En estos últimos días se oye cada vez con más fuerza el llamamiento a la Huelga General desde algunos sectores “duros” de la izquierda. De la misma manera, se da la paradoja de que hasta la COPE llama a movilizarse a los sindicatos. O los acusa de vendidos, como en su noticia sobre que los Sindicatos cobraban x millones del Estado (¿Desde cuando ha sido de otra manera?). Lo que yo me pregunto es que solución aporta la Huelga General.
Tras el decretazo del segundo gobierno de José María Aznar, hubo una movilización (que no existió, para TVE) que frenó una reforma del Mercado de Trabajo. Aquella abarataba el despido y nacía viciada, carente de consenso con los agentes sociales. Esta legislatura, el tono es muy distinto en la materia. Tenemos reuniones periódicas entre los sindicatos mayoritarios, la patronal y el gobierno. Parece que nos hemos anclado en el corporativismo de la época dorada de la social-democracia. Un corporativismo que se basaba en el pacto tripartito: los sindicatos contenían los salarios, la patronal ofrecía empleos estables y el Estado daba provisión de servicios públicos. Todo aquello saltó por los aires con la crisis del petróleo. Hoy día el pacto implícito entre los agentes sociales es que el gobierno no toca ningún derecho laboral, los sindicatos no molestan y la patronal sigue a los suyo. Es decir, parece que estamos en un consenso en negativo; todos a la fila pero sin empujar.
Alguna vez anterior me he quejado de la composición del mercado de trabajo en España. A un lado; los protegidos, los de las empresas grandes y multinacionales, los de los sindicatos. Al otro, los precarios y del contrato basura, los mileuristas (los de verdad). Cada vez que se hace un ERE, al menos sale en la prensa, llega la movilización, la lucha obrera. Cada vez que despiden a un precario, simplemente, no le renuevan el contrato. Y no te dan ni las gracias. Esto es lo que hay, la vida es dura. La patronal sigue insistiendo en que la clave es la mayor flexibilidad laboral. Ojala hablaran de flexibilidad de verdad y no enmascararan la “desregulación” del mercado laboral. El gobierno estaba cómodo hasta ahora; mientras que hubiera empleo al menos la precariedad se podía sobrellevar. El problema ahora es que hay mucha gente en el paro, y a los protegidos por el sistema aún les toca algo. Pero hay una importante masa de colectivos (inmigrantes, jóvenes, mujeres) que se van a la calle sin hacer ruido y que tienen un drama por delante. Y por más que se acuse al gobierno, hay que asumir que no es el Estado el que nos contrata. De hecho, habrá medidas que pueda tomar para paliar la situación (gasto público, no recortar prestaciones…) pero poca labor es en el corto plazo. Ni siquiera sabremos si con estas medidas la crisis será mejor o igual que sin ellas.
Vuelvo a la cuestión: ¿Qué aporta la Huelga General a todo esto? Creo que poca cosa. Nada distinto podría hacer el gobierno en estas condiciones. La oposición, que está desaparecida, ni siquiera tiene alguna idea. Eso del recorte de impuestos es de otro tiempo: la prueba más evidente es que la proponen siempre, vayan las cosas bien o mal. Si se quiere presionar a la patronal, pues adelante, pero poco se podrán quejar los sindicatos. En este contexto de cambio de ciclo, colapso financiero, crisis mundial y, para España, crisis de modelo, la cosa está difícil para capear el temporal. Al final, terminaremos suscribiendo la receta que, en tono jocoso, proponía el Financial Times: “Lo mejor que puede hacer un gobierno es nacionalizar la Banca y colgar a los banqueros de sus tripas”.
Tras el decretazo del segundo gobierno de José María Aznar, hubo una movilización (que no existió, para TVE) que frenó una reforma del Mercado de Trabajo. Aquella abarataba el despido y nacía viciada, carente de consenso con los agentes sociales. Esta legislatura, el tono es muy distinto en la materia. Tenemos reuniones periódicas entre los sindicatos mayoritarios, la patronal y el gobierno. Parece que nos hemos anclado en el corporativismo de la época dorada de la social-democracia. Un corporativismo que se basaba en el pacto tripartito: los sindicatos contenían los salarios, la patronal ofrecía empleos estables y el Estado daba provisión de servicios públicos. Todo aquello saltó por los aires con la crisis del petróleo. Hoy día el pacto implícito entre los agentes sociales es que el gobierno no toca ningún derecho laboral, los sindicatos no molestan y la patronal sigue a los suyo. Es decir, parece que estamos en un consenso en negativo; todos a la fila pero sin empujar.
Alguna vez anterior me he quejado de la composición del mercado de trabajo en España. A un lado; los protegidos, los de las empresas grandes y multinacionales, los de los sindicatos. Al otro, los precarios y del contrato basura, los mileuristas (los de verdad). Cada vez que se hace un ERE, al menos sale en la prensa, llega la movilización, la lucha obrera. Cada vez que despiden a un precario, simplemente, no le renuevan el contrato. Y no te dan ni las gracias. Esto es lo que hay, la vida es dura. La patronal sigue insistiendo en que la clave es la mayor flexibilidad laboral. Ojala hablaran de flexibilidad de verdad y no enmascararan la “desregulación” del mercado laboral. El gobierno estaba cómodo hasta ahora; mientras que hubiera empleo al menos la precariedad se podía sobrellevar. El problema ahora es que hay mucha gente en el paro, y a los protegidos por el sistema aún les toca algo. Pero hay una importante masa de colectivos (inmigrantes, jóvenes, mujeres) que se van a la calle sin hacer ruido y que tienen un drama por delante. Y por más que se acuse al gobierno, hay que asumir que no es el Estado el que nos contrata. De hecho, habrá medidas que pueda tomar para paliar la situación (gasto público, no recortar prestaciones…) pero poca labor es en el corto plazo. Ni siquiera sabremos si con estas medidas la crisis será mejor o igual que sin ellas.
Vuelvo a la cuestión: ¿Qué aporta la Huelga General a todo esto? Creo que poca cosa. Nada distinto podría hacer el gobierno en estas condiciones. La oposición, que está desaparecida, ni siquiera tiene alguna idea. Eso del recorte de impuestos es de otro tiempo: la prueba más evidente es que la proponen siempre, vayan las cosas bien o mal. Si se quiere presionar a la patronal, pues adelante, pero poco se podrán quejar los sindicatos. En este contexto de cambio de ciclo, colapso financiero, crisis mundial y, para España, crisis de modelo, la cosa está difícil para capear el temporal. Al final, terminaremos suscribiendo la receta que, en tono jocoso, proponía el Financial Times: “Lo mejor que puede hacer un gobierno es nacionalizar la Banca y colgar a los banqueros de sus tripas”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario