martes, 30 de diciembre de 2008

sábado, 13 de diciembre de 2008

La Ola

Todavía estoy dándole vueltas a la película que fui a ver ayer al cine: La Ola (Die Welle). De verdad que recomiendo ir a verla. Hablemos primero del caso real. En otoño de 1967 Ron Jones, un profesor de historia de un instituto de Palo Alto en California, no tuvo respuesta para la pregunta de uno de sus alumnos: ¿Cómo es posible que el pueblo alemán alegue ignorancia a la masacre del pueblo judío? En ese momento Jones decidió hacer un experimento con sus alumnos: instituyó un régimen de extrema disciplina en su clase, restringiéndoles sus libertades y haciéndoles formar en unidad. El nombre de este movimiento fue “The Third Wave”. Ante el asombro del profesor, los alumnos se entusiasmaron hasta tal punto que a los pocos días empezaron a espiarse unos a otros y a acosar a los que no querían unirse a su grupo. Al quinto día Ron Jones se vio obligado a acabar con el experimento antes de que llegara más lejos.

En este mismo sentido evoluciona el argumento de la película, inspirada por esos hechos y enclavada en plena Alemania, un país presuntamente curado definitivamente del virus del totalitarismo. Ante unos jóvenes que se encuentran en un ambiente carente de ideales, de valores, y deseosos de aceptación, el mensaje de “La Ola” cala hondo. En un periodo adolescente en el que el individuo es tan maleable se puede detectar el caldo de cultivo. La anomia post-moderna es el polvorín. Por su parte, la construcción de “La Ola” es un proceso progresivo. Se instituye el respeto al líder “Sr. Weller”. Los alumnos se han de poner en pie cuando se hable, y dar respuestas concisas. Se marcha al unísono. Todos son una unidad a través de la disciplina. Se anula al individuo como referencia, y sólo hay grupo. Tras esto, se rompen los grupos de amigos en clase, sentando a los alumnos en diferentes sitios. Así no hay colectivo que compita con “La Ola”. Tras esto, uniforme, logotipo y saludo. Y el propio grupo genera la dinámica de protección de los semejantes y odio a los diferentes.

He aquí el nacimiento de la autocracia. Cualquiera podemos establecer paralelismos con movimientos políticos contemporáneos ¿Cómo es posible que triunfara el nazismo en Alemania? ¿Es posible que ocurra de nuevo? Sólo hay que ver el auge de los partidos de extrema derecha en toda Europa. Es evidente que la propia naturaleza del ser humano nos hace potenciales víctimas (y verdugos) del fascismo. Ideología, valores compartidos, unidad, disciplina... camuflan la anulación de la libertad individual. Si hoy vivimos en una sociedad atomizada, en la que los referentes de clase, religión o ideología son tan débiles ¿Cómo esperar que no sea atrayente el mensaje de un grupo en el que sentirse aceptado? Por más que sea manipulación, el colectivo (dirigido por su führer) anulará la diferencia dentro y combatirá a los grupos de fuera. Es el efecto de una bola de nieve, en la que una elite termina por contagiar a toda una sociedad. Así ocurrió en el siglo XX, y nada impide que vuelva a pasar. Incluso allí donde creemos que la democracia liberal es un elemento irrevocable.

Por desgracia, el fallo de las democracias incompletas es el no ser capaz de generar un ethos pluralista. La democracia es el único régimen que se caracteriza por necesitar de los propios ciudadanos para su funcionamiento. Si no tenemos ciudadanos vigilantes, plurales, respetuosos, virtuosos si se quiere, pero también implicados y combativos ante las injusticias, tenemos el caldo de cultivo que permite el colapso del sistema. La restricción de las libertades es sólo el primer paso hacia el totalitarismo. Habría que preguntarse que estaríamos dispuestos a sacrificar por ellas.

miércoles, 10 de diciembre de 2008

La sensatez

Viendo ayer el fatídico programa de las “mañanas de Cuatro” y la tertulia de mis queridas gallinitas (con la laudable excepción de Fernando Ónega, hombre de buen juicio), salió el tema de los disturbios en La Mojonera (Almería). El presunto asesinato de un ciudadano de Mali a manos de un marroquí generó un ánimo de venganza por parte de los compatriotas del primero. Alegando la lenta intervención de la policía, subsaharianos incontrolados se dedicaron a quemar contenedores y asaltar comercios magrebíes. Contextualizada la historia, volvamos al programa de televisión.

