El sábado salí del cine pensando que había tirado 6 euros a la basura. Pero lo cierto es que tampoco hay que ser tan duros. Se podría más bien decir que la indignación y las críticas que me generó la película no valían 6 euros. Dado que me quedé a merced de un grupo de mujeres este fin de semana, decidí ceder e ir al cine con ellas a ver “Sexo en Nueva York”, película adaptación de la famosa serie. Ya era de esperar una frivolidad de película, pero lo cierto es que rompió todas mis expectativas.
No me dará pena desvelaros algunas claves de la película, porque es tan previsible que hasta un guionista de medio pelo podría imaginar el siguiente diálogo. La cuestión no es tanto el argumento. Porque hay mejores y peores. La cuestión que me vuelve loco son los valores que trasmite la película. Unas personas absolutamente desapegadas del problema del dinero, miembros de la jet-set neoyorquina, se dedican a buscar la felicidad. Para encontrarla requieren sólo dos cosas. La primera, es la compra masiva de ropa de marca, vestidos imposibles, zapatos delirantes, cócteles sofisticados, en un ambiente vinculado con el lujo y el glamour. Vamos, el consumo desenfrenado y las apariencias ante todo. Y la segunda, el amor. El amor entendido como un vínculo en una pareja monógama, estable económicamente, dentro de la percepción del amor a lo Hollywood. Para siempre, decorativo, y con final feliz. Salvo el contrapunto del personaje de Samantha (la femme fatal del grupo), el resto de ellas se enmarcan en este cliché.
A todo esto, en un momento dado de la película, entra en escena una afro-americana, que por pobre, alquila los bolsos de marca por Internet. Bueno, he aquí cómo la protagonista, como vínculo indisociable de su amistad, le regala un bolso de “Luis Vuitton”. ¡Y no veas la alegría! ¡Hasta los negritos pueden soñar con llevar ropa de marca en el american dream! Por supuesto, la negra se vuelve a su pueblo y se casa con un chico allí. Otro de mis momentos favoritos de la película es cuando una de las protagonistas no come nada porque están en México. ¡Hombre, con los sucios que son los hispanos! Y eso que están en un hotel de 6 estrellas indistinguible de una en la costa este de USA. Desde luego, los riquísimos viven igual de bien en todos los sitios, y la única diferencia que para ellos tiene estar en un país o en otro es el acento con el que se le dirija el siervo/ camarero de turno. Bueno. Como estábamos viendo la película en V.O., había un montón de american@s en la sala. ¡Cómo se reían los jodidos!
Todas las formas de ver la vida son perfectamente respetables, y todos los valores morales que uno quiera tener son dignos. Cada cual puede buscar valorarse a sí mismo como considere. Supongo que hay quien piensa que ganar mucho dinero, consumir a lo bestia, ser riquísimo y buscar un amor “a lo Hollywood” es la mejor vida posible. Por supuesto, para mí no lo es. La respeto, pero la critico y reniego de ella. Es vivir enfangado en un mundo de clichés, de apariencia y superficialidad. De fondo, el paradigma el sueño americano. De que todo es posible si trabajas con esfuerzo. Hasta puedes salir del arroyo. El que no lo hace, es porque no quiere. ¡Que maravilla! ¡Vivan los ricos! Y luego el amor, que a todo el mundo llega. Y con el Amor sólo ya vale, porque todas las dificultades son vencidas. Su triunfo es inevitable aunque no salga barato. ¡Viva el amor! En fin. Una película muy recomendable para pasar un par de horas de frivolidad frente a las pantallas. Te garantizo que sales del cine viendo la vida más clara. Porque después de verla, lo único de lo que tienes ganas es de bombardear Manhattan…
No me dará pena desvelaros algunas claves de la película, porque es tan previsible que hasta un guionista de medio pelo podría imaginar el siguiente diálogo. La cuestión no es tanto el argumento. Porque hay mejores y peores. La cuestión que me vuelve loco son los valores que trasmite la película. Unas personas absolutamente desapegadas del problema del dinero, miembros de la jet-set neoyorquina, se dedican a buscar la felicidad. Para encontrarla requieren sólo dos cosas. La primera, es la compra masiva de ropa de marca, vestidos imposibles, zapatos delirantes, cócteles sofisticados, en un ambiente vinculado con el lujo y el glamour. Vamos, el consumo desenfrenado y las apariencias ante todo. Y la segunda, el amor. El amor entendido como un vínculo en una pareja monógama, estable económicamente, dentro de la percepción del amor a lo Hollywood. Para siempre, decorativo, y con final feliz. Salvo el contrapunto del personaje de Samantha (la femme fatal del grupo), el resto de ellas se enmarcan en este cliché.
