miércoles, 8 de abril de 2009

Crisis de gobierno

Ahora se han confirmado los cambios en el Ejecutivo Central y todo el mundo se apresta a hacer semblanzas de los personajes implicados en la remodelación. Por supuesto, los grupos de la oposición ya se han lanzado a la crítica, pero creo que conviene descomponer diferentes elementos de la crisis de gobierno para no perder la perspectiva.

El primer elemento a destacar es el momento en el que se ha producido la crisis. Se ha realizado a dos meses de las Elecciones Europeas, con un cambio reciente en la cartera de Justicia, y con el Presidente del Gobierno fuera del país. Zapatero, que siempre ha medido bastante bien los tiempos en este tipo de anuncios, ha cometido ciertamente dos errores. El primero ha sido el desdibujar el foco de su gira internacional. El presidente pretendía vender la foto con Obama y el nuevo “frame” del gobierno ligado a las reformas en la gobernabilidad económica internacional. Sin embargo, las filtraciones (quizás interesadas) le han aguado la fiesta y la actualidad se ha centrado en lo doméstico. Fuentes habían reconocido su enfado por esta cuestión. El segundo error en el tiempo ha sido el quemar la pólvora del cambio en el gobierno demasiado pronto. El PSOE lo tendrá difícil estas Elecciones Europeas. En estas lecciones de segundo orden en la que se castigará al partido gobernante, Zapatero se queda sin margen de maniobra para reaccionar. Desde mi punto de vista, los tiempos han sido mal manejados (aunque no peor que con Kosovo).

Un segundo elemento es las personas de los ministros. Por un lado, respecto de las carteras, se cambian los perfiles que habían sufrido más desgaste (Economía y Fomento), algunos por sorpresa (Sanidad y Cultura) y se crea la vicepresidencia tercera y de relaciones territoriales. Por otro, es evidente que el aparato político del PSOE desembarca en tropel en el gobierno. Chaves, Blanco y Trinidad Jiménez ocuparán carteras destacadas como vicepresidente, Fomento y Sanidad. Un punto a destacar es el ascenso de Salgado a la vicepresidencia económica. Una mujer que, por cierto, me inspira confianza por su capacidad profesional. Aunque se critica sus pocas tablas en el terreno económico, desprecian un largo historial vinculado a la función pública y en el mundo privado. Después de todo, el tener una larga experiencia no supone nada: que se lo digan a Solbes. Y por último, las sorpresas en Educación con la llegada de Gabilondo, el rector de la UAM y la inclusión de una representante del mundo del cine, González- Sinde, para Cultura. Si bien sobre el primero soy cauto sobre la segunda planteo ya mis suspicacias, reconocida defensora del canon y simpatizante del Manifiesto por la Lengua.

El tercer elemento a reconsiderar es la reordenación de las competencias dentro del Ejecutivo, que es un tema no menor. El primer asunto a destacar es que el experimento del ministerio de Investigación ya ha sido torpedeado. Se le retiran las competencias de Universidades y vuelven a Educación. Que duda cabe que Bolonia es la razón principal para dar al ministro-rector esta competencia, pero queda abortada la operación Garmendía. Para alegría de Sebastián, dicho sea de paso. Otro cambio es el mover Políticas Sociales a Sanidad, vinculado al fracaso en la aplicación de la Ley de Dependencia. Administraciones Públicas se fusiona con Presidencia. La pobre De la Vega no va a dar a basto. Por cierto, que Zapatero pasa a disponer directamente del mando sobre el “circo”, en la Secretaría de Estado de Deportes. Quizás lo único que no hace aguas. Menos mal que no ha creado el Ministerio de Deportes (con Indurain como ministro). Y, finalmente, habrá que dotar de contenido a la Vicepresidencia Tercera (de Chaves) a ver que ocupación le dan a parte de irse de gira por la regiones y pueblos de España.

En suma, unos cambios que generan nuevas incógnitas. Habrá que dar un tiempo de gracia a ver que tal evoluciona la cosa (interesante el panorama en Andalucía). En economía es de esperar más movimiento, lo que no es difícil. Pero esperemos que el cambio administrativo no sea demasiado largo. Si algo no sobra es precisamente el tiempo.

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