jueves, 15 de julio de 2010

Nueva York (III): Ciudad de Cultura

Cuando la rutina vuelve, como es el caso, resulta más difícil rescatar de la memoria los recuerdos de nuestro viaje a Nueva York. Como si esa pesada losa de argamasa y tedio fosilizara las neuronas y convirtiera el paso de apenas una semana en un siglo, y los vívidos momentos del pasado en una nebulosa. Así que una de dos; o tengo una memoria desastrosa o vivo tan obsesionado por el futuro que no reparo mucho en el pasado. Ninguna sería buena así que, tras mirar por encima las fotos, dejadme que os hable de nuevo de la Gran Manzana. Aunque los norte-americanos tienen fama de ser brutos e incultos, no será por falta de medios. En Nueva York hemos podido ver, al menos por encima, algunos de los museos más impresionantes que he conocido. Hasta tal punto que un par de días terminamos dedicando muchas más horas a la visita de estos lugares, para verlos con el detalle necesario. Los museos que visitamos fueron el Metropolitan, el Moma y el de Historia Natural.

Como ya mencioné por encima el de arte moderno en mi anterior entrada, permitidme que me explaye un poco más sobre los otros dos. El Metropolitan es un museo inmenso, en el que nos perdimos durante un día entero. Allí se agolpan enormes colecciones de arte, escultura y pintura de todos los siglos y procedencias. Mi recorrido partió de Egipto, en dónde había cámaras funerarias y murales trasladadas pieza a pieza del país del Nilo. ¡Incluso un templo completo! Desde allí, al arte griego y romano, una colección de menor entidad si has visitado el Museo Vaticano, aunque con unos mosaicos realmente preciosos. Del Medievo quizá destacaría la impresionante armería antes de pasar a la escultura neoclásica. Había arte de Indochina, con enormes budas y textos del Ramayana. Porcelana china y el patio de una casa tradicional o un ecléctico salón amueblado con estilo japonés. ¿Y qué decir de la sección de pintura? Verdaderamente impresionante, con todos los artistas y estilos. No entiendo mucho de arte, pero los que más me impresionaron fueron los violentos cuadros de Caravaggio y algunos Picasso de joven que no parecían suyos.

El museo de Historia Natural era otra cosa. La idea era hacer un recorrido desde los orígenes de la vida hasta nuestros días, explorando la fauna, la flora, el espacio y a nosotros mismos como especie. Se trató de un museo de verdad muy didáctico. En el planetario nos explicaron el origen de las estrellas, con la narración de Whoopi Goldberg. Allí había exposiciones muy interesantes. En una explicaban la evolución del hombre, en otra el adn y el espacio. Se descomponía después en las diferentes faunas propias de diferentes continentes y medios terrestres y marinos. En esas exposiciones se reproducía una imagen con las bestias a tamaño real, tan logradas, que parecía que estabas frente a una de ellas. Allí vimos al coyote, al puma, al león y la ballena, a los millones de antílopes y sub especies de cabras, a los elefantes y rinocerontes… Pero destacar en particular la sección de los dinosaurios y animales extintos. Allí es donde, al comprobar el tamaño de sus esqueletos, te das cuenta de verdad que bien hicieron en desaparecer de la Tierra.

Es cierto que uno nunca puede abarcar un museo todo lo que le gustaría, pero los tres que visitamos fueron de lejos experiencias únicas. Y aunque debo reconocer que me cuesta mantener la atención más de dos horas seguidas, allí si era posible porque en cada sala te esperaba una sorpresa mayor que en la anterior.

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