martes, 11 de diciembre de 2007

La voluntad de elegir

Al principio, esta entrada pretendía convertirse en algo más ambicioso. Tenía pensado introducir diferentes términos sobre las relaciones humanas de una forma fría y desapasionada. La idea era aportar algo y que luego cada cual tomara lo que más le interesase, esperando además generar bien de debate. Pero, si os digo la verdad, el texto me quedó tan oscuro y desestructurado que me decidí por retirarlo y hacer algo más sucinto y digerible. Para ello, me centraré sobretodo en analizar una sentencia que escuché hace tiempo “No puedo escapar de mi naturaleza” Esta frase, enunciada así, parece un poco ambigua, así que intentaré primero diseccionarla, para analizar sus implicaciones y por último, rebatirla.

¿Qué es la naturaleza de una persona? Bueno, es algo complicado de definir. No soy tampoco muy ducho en psicología, pero puedo distinguir al menos dos elementos diferentes. Uno es el temperamento y otro es el carácter. El carácter es una tendencia hacia un tipo de comportamiento que manifiesta el individuo. Todos los elementos que integran el carácter se organizan en una unidad que se conoce como estabilidad y proporciona al carácter coherencia y cierto grado de uniformidad en sus manifestaciones, con los cambios lógicos que ocurren a lo largo de la vida. En él intervienen principalmente las funciones psíquicas, así como la acción del ambiente. Es decir, que el carácter es un elemento mutable de la personalidad del individuo. Por el contrario, el temperamento es la base biológica del carácter y esta determinado por los procesos fisiológicos y factores genéticos que inciden en las manifestaciones conductuales. Ello implica que es un elemento estable de la composición de nuestra “naturaleza”

Es decir, que la psique de la persona se compone de un el elemento estable (temperamento) y otro variable (carácter). Según la escuela psicológica se puede argumentar la prevalencia de uno u otro elemento. Además, es bastante conocido los “tipos ideales” de constitución física que generan una tendencia al comportamiento (El gordo simpático, el delgado alto nervioso…) Esta es la base psicológica de la mente de los seres humanos. Lo que nos lleva de nuevo a la pregunta principal ¿Podemos escapar de nuestra naturaleza? Depende. Si somos restrictivos, asumimos el que las personas no cambian, y por lo tanto, por ejemplo, el ladrón siempre será ladrón, el jugador siempre será jugador. No hay rehabilitación posible. Siempre que digamos que son como son por su temperamento y no por su carácter. Es decir, que podríamos distinguir entre en cleptómano patológico y un chorizo. ¿El primero, podría no ser rehabilitable y el segundo si? Es una cuestión espinosa, porque implica establecer que el hombre no tiene control total sobre sí mismo…

Y quizás esto sea parcialmente verdad. Estamos más condicionados por la biología de lo que nos pensamos. Por ejemplo, ¿Cómo pensar que controlamos el amor, por ejemplo? Se trata de instintos biológicos. Pero, salvando las distancias, no podemos asumir que el ser humano no sea responsable de sus acciones. Y que no podamos moldear nuestro carácter. Existe la posibilidad de condicionarnos, por ejemplo, a evitar el ser agresivos con otras personas, o irreflexivos en nuestros juicios, o vehementes en nuestras discusiones… Es decir, que nuestra naturaleza se puede moldear (al menos parcialmente) con esfuerzo personal. Por lo tanto, es necesario un elemento más. La voluntad de realizar tal cambio. Es decir, que un ser humano no puede escapar de su aciago destino si no decide el sustraerse a este a través del esfuerzo de la voluntad.

Por eso no puedo suscribir esta frase: “No puedo escapar de mi naturaleza”. Si alguien es agresivo dado un condicionamiento biológico, es una persona enferma que requiere tratamiento. Pero si alguien tiene un carácter que le impulsa a agredir a los demás, no es cierto que no pueda luchar contra ello. No podemos controlar lo que sentimos, pero si lo que hacemos y como lo hacemos. Hay libre albedrío. Él puede elegir si pega a alguien o no, aunque tenga tal impulso. Lo que hace falta, a mi juicio, es que medie algo muy importante; y es la voluntad de resistir, la voluntad de elegir.


2 comentarios:

Anónimo dijo...

Pobrecito... llevas cuatro textos sin un solo comentario... (será que es época de examenes?)

Así que he decidido dejar uno, y al final he optado por este texto.

Me encanta como escribes.

Por un lado, los textos relacionados con la política. Quizá porque estudio lo mismo que tu, pero me parecen muy interesantes, tanto los temas como el modo en que los enfocas. Ya me gustaria que algunos profesores lo explicaran tan claro como tu!

Por otro lado, me gustó mucho "La Caída de un Titán". Desde que estudié latín en bachillerato, siempre me ha fascinado la historia de Roma. Y "La voluntad de elegir"... suerte que no eres muy ducho en psicologia!

En fin, sigue así, que aunque no lo parezca, hay gente que te lee y le gusta.

Núria

P.D. Como ex-estudiante Erasmus, solo puedo decir que me encanta "L'Auberge Espagnole", aunque claro, yo la vi en versión original...

Kanciller dijo...

Hola Nuria:

Gracias por hacerme un comentario! Desde luego, se nota que estamos de exámenes y la gente está pencando...

Muchas gracias también por tus valoraciones. Me alegro de que a los del gremio les parezca interesante los temas que planteo. Procuro enfocarlos de forma crítica pero sin caer en el amarillismo de otros blogs (Después de todo, faltar a Angel Acebes no tiene mucho mérito)

A mi la historia clásica me ha encantado toda la vida, y pese a que no he estudiado latín, si que hice Cultura Clásica como asignatura de ESO. Tanto me gustó ese mundo que desde entonces llevo pegado a todas las novelas históricas y textos históricos de la época.

De nuevo, gracias por tus comentarios favorables. La verdad es que suben la moral.

Un abrazo