Quizás muchos de los que vais siguiendo esta pequeña crónica del viaje a Ljubljana (por fin he aprendido a escribirlo) creáis que nos pasamos el día bañados en cerveza. Quizás es lo que uno esperaría de manera razonable en un país en el que el medio litro se vende a 1,70 en la mayoría de los bares. Sin embargo, no es el caso.
La prueba más evidente han sido los últimos días, con gran variedad de actividades culturales, deportivas y gastronómicas. El pasado jueves por la tarde, por ejemplo, nos decidimos a alquilar unas bicicletas e ir a dar un paseo por el parque. Por el ridículo precio de 1 euro la hora, nos fuimos al parque Tívoli, que está en la falda de una montaña y en el que los habitantes de la ciudad disfrutan de la naturaleza. No hay más que gente yendo arriba y abajo en bici, de paseo o corriendo. Yo, sinceramente, esperaba un tranquilo recorrido por el casco urbano, pero cada vez nos fuimos internando más y más en el bosque. Cuando menos lo esperábamos nos vimos rodeados de impenetrable floresta, hasta el punto de que parecía que estábamos en una montaña virgen. Tal es la magia de este país. Total, que contra todas mis expectativas, terminé practicando BTT durante algo más de dos horas con una bicicleta peor que la de “Verano Azul”. Incluso había puntos en que había que desmontar para poder superar las raíces de los árboles, que sobresalían amenazantes en el camino. Arriba y abajo, en cuestas increíbles. La verdad es que ese día me lo pasé en grande, y mañana esperamos repetir. Esperamos buscar algún sitio donde las bicis sean algo mejores…
Uno de los nuevos objetivos que nos hemos marcado es explorar un poco más de la gastronomía local. En estos sitios tienen mucho la costumbre de que haya música en directo a la hora de la cena. Un tío con una guitarra eléctrica va tocando a su bola temas de Mark Knoffler y otros clásicos del rock. Algo, por cierto, bien deseable cuando estas en una terraza y una suave brisa te ayuda a digerir la comida. Más allá de kebabs y pizzas, que siempre son sugerentes al empobrecido estudiante, la relación calidad-precio hasta ahora es muy buena. Por ejemplo, una noche probamos una especie de plato tradicional basado en unas pochas (si, si, alubias pintas) con una chistorra y cebolla y otras verduras. De sabor es similar al plato español, lo que nos recordó por qué no deberíamos haberlo probado un viernes por la noche… Otro plato muy suyo es una especie de olla con verduras y carne que la elaboras a tu gusto. De hecho, según vimos, te dan tu propia bombona de butano y te las vas haciendo a tu gusto. Había dos abuelos a nuestro lado que llevaban una cogorza encima que poco tenía que ver con el gas butano. El pasado domingo, en el pueblo costero de Piran, probamos una menestra local (caldosa, pero muy buena) y unas sardinillas locales. Estaba de alucine y el precio fue ridículamente barato. ¡Incluso se nos dejó la olla en nuestro poder para repetir tanto primero como quisiéramos!
Pero lo que merece un apunte a parte sin duda es la festividad del pueblo de Boihjn, al que fuimos el sábado. Eso si que es una fiesta y el resto tonterías. La mañana la pasamos en el turístico lago del Bled, que no está muy lejos y que es un paraje de excepción. Allí hicimos hambre con un miserable picnic y un paseo en bicicleta dando vueltas al lago. Pero a la noche nos vengamos a gusto. ¡Ya se me hace la boca agua! La festividad consiste básicamente en atravesar a una vaca con un palo y ponerla a dar vueltas en una hoguera. De ahí se da de comer a propios y extraños, con una salsa muy jugosa, cebollita cruda y pimiento picado. Por descontado, repetimos tantas veces como nuestro estómago estaba dispuesto a tolerar. Ni que decir tiene que, bien regado con cerveza, terminamos el festival bailando música local en el escenario principal. El festival trascurría entre una pared de roca, un escenario de madera y cientos de mesas y puestos de comida. La gente del pueblo con la que hablamos fue muy amable y abierta, y nos hicieron buenas recomendaciones sobre otros lugares para visitar. El colofón fueron unos fuegos artificiales reflejados en un lago plagado de velas flotantes. Las fotos son de una belleza que impresiona.
