viernes, 12 de junio de 2009

Arnedo no es el Bronx

Como estarán enterados todos los arnedanos de pro, una oleada de vandalismo juvenil lleva unos meses operando en el pueblo. La última fechoría ha sido la de volcar varios coches, cortarle la cabeza al Cristo del Sagrado Corazón y tirarlo al estanque del parque. La concejala de Medio Ambiente, Paquita Jaén, ha estimado que los destrozos de estos últimos meses ascienden a un total de 30.000 euros. Los autores, que ya han sido localizados y sancionados por la Guardia Civil, están todos entre los 15 y los 19 años. Todo el mundo ha hecho un poco el tonto cuando era pequeño, pero esto ya es pasarse. La foto es bastante elocuente.

El alcalde ha salido hace poco declarando que hay que trabajar en dos sentidos; haciendo que los padres tengan un mayor control sobre sus hijos mientras que a los jóvenes se les debe recordar que hay otras alternativas. Creo que el primer punto es algo que corresponde reflexionar en el seno de cada familia. La cuestión no es de control si no, como mínimo, de civismo. La delegación que algunos padres han hecho de la educación de sus hijos en profesores y televisión a partes iguales es algo digno de hablarse en otra ocasión. Pero en lo que me quiero centrar yo es en las alternativas de ocio juvenil existentes en Arnedo. Conste que hablo desde mis impresiones personales, y no dispongo de datos concretos. En todo caso, creo que el modelo de ciudad que estamos diseñando deja poco espacio para los jóvenes fuera del entorno que las instituciones delimitan para ello. ¿Qué quiero decir? Veamos el ejemplo del Centro Joven. Como sabemos, es un centro que está de maravilla, con unas instalaciones excelentes y muchos medios y, hasta lo que yo se, bien gestionado. Sin embargo, tiene un efecto contraproducente. El hecho es que está lleno de niños en edad escolar hasta la bandera, ejerciendo como un sustitutivo gratuito de lo que antes era un Salón Recreativo, algo extinto hoy en nuestro municipio.

Todo el mundo sabemos que hay una pauta en el ciclo del desarrollo del ocio según la edad. Empezabas saliendo con tus amigos en la escuela, luego ibas a las salas recreativas o al parque, luego a los bares, a los pubs… dentro de un ciclo coherente de desarrollo hormonal. En resumen, que el espacio se hacía más etílico y sexual con la edad, desde los 10 hasta los 18 años. Hoy por hoy, no existe el espacio de los recreativos como marco para relacionarse entre chavales, pues el club parroquial es para gente demasiado joven. Pero a eso se junta un progresivo retraso en la hora de salida de los jóvenes que nace de dos cosas: tendencias culturales y reglamentos municipales. Los primeros son difíciles de ponderar, pero desde luego la presencia de terrazas hasta altas horas de la noche con tus padres y abuelos tomando algo no son el mejor incentivo para la fiesta. Si a eso le sumas que se adelantan los horarios de cierre por descanso de los vecinos, han matado la noche arnedana. Ya no se sale los viernes, y respecto a los sábados, la gente está en los cuartos hasta última hora de la noche. Esto alimenta una escalada de precios de los pubs, donde cada vez la gente consume menos porque o bien ya ha bebido de botellón o porque no se lo puede permitir.

Por lo tanto, la gente sale menos a espacios de convivencia y permanece más cerrado en cuadrilla. Porque los bares no es sólo estar dentro bebiendo, es el pararse cada metro entre uno y otro a saludar a amigos y conocidos. Es decir, socializarse o generar capial social, si se quiere. Pero hoy día, los jóvenes se van a salir de noche a otras ciudades, cuando Arnedo ha sido toda la vida un referente de ocio. Una prueba en positivo es que cuando se organizan actividades especiales como torneos deportivos nocturnos, el Fin de Semana de la Juventud, la gente responde. Por lo tanto, creo que el modelo de ocio que se ha generado en Arnedo de unos años para aquí ha sido perjudicial para la juventud en general: ha matado el ambiente nocturno. Ni que decir tiene que esto no exculpa a los vándalos. Me parece muy bien lo que ha dicho el Alcalde de que deben pagar sus faltas con trabajos sociales. Pero quizás sería hora de intentar una gestión del ocio que permitiera a la juventud recuperar los espacios públicos que ha perdido estos años. Que la juventud recupere, para bien, la calle.

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