En nuestra sociedad, por desgracia, existe el recurrente tópico de asociar la inmigración con la delincuencia. En los últimos datos del CIS se establece que el 60% de la población relaciona la inmigración con la delincuencia. Existe un prejuicio en este sentido de una honda raigambre social. Sin embargo, hay un artículo muy interesante de Daniel Wagman que se encarga de revelarnos cuan sesgadas están las percepciones sociales sobre el tema.
Primero, hay que poner en cuarentena los datos oficiales sobre la delincuencia. Tan sólo se computan los delitos denunciados, luego hay de entrada un sesgo. La evasión fiscal es tan delito cómo el desvalijar una casa, pero sólo consta la última. Segundo, las estadísticas de detenciones por delitos y faltas incluyen una trampa administrativa. Del total de detenidos en 2001, por ejemplo, la mitad fueron inmigrantes. Pero de esa mitad, alrededor de su mitad fueron detenidos por delitos y faltas, mientras que el resto fueron detenidos por estancia ilegal. Luego, los detenidos sobre el total son el 28% de origen extranjero. Y de este porcentaje, alrededor del 60% se puede considerar residente en España (con o sin permiso) y el resto son turistas o itinerantes.
Por lo tanto, el 17% de los detenidos son inmigrantes residentes legal o ilegalmente en España. Pero pensemos por un momento en lo que denominamos en ciencias sociales la relación espuria. La posibilidad de que haya un elemento oculto que explique la asociación y no la hayamos tenido en cuenta. Hay una correlación muy intensa entre tener entre 20 y 30 años para cometer un delito y da la casualidad de que casi dos tercios de la población inmigrante residente en España tiene tal edad. Del mismo modo, y aunque puede ser discutible, también hay una asociación intensa entre niveles de pobreza relativa mayores e inmigración. Aunque no hay una perfecta asociación entre delito y pobreza, si la hay en determinados tipos de delito. El robo, por ejemplo, que es el que consta en las estadísticas oficiales se asocia intensamente a la pobreza. El caso Gescartera no tanto.
Pero aún podemos ir más allá. La inmigración residente en España es de carácter enormemente diverso y no es posible agrupar de modo creíble a la población residente en el mismo saco. Sin embargo, es considera por la autoridades cómo un colectivo (?) de riesgo y es sometida a mucha más vigilancia y control. Y por ello (no porque necesariamente cometan más delitos, sino porque los cazan más que a los autóctonos) aumentan sus niveles de detención y encarcelamiento. De modo que termina siendo una especie de profecía que se autocumple.
Creo que esta tesis es lo suficientemente consistente cómo para que denunciemos públicamente los intentos de asociación entre la inmigración y la delincuencia. La que hacen los medios de comunicación, y los propios partidos políticos buscando sacar partido del miedo. La mayoría de la ciudadanía (de aquí o de allí) cumple las leyes. No nos debemos dejar manipular por los que quieren sacar partido de la división, la xenofobia y el miedo en la sociedad. Eso sí que tendría delito.
Primero, hay que poner en cuarentena los datos oficiales sobre la delincuencia. Tan sólo se computan los delitos denunciados, luego hay de entrada un sesgo. La evasión fiscal es tan delito cómo el desvalijar una casa, pero sólo consta la última. Segundo, las estadísticas de detenciones por delitos y faltas incluyen una trampa administrativa. Del total de detenidos en 2001, por ejemplo, la mitad fueron inmigrantes. Pero de esa mitad, alrededor de su mitad fueron detenidos por delitos y faltas, mientras que el resto fueron detenidos por estancia ilegal. Luego, los detenidos sobre el total son el 28% de origen extranjero. Y de este porcentaje, alrededor del 60% se puede considerar residente en España (con o sin permiso) y el resto son turistas o itinerantes.
Por lo tanto, el 17% de los detenidos son inmigrantes residentes legal o ilegalmente en España. Pero pensemos por un momento en lo que denominamos en ciencias sociales la relación espuria. La posibilidad de que haya un elemento oculto que explique la asociación y no la hayamos tenido en cuenta. Hay una correlación muy intensa entre tener entre 20 y 30 años para cometer un delito y da la casualidad de que casi dos tercios de la población inmigrante residente en España tiene tal edad. Del mismo modo, y aunque puede ser discutible, también hay una asociación intensa entre niveles de pobreza relativa mayores e inmigración. Aunque no hay una perfecta asociación entre delito y pobreza, si la hay en determinados tipos de delito. El robo, por ejemplo, que es el que consta en las estadísticas oficiales se asocia intensamente a la pobreza. El caso Gescartera no tanto.
Pero aún podemos ir más allá. La inmigración residente en España es de carácter enormemente diverso y no es posible agrupar de modo creíble a la población residente en el mismo saco. Sin embargo, es considera por la autoridades cómo un colectivo (?) de riesgo y es sometida a mucha más vigilancia y control. Y por ello (no porque necesariamente cometan más delitos, sino porque los cazan más que a los autóctonos) aumentan sus niveles de detención y encarcelamiento. De modo que termina siendo una especie de profecía que se autocumple.
Creo que esta tesis es lo suficientemente consistente cómo para que denunciemos públicamente los intentos de asociación entre la inmigración y la delincuencia. La que hacen los medios de comunicación, y los propios partidos políticos buscando sacar partido del miedo. La mayoría de la ciudadanía (de aquí o de allí) cumple las leyes. No nos debemos dejar manipular por los que quieren sacar partido de la división, la xenofobia y el miedo en la sociedad. Eso sí que tendría delito.
2 comentarios:
Enhorabuena por tu entrada, muy didáctica y clara. Tus datos no dejan resquícios para que se cuele ningún (mal)argumento xenófobo.
Todos deberíamos medir nuestras palabras en temas tan delicados como la inmigración, y sobretodo esa delicadeza debería ser mucho más acurada por parte de los medios (y por desgracia no lo es) Tendemos a creer que los medios son un reflejo de la calle, y muchas veces, con o sin intención, nos meten con calzador prejuicios o sensaciones de alarma erróneas.
Estoy completamente de acuerdo. Porque, desgraciadamente, en nuestra sociedad hay mucho más racismo del que parece. Lo típico "No, si yo no soy racista pero..."
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