Hoy tenemos algunas actividades académicas por la tarde, que combinamos con un concierto de música gitana macedonia en el Festival de Ljubljana. Supongo que acabaremos yendo al “Metelkovac”, como ya fuimos el viernes. Un lugar que cuanto menos, es peculiar…
La prueba más evidente han sido los últimos días, con gran variedad de actividades culturales, deportivas y gastronómicas. El pasado jueves por la tarde, por ejemplo, nos decidimos a alquilar unas bicicletas e ir a dar un paseo por el parque. Por el ridículo precio de 1 euro la hora, nos fuimos al parque Tívoli, que está en la falda de una montaña y en el que los habitantes de la ciudad disfrutan de la naturaleza. No hay más que gente yendo arriba y abajo en bici, de paseo o corriendo. Yo, sinceramente, esperaba un tranquilo recorrido por el casco urbano, pero cada vez nos fuimos internando más y más en el bosque. Cuando menos lo esperábamos nos vimos rodeados de impenetrable floresta, hasta el punto de que parecía que estábamos en una montaña virgen. Tal es la magia de este país. Total, que contra todas mis expectativas, terminé practicando BTT durante algo más de dos horas con una bicicleta peor que la de “Verano Azul”. Incluso había puntos en que había que desmontar para poder superar las raíces de los árboles, que sobresalían amenazantes en el camino. Arriba y abajo, en cuestas increíbles. La verdad es que ese día me lo pasé en grande, y mañana esperamos repetir. Esperamos buscar algún sitio donde las bicis sean algo mejores…
Uno de los nuevos objetivos que nos hemos marcado es explorar un poco más de la gastronomía local. En estos sitios tienen mucho la costumbre de que haya música en directo a la hora de la cena. Un tío con una guitarra eléctrica va tocando a su bola temas de Mark Knoffler y otros clásicos del rock. Algo, por cierto, bien deseable cuando estas en una terraza y una suave brisa te ayuda a digerir la comida. Más allá de kebabs y pizzas, que siempre son sugerentes al empobrecido estudiante, la relación calidad-precio hasta ahora es muy buena. Por ejemplo, una noche probamos una especie de plato tradicional basado en unas pochas (si, si, alubias pintas) con una chistorra y cebolla y otras verduras. De sabor es similar al plato español, lo que nos recordó por qué no deberíamos haberlo probado un viernes por la noche… Otro plato muy suyo es una especie de olla con verduras y carne que la elaboras a tu gusto. De hecho, según vimos, te dan tu propia bombona de butano y te las vas haciendo a tu gusto. Había dos abuelos a nuestro lado que llevaban una cogorza encima que poco tenía que ver con el gas butano. El pasado domingo, en el pueblo costero de Piran, probamos una menestra local (caldosa, pero muy buena) y unas sardinillas locales. Estaba de alucine y el precio fue ridículamente barato. ¡Incluso se nos dejó la olla en nuestro poder para repetir tanto primero como quisiéramos!
Pero lo que merece un apunte a parte sin duda es la festividad del pueblo de Boihjn, al que fuimos el sábado. Eso si que es una fiesta y el resto tonterías. La mañana la pasamos en el turístico lago del Bled, que no está muy lejos y que es un paraje de excepción. Allí hicimos hambre con un miserable picnic y un paseo en bicicleta dando vueltas al lago. Pero a la noche nos vengamos a gusto. ¡Ya se me hace la boca agua! La festividad consiste básicamente en atravesar a una vaca con un palo y ponerla a dar vueltas en una hoguera. De ahí se da de comer a propios y extraños, con una salsa muy jugosa, cebollita cruda y pimiento picado. Por descontado, repetimos tantas veces como nuestro estómago estaba dispuesto a tolerar. Ni que decir tiene que, bien regado con cerveza, terminamos el festival bailando música local en el escenario principal. El festival trascurría entre una pared de roca, un escenario de madera y cientos de mesas y puestos de comida. La gente del pueblo con la que hablamos fue muy amable y abierta, y nos hicieron buenas recomendaciones sobre otros lugares para visitar. El colofón fueron unos fuegos artificiales reflejados en un lago plagado de velas flotantes. Las fotos son de una belleza que impresiona.
Hoy tenemos algunas actividades académicas por la tarde, que combinamos con un concierto de música gitana macedonia en el Festival de Ljubljana. Supongo que acabaremos yendo al “Metelkovac”, como ya fuimos el viernes. Un lugar que cuanto menos, es peculiar…
1 comentario:
Un pablo que hace deporte no es el que conozco, que escriba el verdadero!!. Llevo media hora para leer esto, que tengo el portátil roto y estoy desde el móvil.
Por cierto aprovecha los 23 que te queda poco, jaja.
Pues nada a cuidarse y a disfrutar, intentaré leerte más a menudo.
Hasta luego.
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