lunes, 26 de noviembre de 2007

Tiranos, ironía y picaresca


¿Nunca habeis tenido ganas de arrancarle la cabeza a vuestro jefe, profesor... ante su trato descortes, vejatorio y ofensivo pero habeis optado por conteneros? Y es que, el tirano si por algo se destaca es por su indudable posición de poder. Sabes que puede reducirte a la miseria con una palabra. Nos gustaría mandarlo a tomar viento, pero no podemos ya que encima, su dominio en ningún caso depende de nosotros. Y aunque la mayoría quisiera desposeerle de su poder, tal cosa es imposible.


Esta es una situación recurrente en la Historia a la que los pueblos y pensadores se han enfrentado de diferentes maneras. Si te sabías perdido de todas todas, te alzabas en armas con la esperanza de derrocarlo. Pero si tu posibilidad de hacerlo era nula, optabas o bien por el recurso de la ironía o por el de la picaresca. El primero consiste en, diciendo una cosa, insinuar justo la contraria. Recurso eficiente si tu tirano particular, además de déspota es imbécil. La segunda, es la de la picaresca, hacer las cosas con engaños para satisfacer una posición personal. Esta segunda es peligrosa, porque pagan mucho los justos por los pecadores y podía acarrear un egoismo más allá de la resistencia la poder.


Lo que quiero decir es que, en el fondo, siempre podemos recurrir a una legítima defensa de nuestros intereses frente al déspota de turno. Y cuando estas desarmado (te pueden despedir o suspender) debes recurrir a la sutileza. Y no es deshonroso sobrevivir, sino el renunciar a hacerlo. Si no, recordad el refrán egipcio: "Cuando el noble pasa y se pavonea, el labriego obediente agacha la cabeza y se ventosea"

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