martes, 8 de enero de 2008

El Voto: una aproximación teórica

En esta primera entrada del año, me gustaría empezar a tratar de modo genérico el "Voto", no cómo concepto, sino sobretodo en su explicación desde la rama del comportamiento electoral. Desde la Ciencia Política solemos hacer la distinción entre el voto prospectivo y retrospectivo. El primero, es cuando el votante emite su sufragio poniendo esperanzas en aquello que los candidatos harán en el futuro. Se supone que los programas electorales son la principal guía. Por otro lado, en el voto retrospectivo, el votante emite el sufragio analizando cual ha sido la labor del gobierno, y premiándolo o castigándolo en función de cómo lo evalúe. Se suele dar una vinculación entre el voto prospectivo si el partido está fuera del gobierno y el retrospectivo si detenta el poder, pero no se da en todos los casos. Además, tampoco está muy claro hasta donde llega el análisis retrospectivo del sentido del voto. Por ejemplo, pudiera ser que alguien decidiera su voto o no al PP haciendo un análisis retrospectivo de cómo gobernaron entre 2000-2004. O que decidiera el voto al PSOE en función del programa que presente para la próxima legislatura. Luego esta aproximación es muy parcial.

Para la explicación del sentido del voto hay cuatro grandes escuelas del comportamiento político que nos explican por qué la gente vota lo que vota. La primera es la escuela sociológica clásica. Esta establece que la gente vota en función de su estatus socio-económico. Por lo tanto, el voto viene predeterminado por la situación del individuo. Los trabajadores industriales votarían siempre a la izquierda ya que se socializarían para emitir un voto en tal sentido dada su estructura de oportunidades vitales. Las clases medias, liberal y los campesinos, conservador. Cómo ya vemos a simple vista, es un análisis demasiado estático y de grueso calibre como para ser ajustado. ¿Acaso el campesinado andaluz no vota izquierda? ¿Y no hay trabajadores que votan al PP? Tanto las categorías socio económicas se han desdibujado (Hoy hasta Emilio Botín se considera clase media), cómo existe un componente de racionalidad en el voto que no depende de lo que eres, sino de lo que piensas.

La segunda escuela, la de Michigan, dice que se vota en función de la identificación partidista. Es decir, que uno se socializaría como próximo a un partido político, y lo votaría dada esta identificación. Cómo ser del Barça o del Madrid, vamos. Este modelo se aplicaba sobretodo en EEUU, donde más que ideologías, hay partidos y candidatos. Pero tampoco se termina de ajustar muy bien, ya que el porcentaje de independientes de una identificación partidista ha crecido exponencialmente desde los años 70. Y ello no ha implicado necesariamente un descenso de la participación. Ni un sentido predeterminado del voto. Por lo tanto, la identificación incondicional se ha reducido a favor de una perspectiva más flexible, luego también de una mayor volatilidad en el voto. Por supuesto, este modelo es difícil de aplicarlo a España. Alrededor de un 13% de los españoles se identifican con un partido. Pero el 97% se identifica en una posición ideológica. Aquí el peso de la identificación partidista es marginal frente a la ideología.

La tercera aproximación es del voto por issues o por temas. En esta se establece que el votante realizaría un análisis de cómo ha sido la gestión del gobierno (retrospectivo) en un tema determinado tema capital para el ciudadano y lo recompensaría o castigaría en consecuencia. Generalmente, ese asunto capital es la economía. Y los estudios demuestran que cuando la percepción subjetiva de la situación económica es mala, es más probable que se produzca un cambio en el ejecutivo. Por ejemplo, G. Bush padre, si perdió frente a Clinton pese a haber ganado la Guerra del Golfo, fue porque los demócratas lograron centrar la agenda en la economía e hicieron que la percepción ciudadana fuese negativa. No es muy diferente, si os fijáis, de la estrategia que está siguiendo el Partido Popular las últimas semanas, centrándose no en el cuadro macroeconómico (que es, aún con algunos problemas, netamente positivo) sino en la microeconomía para generar una percepción negativa al ciudadano (Ved el cartel: “Con Mariano Rajoy llegar a final de mes es posible”.) Pero en otro momento volveré sobre la cuestión.

La última aproximación es la multi-espacial de Downs. En esta, se supone que los partidos se posicionarían en diferentes temas en unas determinadas posiciones, y el votante, racional y perfectamente informado, votaría en función del que se acercara más a sus posiciones en la mayoría de temas. Por ejemplo, IU se situaría como republicano, federalista, abortista, laico… y si el ciudadano se aproxima en estos temas a sus posiciones, votaría por el. Por supuesto, es crucial que el partido sea capaz de lograr que se le identifique con esas posiciones, luego los partidos pugnarían por lograr que sus posiciones se identifiquen con aquellas que poseen la mayoría de votantes. Así, los partidos tenderían a des-diferenciarse para adoptar los valores que comparte la mayoría. Son los partidos catch-all o atrapalotodo. El PSOE anunciando bajadas del impuesto de Patrimonio y el PP anunciando políticas sociales. ¿Estamos locos o hay una estrategia detrás para captar votantes?

En este largo post, lo que quiero es hacer una aproximación general desde la ciencia política al estudio del sentido del voto. Estas cuatro escuelas han sido las principales, si bien las dos últimas están más de moda, aun con problemas. La racionalidad en el voto puede ser comprometida, porque con el voto no solo se expresa una preferencia, también una afectividad, quien te mola y quien no. Pero en cualquier caso, es sólo un punto de partida. En los próximos días iré introduciendo nuevas entradas sobre dos temas: cómo funciona el Sistema Electoral Español y un análisis pormenorizado de la labor de gobierno de la última legislatura. Espero que colaboréis conmigo con vuestros comentarios. Porque menuda campaña que se nos viene encima…

4 comentarios:

Anónimo dijo...

Bueno, no me voy a poner a comentar aqui la campaña que nos espera... básicamente porque ya lo oigo mucho en mi dia a dia y con los compañeros (vease becarioenmoncloa.com).

Pero sí te diré que me ha hecho muchísima gracia el texto, porque has mezclado un poco de Torcal, con algo de Arregui, una pizca de Pallarès, una cucharadita de Tania (que no conoces pero ha sido la profesora de Actors de este año, asignatura en la que acabo de sacar muy buena nota, por cierto) y también Astudillo... genial!!!

En fin, espero que haya probado bien el inicio de año, y que sigas publicando buenos textos, para poder leer de forma diferente (y más amena) aquello que me enseñan en clase.

Besos!!

P.D. Por cierto, puede ser que me sintiera aludida en el post anterior?? jeje!! Que ilusión!!

exekias dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Anónimo dijo...

La ley d'Hont es una mierda!

Pero por qué no te callas?!?!?!!

Anónimo dijo...

Hola Kanciller, muy interesante tu nota... me interesaría saber de donde has sacado la bibliografía, estoy haciendo mi tésis y me interesa saber cuáles son tus fuentes.

Saludos desde México