En estos días, mientras ultimo mi proyecto para el seminario de la próxima semana, tengo que preparar una exposición para clase. Se trata esta última de un juego que consiste en buscar cinco mecanismos causales, es decir, cinco por qué, a una determinada correlación. La que me ha sido asignada (por casualidad, supongo) es la que muestra que la tasa de abandono escolar es dos veces superior en España que en la media europea. Esto me ha permitido sumergirme en una literatura muy interesante que no me resisto a compartir con vosotros. Mi autor de referencia, por si a alguien le interesa, es Álvaro Marchesi.
Tras introducir un debate sobre la necesidad de evitar la denominación de “fracaso escolar” (por su connotación negativa) hace un repaso general a la situación en España por CCAA y su comparativa internacional. No abundaré demasiado en lo que todos ya sabemos; estamos en el furgón de cola de la OCDE. Tras esto, se sumerge en las posibles explicaciones para esta situación, y aquí creo que hay mucho interés. Para ello se sumerge en 5 elementos que inciden sobre la tasa de abandono escolar: mercado de trabajo, escuela, familia, origen y el propio estudiante. Por lo que refiere al mercado de trabajo, el argumento es simple. Si los puestos laborales que atrae una economía están basados en baja especialización y poca formación, es más probable que haya tasas tempranas de abandono. O visto desde el otro lado, si como individuos sabemos que los rendimientos económicos esperados (salario) sufren escasa variación, los incentivos para seguir estudiando son menores.
Otro elemento mencionado es la escuela. Horas lectivas, gasto público en educación, infraestructuras… son condiciones necesarias pero no suficientes para reducir el abandono escolar. Si hay falta de preparación y motivación en el profesorado, escasa adaptabilidad de los programas a las necesidades del estudiante y un modelo tradicional memorístico de enseñanza tenemos un problema. Si tenemos capacidades y aptitudes distintas, ¿Por qué a todos se nos enseña igual? Tan sólo los alumnos que se adapten al perfil clásico (vomito el libro) superarán el curso. Por otro lado, la familia. Situaciones de pobreza, escasa capacidad cultural de los padres, familias desestructuradas, escaso seguimiento de progresos escolares… son un impedimento para el desarrollo cognitivo del alumno. El problema de España no es que haya más personas en esta situación que en otros países, si no que las políticas que deberían paliarlas son más reducidas. Faltan becas, guarderías… políticas sociales, en suma.
Es evidente que el origen extranjero, en particular no comunitario, también condiciona. Estas personas requieren de adaptaciones curriculares especiales, clases de refuerzo y recursos extra. El que no se de el caso implica por una parte una devaluación de la escuela pública (que es la que mayoritariamente los acoge) y una tendencia a la marginalización de esos colectivos, que no obtienen el título. Y por supuesto, el actor clave es el propio alumno. Está demostrado que las tasas de abandono se incrementan ante la repetición de curso de manera drástica ya que el alumno se desmotiva y queda “encasillado” por el profesorado. De la misma manera, alumnos problemáticos o con pocas ganas de estudiar tienen más probabilidades de abandono. Pero por supuesto, esta motivación no es ajena al papel que el entorno familiar, social y escolar juegan en ella.
En suma, ¿Qué explica el temprano abandono escolar? Pues una mezcla de todos estos factores, que interactúan conjuntamente. La responsabilidad siempre es compartida, pero parece claro aún estamos lejos de hacer lo que deberíamos en este asunto. Mientras que discutimos sobre la crisis económica, se nos olvida que arrastramos una más gorda todavía. Y otra generación más se nos va por el sumidero.
Tras introducir un debate sobre la necesidad de evitar la denominación de “fracaso escolar” (por su connotación negativa) hace un repaso general a la situación en España por CCAA y su comparativa internacional. No abundaré demasiado en lo que todos ya sabemos; estamos en el furgón de cola de la OCDE. Tras esto, se sumerge en las posibles explicaciones para esta situación, y aquí creo que hay mucho interés. Para ello se sumerge en 5 elementos que inciden sobre la tasa de abandono escolar: mercado de trabajo, escuela, familia, origen y el propio estudiante. Por lo que refiere al mercado de trabajo, el argumento es simple. Si los puestos laborales que atrae una economía están basados en baja especialización y poca formación, es más probable que haya tasas tempranas de abandono. O visto desde el otro lado, si como individuos sabemos que los rendimientos económicos esperados (salario) sufren escasa variación, los incentivos para seguir estudiando son menores.
Otro elemento mencionado es la escuela. Horas lectivas, gasto público en educación, infraestructuras… son condiciones necesarias pero no suficientes para reducir el abandono escolar. Si hay falta de preparación y motivación en el profesorado, escasa adaptabilidad de los programas a las necesidades del estudiante y un modelo tradicional memorístico de enseñanza tenemos un problema. Si tenemos capacidades y aptitudes distintas, ¿Por qué a todos se nos enseña igual? Tan sólo los alumnos que se adapten al perfil clásico (vomito el libro) superarán el curso. Por otro lado, la familia. Situaciones de pobreza, escasa capacidad cultural de los padres, familias desestructuradas, escaso seguimiento de progresos escolares… son un impedimento para el desarrollo cognitivo del alumno. El problema de España no es que haya más personas en esta situación que en otros países, si no que las políticas que deberían paliarlas son más reducidas. Faltan becas, guarderías… políticas sociales, en suma.
Es evidente que el origen extranjero, en particular no comunitario, también condiciona. Estas personas requieren de adaptaciones curriculares especiales, clases de refuerzo y recursos extra. El que no se de el caso implica por una parte una devaluación de la escuela pública (que es la que mayoritariamente los acoge) y una tendencia a la marginalización de esos colectivos, que no obtienen el título. Y por supuesto, el actor clave es el propio alumno. Está demostrado que las tasas de abandono se incrementan ante la repetición de curso de manera drástica ya que el alumno se desmotiva y queda “encasillado” por el profesorado. De la misma manera, alumnos problemáticos o con pocas ganas de estudiar tienen más probabilidades de abandono. Pero por supuesto, esta motivación no es ajena al papel que el entorno familiar, social y escolar juegan en ella.
En suma, ¿Qué explica el temprano abandono escolar? Pues una mezcla de todos estos factores, que interactúan conjuntamente. La responsabilidad siempre es compartida, pero parece claro aún estamos lejos de hacer lo que deberíamos en este asunto. Mientras que discutimos sobre la crisis económica, se nos olvida que arrastramos una más gorda todavía. Y otra generación más se nos va por el sumidero.
2 comentarios:
Sí, lo más gracioso es que en otros países con niveles más bajos de fracaso escolar los poderes públicos están mucho más implicados. Ahora en Catalunya se está implantando una política que se llama “d’acompanyament escolar” queriendo emular a países de más al norte. Pero sin un EdB más amplio, las viejas y nuevas desigualdades van a ser difíciles de superar. También una cosa importante es que el fracaso escolar es masculino ( otros países esto lo tienen muy presente, y aquí creo que no tanto)
Gracias por tu comentario, Silvia. Es cierto eso que comentas sobre el hecho de que la población masculina tiene mayores tasas de fracaso escolar. Es conocido que las mujeres obtienen mayor rendimiento y están más educadas. En el caso de la población universitaria es claro. Respecto del EdB, soy bastante pesimista. Aquí parece que el tema no preocupa al Estado. Así nos va...
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