Una reportera de Cuatro, para dar una introducción sensacionalista a la historia, se acercó en directo a un locutorio que había sido asaltado por los vándalos. El edificio mostraba su deterioro y el aparador tenía las señales de las piedras que habían arrojado contra él. Desde fuera del local, la reportera se dirigió a su dueño, un tal Ahmed. La conversación transcurrió algo así:

Reportera: Estamos con Ahmed, propietario de este local. Él se encontraba dentro cuando los inmigrantes subsaharianos (nótese la agresividad del lenguaje) comenzaron a atacar su local. ¿Cómo viviste esos momentos?

Ahmed: Tranquilo.

Reportera: (Con sorpresa) ¿No te asustaste ante el ataque?

Ahmed: No. Sólo es un cristal y se puede arreglar.

Reportera: (Algo descolocada) Bueno, Ahmed. Y dinos, ¿Tienes miedo a que haya nuevos enfrentamientos entre tus compatriotas y la gente subsahariana?

Ahmed: No. Los que hicieron todo esto no son más que unos gamberros que irán a la cárcel. La gente de Mali son buenas personas. Tengo mucho amigos entre ellos y sé que son buena gente.

En este punto, la reportera devolvió apurada la conexión a los estudios. A partir de aquí, empezó la discusión en la tertulia. Que si Almería es un polvorín, que la política de inmigración, que si contrato o no contrato... Pero parece que ninguno reparó en las declaraciones de Ahmed. ¡Que sensatez y aplomo! Lo que realmente me sorprende de la historia es la pugna que se dio entre el buen juicio y el periodismo amarillista. Por más que la periodista intentaba hacer aflorar sentimientos de miedo, de crisis, lo cierto es que no era más que un episodio violento de unos incontrolados. Y puesto en sus términos certeros, el miedo no tiene cabida. A partir de aquí, los medios se encargarían de intentar magnificar el episodio, para que aquellos que no lo han vivido directamente se formaran una idea equivocada. Unos clichés propios de titular, forzando una imagen de la realidad que a ellos les de mayor tirada y a nosotros, mayores prejuicios.

Pero, sirviéndome en este caso concreto como ejemplo, no les sale siempre bien. Porque siempre hay gente sensata, gente que no se deja llevar por sus instintos más primarios. Gente como el propietario de ese locutorio. Y mientras esa gente exista, seguirá habiendo esperanza. Por cierto: ¿Cómo creéis que hubiera respondido a esas preguntas un habitante autóctono de La Mojonera? Me reservo mi opinión.

martes, 9 de diciembre de 2008

Arnedo: el proyecto de "La Estación"

La polémica a propósito del Parque de “La Estación” mantiene un cauto compás de espera, mientras que el Ayuntamiento busca cómo salir del entuerto en el que él mismo se ha metido. Sin duda les ha sorprendido encontrarse con una oposición tan importante a su proyecto, y más aún, con una Plataforma Ciudadana en pie de guerra. Pero empecemos por el principio…

