lunes, 23 de noviembre de 2009

Los tres mitos de un partido en la oposición

En política hay tres mitos terribles que hacen que los partidos que se encuentran en la oposición cometan errores serios de percepción de la realidad. Un hecho que condiciona, por supuesto, como ejercen su tarea de fiscalizar el gobierno y cómo se presentan ante los ciudadanos. Esto se aplica muy en particular a España (donde hay un sistema cuasi-bipartidista) Los mitos, todos ellos falsos, son tres.

El primero de ellos es el del ciclo. Se dice que en política existen ciclos por los cuales, cuando un partido lleva mucho tiempo en el gobierno, le tocaría el turno al otro. Un poco como en la Restauración del siglo XIX, habría “turnos” para gobernar a cada partido. Este hecho, por supuesto, es completamente falso. ¿Cuándo comienza un turno y acaba el otro? ¿Cómo se determina la duración de un ciclo político? En Andalucía o Extremadura el turno del PSOE lleva desde la restauración de la democracia, en Valencia el del PP desde los 90. ¿Cuándo le toca al otro partido? Pareciera que se le concede a la voluntad electoral un ritmo parecido al de las mareas, movidas por los ciclos lunares. Esto genera que muchas veces, los partidos en la oposición o bien se desanimen en su labor de oposición (porque creen que están ante un ciclo interminable) o bien se confíen porque consideran que “les toca ya”. Si miran más atentamente verán como eso de los ciclos depende menos de la casualidad de lo que se piensa…

Porque este mito se relaciona con un segundo; las elecciones no las gana la oposición sino que las pierde el gobierno. Otro error de bulto. El voto posee un carácter doble; tiene un carácter retrospectivo (se evalúa la tarea del gobierno) y prospectivo (se avala un partido alternativo). Es cierto que los ciudadanos sancionan al gobierno cuando lo hace mal dejando de votarle pero; ¿Por qué votarán a un determinado partido de la oposición? ¿No pueden votar a otro partido o abstenerse? ¿O es que se creen que sólo cabe el voto útil para poner a otro en el gobierno? Es evidente que se soslaya una condición fundamental: que haya una alternativa creíble y coherente. Es decir, una alternativa de gobierno propositiva, con un programa propio y un modelo de gestión. Como este hecho no se valora, se practica exclusivamente el desgaste del adversario con una oposición sin tregua ni cuartel (Mirad si no al PP en 2008) y sin proponer una alternativa…

Lo que enlaza con la tercera falacia. Se piensa que todas las negociaciones entre partidos son de suma cero. Es decir, que o gana uno o gana otro. No se valora la posibilidad de llegar a acuerdos que puedan beneficiar al conjunto de la ciudadanía o en los que ambos partidos salgan beneficiados. Por ejemplo, un acuerdo de lucha contra la corrupción o un pacto sobre Educación. Siempre recelan de que el adversario intente sacar tajada política y se pierde altura de miras a favor de la política del navajazo. En España, por desgracia, sólo se piensa en el pacto como adhesión incondicional a los postulados de un partido. No se piensa en llegar a consensos de mínimos…

Creo que lo mejor que puede hacer cualquier partido en la oposición es olvidar estos tres mitos. No existen ciclos que predispongan al electorado a favor o en contra. Lo que si hace falta es construir una alternativa sólida con propuestas coherentes con sus valores y saber distinguir entre aquellos temas que deben ser de oposición y aquellos que deben ser de acuerdo por el bien común. Si no es capaz de esto y se aferra a estas falacias le auguro una larga temporada en la oposición…

1 comentario:

Javier García Ibáñez dijo...

Excelente análisis. Comparto muchas de las cosas que dices. En este sentido creo que el sistema de partidos políticos en España está cayendo en la monotonía, y lo que es peor, los ciudadanos se están acomodando y perdiendo la confianza en sí mismos, ya que solo ellos pueden cambiar las cosas sin necesidad de establecer falsos "ciclos" en política.

Has abierto un interesante debate. Creo que sería bueno crear un observatorio sobre nuestro sistema político, para mejorarlo y enriquecerlo, con participación de todos los ciudadanos.