A todo esto, en un momento dado de la película, entra en escena una afro-americana, que por pobre, alquila los bolsos de marca por Internet. Bueno, he aquí cómo la protagonista, como vínculo indisociable de su amistad, le regala un bolso de “Luis Vuitton”. ¡Y no veas la alegría! ¡Hasta los negritos pueden soñar con llevar ropa de marca en el american dream! Por supuesto, la negra se vuelve a su pueblo y se casa con un chico allí. Otro de mis momentos favoritos de la película es cuando una de las protagonistas no come nada porque están en México. ¡Hombre, con los sucios que son los hispanos! Y eso que están en un hotel de 6 estrellas indistinguible de una en la costa este de USA. Desde luego, los riquísimos viven igual de bien en todos los sitios, y la única diferencia que para ellos tiene estar en un país o en otro es el acento con el que se le dirija el siervo/ camarero de turno. Bueno. Como estábamos viendo la película en V.O., había un montón de american@s en la sala. ¡Cómo se reían los jodidos!
Todas las formas de ver la vida son perfectamente respetables, y todos los valores morales que uno quiera tener son dignos. Cada cual puede buscar valorarse a sí mismo como considere. Supongo que hay quien piensa que ganar mucho dinero, consumir a lo bestia, ser riquísimo y buscar un amor “a lo Hollywood” es la mejor vida posible. Por supuesto, para mí no lo es. La respeto, pero la critico y reniego de ella. Es vivir enfangado en un mundo de clichés, de apariencia y superficialidad. De fondo, el paradigma el sueño americano. De que todo es posible si trabajas con esfuerzo. Hasta puedes salir del arroyo. El que no lo hace, es porque no quiere. ¡Que maravilla! ¡Vivan los ricos! Y luego el amor, que a todo el mundo llega. Y con el Amor sólo ya vale, porque todas las dificultades son vencidas. Su triunfo es inevitable aunque no salga barato. ¡Viva el amor! En fin. Una película muy recomendable para pasar un par de horas de frivolidad frente a las pantallas. Te garantizo que sales del cine viendo la vida más clara. Porque después de verla, lo único de lo que tienes ganas es de bombardear Manhattan…
3 comentarios:
jajajaa!!! que chistoso kanciller... bueno aún no he visto la peli, pero me muero de ganas... y bueno, de vez en cuando las frivolidades no caen mal... no?
iré a verla ya! y te cuento...
beso!!!!!!!!
¿Qué significa eso de quedarte a merced de las mujeres? ¿Tan superficiales como la película crees que somos? Desde luego...
Aún podrías haberte cebado un poco más. De hecho, me sorprende que hayas dicho sólo una vez lo de bombardear manhattan.
Y sigo insistiendo en que veas algún capítulo de la serie (en la biblioteca de la pompeu hay, te informo) para que veas que no tiene nada que ver. Más que por la película en sí me sentí defraudada por lo que le han hecho a la serie.
Pero en bueno, ya sabemos que los americanos carcas están muy arraigados en Hollywood.
A.M.
Mis excusas. Jamás osaría decir que las mujeres son superficiales. Pero a mi ya sabes que me nacen otro tipo de películas... (Con algún muerto, por lo menos)
Y si que he visto capítulos de la serie, aunque tampoco me ha vuelto loco. Bueno, de todo hay que ver, ¿Verdad?
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