En la pasada legislatura, el PR apoyó la investidura del alcalde, José Antonio Abad a fin de lograr apartar al PSOE del ayuntamiento, en el que había estado gobernando desde casi el principio de la democracia. Para los que no conozcan el contexto de La Rioja diré que se trata de una CA uniprovincial caracterizada por su inframunicipalismo, y donde el gobierno regional ejerce a la vez de comunidad autónoma y de diputación provincial. Con pequeños pueblos dispersos (a excepción de Logroño, con la mitad de la población de la región), su suficiencia financiera y los proyectos e infraestructuras dependen mucho de una buena sintonía con el partido que gobierne La Rioja. Las últimas cuatro legislaturas, el PP ha tenido la mayoría absoluta en el Parlamento y ha podido boicotear a los municipios de distinto color político, con resultados dispares. Ello hizo que en Arnedo, esta lógica tuviera su repercusión. Tener un ayuntamiento de distinto color es perjudicial, y dado que es más probable que el PP gane en Arnedo a que pierda en la región, mejor será apoyar a los populares en ambos lugares para que el municipio se beneficie. Esta situación, combinada con el desgaste de presentar el PSOE al mismo candidato tanto tiempo, hizo que los populares ganasen en Arnedo y se pudieran coaligar con el Partido Riojano (aunque por la mínima).

La alternancia supuso que muchos ciudadanos esperaran que “camiones de euros” llegaran de Logroño para compensar a Arnedo por la falta de inversiones pasadas, teniendo ahora un ayuntamiento afín. Y con más razón, si era un feudo inseguro. Así fue, en efecto. Se cambió todo el centro del pueblo (con un estilo hortera, si se me permite), se hizo el centro de Salud, se asfaltó la C/ Constitución, Centro Joven y Caja Rioja y, pese al revuelo de taurinos y la propuesta de referendum, hoy se construye la nueva Plaza de Toros multiusos. El ayuntamiento, pese a este programa de obras públicas, tuvo algunos errores de gestión. Lo curioso fue que en las siguientes elecciones, el electorado castigó por estos errores al Teniente de Alcalde, “Pergolín”, del PR y dio la mayoría absoluta al Partido Popular. Pese a que sé de buena tinta que el no fue el responsable de estos, la mala prensa del personaje hizo el trabajo. Ahora, se decían los ciudadanos, si el PP tiene la absoluta en Arnedo, al no tener a un partido bisagra en el Ayuntamiento acaparando poder, habrá más orden y mejor gobierno.

Pero ¡Ay!, la lógica era perversa, y la fortuna la agravó. Era perversa porque aunque todos pensaban que ahora el Gobierno de la Rioja (de nuevo, del PP) haría inversiones notables en Arnedo, nadie previó que quizás los políticos arnedanos estarían más interesados en pagar favores a Logroño para hacer carrera en el Gobierno de La Rioja. Y por eso, tras subirse el Alcalde el sueldo (con el imperdonable apoyo del PSOE), comenzó el desfalco de nuestro patrimonio. Primero, cediendo unos terrenos gratis al gobierno regional. Y ahora, transigiendo con pagar la mitad del coste del colegio de nueva construcción y montando un pelotazo urbanístico en medio del pueblo para financiarlo (presuntamente). Porque la fortuna quiso que el PP perdiera en el ayuntamiento de Logroño, y no hay duda que no pocos favores se han quedado sin pagar, pensando en cualquier constructora con un poco de ambición. Suculento premio, el parque de “La Estación”. Así que, aunque parezca extraño (o no), ahora es Arnedo la que paga con creces los favores de la anterior legislatura, con menoscabo del patrimonio de todos sus ciudadanos.

El otro día el alcalde dijo que, si de verdad lo estaban haciendo mal, serían los ciudadanos los que lo sancionarían en las urnas. Y dado que en las pasadas elecciones ganó su partido, disponen ahora de la autoridad democrática para hacer cualquier proyecto. Curiosa concepción de la democracia la que entiende que nuestros gobernantes tienen un cheque en blanco. Porque muchas de las malas decisiones que toman tienen efectos irreversibles, como es el caso. Atentos; en el último pleno ya hubo una concentración de mil ciudadanos frente al ayuntamiento y cada vez más voces (el arquitecto municipal, sin ir más lejos) se postulan en contra del proyecto. Porque, como bien dice Maquiavelo: “un hombre prudente jamás rehúye el juicio del pueblo, pues rara vez se equivoca en los asuntos particulares que afectan a su interés (…) y si lo hace, siempre lo hará menos que un hombre solamente”