Cuando uno echa un vistazo a la situación interna del PSOE y del PP, se queda sorprendido por lo paradójica que resulta. Hace 8 años nos hubiéramos sorprendido si nos dijeran que los socialistas iban a tener un liderazgo tan centralizado y los populares iban a estar enzarzados en luchas internas. Lo que invito es a reflexionar sobre que es lo que hace que los partidos estén más o menos controlados desde la cúpula. ¿Qué ha cambiado? ¿Qué factores influyen, sean internos o externos?
En primer lugar, decir que un partido es una organización. Por lo tanto, lo que busca es maximizar sus objetivos (ganar elecciones y gobiernos) a la par que asegurar su supervivencia. Para lograr el primer objetivo hacen políticas, campañas, propuestas, etcétera. En España sabemos que, tras el ejemplo de la UCD, los electores penalizan electoralmente a aquellas formaciones políticas que están divididas, o más exactamente, las que muestran a la opinión pública tales divisiones. Esto es en cierta medida una herencia de nuestra cultura política (adoramos las jerarquías). Por lo tanto, y aunque pueda ser contrario a la democracia interna, los partidos tienen todos los incentivos para estar lo más unidos posible cara al electorado, así cómo buscar la espita de la división en el adversario. (No en vano, PRISA se frota las manos con el forcejeo de Madrid)
Dicho esto, habrá que pensar en factores que generen que exista la división en los partidos. Hay una serie de factores internos. Por ejemplo, el liderazgo de la cúpula y su ejecutiva. ¿Ha sido elegido el lider por cooptación o en un congreso del partido? ¿Ha integrado a las diversas ramas territoriales? ¿Hay un equilibrio entre vieja y nueva guardia? En el caso del PP, Mariano Rajoy fue elegido digitalmente por Aznar, sin debate interno. De modo general, se plateó la continuación con los miembros de la ejecutiva antigua, aunque progresivamente se fueron incorporando nuevas caras (Escudero, Elorriaga…) El caso del PSOE ha sido el inverso. Victoria por la mínima de Zapatero, con una renovación casi total de la ejecutiva. Por supuesto, ambas situaciones tienen ventajas e inconvenientes. A veces, una excesiva renovación hace perder a activos políticos importantes. Aun así, es evidente que una elección por cooptación hipoteca mucho más tu labor cómo líder.
Aún así, hay factores externos que son cruciales ¿Estoy en el poder? ¿Y dónde lo estoy? Es evidente que la sucesión de Rajoy se hizo pensando en el continuar en el poder y el tiro le salió por la culata. La victoria del 14-M dio a Zapatero la autoridad para controlar a los barones regionales (Ibarra liquidado, Bono inutilizado, Chaves comprado). Y ahora son los barones (más la lideresa) los que parten el bacalao en el PP. Desde luego, se cumple la máxima de González de que cuando se está en el poder “el que se mueve no sale en la foto”. Jamás ha tenido ningún líder del PSOE tanto poder cómo Zapatero. Véase la prueba de que pone y quita candidatos (a Madrid, a la Comunidad Valenciana…) con las manos libres. La victoria electoral ha permitido que se confirmase así que la renovación la puede gestionar él. Mariano, mientras, hizo malabares entre distintos sectores, sin casarse con nadie. Intentó pluralizar apoyos, pero la última derrota electoral ha hecho abierta pugnas internas. Y sobretodo, por las ambiciones de grupos mediáticos y sátrapas madrileños.
En primer lugar, decir que un partido es una organización. Por lo tanto, lo que busca es maximizar sus objetivos (ganar elecciones y gobiernos) a la par que asegurar su supervivencia. Para lograr el primer objetivo hacen políticas, campañas, propuestas, etcétera. En España sabemos que, tras el ejemplo de la UCD, los electores penalizan electoralmente a aquellas formaciones políticas que están divididas, o más exactamente, las que muestran a la opinión pública tales divisiones. Esto es en cierta medida una herencia de nuestra cultura política (adoramos las jerarquías). Por lo tanto, y aunque pueda ser contrario a la democracia interna, los partidos tienen todos los incentivos para estar lo más unidos posible cara al electorado, así cómo buscar la espita de la división en el adversario. (No en vano, PRISA se frota las manos con el forcejeo de Madrid)
Dicho esto, habrá que pensar en factores que generen que exista la división en los partidos. Hay una serie de factores internos. Por ejemplo, el liderazgo de la cúpula y su ejecutiva. ¿Ha sido elegido el lider por cooptación o en un congreso del partido? ¿Ha integrado a las diversas ramas territoriales? ¿Hay un equilibrio entre vieja y nueva guardia? En el caso del PP, Mariano Rajoy fue elegido digitalmente por Aznar, sin debate interno. De modo general, se plateó la continuación con los miembros de la ejecutiva antigua, aunque progresivamente se fueron incorporando nuevas caras (Escudero, Elorriaga…) El caso del PSOE ha sido el inverso. Victoria por la mínima de Zapatero, con una renovación casi total de la ejecutiva. Por supuesto, ambas situaciones tienen ventajas e inconvenientes. A veces, una excesiva renovación hace perder a activos políticos importantes. Aun así, es evidente que una elección por cooptación hipoteca mucho más tu labor cómo líder.
Aún así, hay factores externos que son cruciales ¿Estoy en el poder? ¿Y dónde lo estoy? Es evidente que la sucesión de Rajoy se hizo pensando en el continuar en el poder y el tiro le salió por la culata. La victoria del 14-M dio a Zapatero la autoridad para controlar a los barones regionales (Ibarra liquidado, Bono inutilizado, Chaves comprado). Y ahora son los barones (más la lideresa) los que parten el bacalao en el PP. Desde luego, se cumple la máxima de González de que cuando se está en el poder “el que se mueve no sale en la foto”. Jamás ha tenido ningún líder del PSOE tanto poder cómo Zapatero. Véase la prueba de que pone y quita candidatos (a Madrid, a la Comunidad Valenciana…) con las manos libres. La victoria electoral ha permitido que se confirmase así que la renovación la puede gestionar él. Mariano, mientras, hizo malabares entre distintos sectores, sin casarse con nadie. Intentó pluralizar apoyos, pero la última derrota electoral ha hecho abierta pugnas internas. Y sobretodo, por las ambiciones de grupos mediáticos y sátrapas madrileños.
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