenuos y un poquito más sabios. Supongo que es optimista, pero creo que la gente cambia, y en algunos aspectos al menos, mejora. Un año de experiencias puede ayudarnos a ver la vida como un tapiz con más matices, con más colores. Pero no hay que ser banales, hay que quedarse con lo bueno y con lo malo. Porque, si no hubiera malo ¿Cómo saber que es lo bueno?
Quiero daros las gracias a todos, lectores, por haberme acompañado en este inicio de mi blog. Se que sois una mezcolanza de parientes, amigos de Arnedo, amigos de la resi, ex-compañeros de clase (hasta de francés), colegas de master, visitantes ocasionales, algún Erasmus y, pronto, algunos trans-continentales. A todos, mi agradecimiento por seguirme y por vuestros comentarios, que son siempre enriquecedores. Para el año próximo tengo pensadas algunas entradas centradas algunos de los eventos que nos depara; las Elecciones Generales, la Expo de Zaragoza y los Juegos de Pekín. Sobre el primer tema, intentaré preparar algunas entradas analizando la última legislatura desde varios enfoques y materias, además de explicar bien el Sistema Electoral y seguir la campaña. Merece la pena estar informado. Del segundo y tercero, colgaré bien de fotos, videos y anécdotas. ¡No prometo nada con Pekín, pero al menos a la Expo espero ir!
Sin más, amigos, despedir el año. No hagáis buenos propósitos. Según un centro de estudios londinense, solo se cumplen el 12%. Y si no podéis evitar la tentación, hacedme caso. Dejaros de pamplinas y desead ser felices. Yo este año que entra, con afecto, así os lo deseo. Tengo un pálpito, este 2008 será un gran año. Promesa.

Hace ya más de 4 años, yo iba con otro grupo de gente al principio. Durante los primeros días, la soledad claustrofóbica de la 429 había hecho mella en mí y solo la archi-conocida Isis lo rompió invitándome a cenar a su habitación, a la que bajaba de vez en cuando. Una noche, que ni siquiera recuerdo, me quedé sin pan y pasé a pedírselo a Jordi, un ibicenco de la 430 (¿Qué será de él?) Sin embargo, fue Julio, que tenía la puerta abierta quien se asomó presto con un pedazo de pan. Esa fue la primera vez que nos vimos. El jueves de la segunda semana se hizo la fiesta en la playa, y recuerdo que conocí allí a Joan y a Héctor. El primero me dirigió en una obrilla de teatro improvisada y aderezada con bien de alcohol. (Mi papel de Hitler en la II Guerra Mundial fue un homenaje a Chaplin…) Con Héctor hablé sobre la residencia, y me expuso algunas quejas que tenía sobre el servicio. Desde ese punto, teniendo a Julio en la 435 y a Héctor en la 434, pasaba a cenar a su cocina compartida.
El otro día, hablando con una compañera, se me ocurrió el tema adecuado para esta nueva entrada. Hablando sobre la realidad de nuestros diferentes países, me di cuenta de la gran verdad de que estos años de universidad no han terminado de curarme de mi falta de perspectiva, que aún me falta sentido de la realidad. La discusión versaba sobre los Estados de Bienestar, y yo estaba criticando duramente la limitación de las políticas sociales en España. Ella, que es peruana, se mostraba muy sorprendida por el hecho de que me estuviera quejando. “En Latino América” decía, “es imposible plantearse la posibilidad de que el Estado nos de plata”. Simplemente era inconcebible la existencia de políticas destinadas al bienestar de los ciudadanos. Donde aquí nos parece normal que el Estado, en cierta manera vele por nosotros, saliendo de Europa esta perspectiva no es ni mucho menos extendida ni generalizada.






El 28 de octubre hizo 25 años desde la victoria del PSOE, que en 1982 estableció el primer gobierno de Felipe González y que habría de gobernar durante 14 años en España. Más allá de la propia etapa histórica, que puede ser sometida a diferentes exámenes por sus luces y sombras, me gustaría centrarme en el valor que tuvo esta victoria para la consolidación de la democracia en España. Era una victoria que marcaba un hito por al menos tres razones. La primera, el acceso al poder del primer gobierno de izquierda desde la II República libremente elegido. La segunda, por el haberse frustrado hace bien poco el golpe del 23-F, así como otras asonadas que intentaron impedir las elecciones del ochenta y dos. Y la tercera, porque marcaba el punto desde el cual el fantasma del franquismo se alejaba para siempre de la vida política española y se sentaban las bases del estado democrático y de derecho. El partido (que nunca terminó de serlo) que había gobernado anteriormente, la UCD se practicó el harakiri. Adolfo Suárez había presentado su dimisión y Leopoldo Calvo Sotelo había gobernado con dificultades un año antes de convocar elecciones generales. De hecho, fue él quien hubo de lidiar con el golpe de Tejero y una situación de tensión insoportable. Eran los tiempos en los que ETA trabajaba a razón de dos asesinatos por día.










