Hace bien poco he publicado un post sobre el abandono escolar en España y las posibles explicaciones que hay detrás. Hoy mismo he leído en el digital de “La Rioja” que en esta región cuatro de cada diez estudiantes no logran concluir con éxito el bachillerato o FP II. De hecho, en La Rioja se ha producido el mayor descenso de toda España en el número de titulados de 20 a 24 años, pasando de 63,2 a 59,3% entre 2003 y 2008. El dato no me sorprende tanto, pero lo que si me preocupa es la “absolución” que hace el informe a la administración riojana en la materia. De manera general, los objetivos de Lisboa 2010 establecieron que se debería alcanzar la cifra de 85% de titulados en la franja de edad entre los 20 y 24 años. Según el autor del informe, José Manuel Lacasa “Si uno analiza los datos del Informe Pisa en La Rioja, se ve claramente que la comunidad está la octava del mundo en matemáticas y un poco peor en lectura, pero en una posición envidiable. El que exista abandono escolar y fracaso indica que el problema está en el sistema”. Es decir, que al menos se cometen dos falacias en este análisis. Por una parte, la confusión entre rendimiento escolar y abandono escolar. Aunque son fenómenos que están conectados (bajos rendimientos hacen más probable el abandono) son cuestiones diferentes y vienen explicadas por causas distintas. La prueba es que otras regiones tienen peor rendimiento pero menores tasas de abandono. La segunda falacia está en atribuir al sistema las cosas malas y al gobierno regional las buenas. Si de verdad es responsabilidad exclusiva del sistema: ¿Por qué en País Vasco los titulados son un 80% o en Navarra un 77%? Aunque se argumente el excepcionalismo foral ¿Por qué Aragón y Castilla y León tienen un 67%, 8 puntos sobre La Rioja? Es decir, que si hay variación entre regiones, algo tendrá que ver el gobierno de Logroño.
Este hecho no es nuevo, ya que la Rioja ha tenido históricamente una de las tasas de abandono escolar más elevadas de toda España. Es difícil argumentar que su sector productivo agrario sea la explicación; otras comunidades tan o más rurales y con la población también muy dispersa (Ambas Castillas, por ejemplo) tienen tasas de abandono menor. Para mí está claro que hay un margen de actuación que se puede aprovechar desde la comunidad. Lo primero que tiene que haber es voluntad política. A ese respecto, me parece que no hay demasiada. El consejero Alegre (que lleva en el cargo desde el principio de los tiempos) nunca ha dedicado demasiada atención a la materia. De hecho, la única política se aplicará en la materia ha tenido que ser impulsado desde el estado central en coordinación con otras comunidades en el “Plan de Reducción del abandono escolar”. Pero además, también hace falta tener altura de miras; estamos desaprovechando talento y generando desigualdades dentro de nuestra sociedad. La diversificación del tejido productivo de la Rioja es clave para la supervivencia de la región. Tanto que se habla de la sociedad del conocimiento, parece una contradicción no apostar por la base.
Para esta cuestión es clave que se asuman responsabilidades; algo se tiene que estar haciendo mal en esta materia, igual que sobre rendimiento escolar se acepta que se hace un buen trabajo. De hecho, lo ideal sería que se alcanzara un acuerdo entre las fuerzas regionales para un plan conjunto en materia de abandono escolar, complementario al nacional. Coordinar las políticas municipales y dotación financiera del gobierno regional son las claves para el cambio. Abordar el problema de frente es lo que espera una sociedad a la que la política de mirar para otro lado supone pagar un precio demasiado alto: el futuro de sus hijos.
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