Este fin de semana ha habido una serie de manifestaciones a favor y en contra del régimen de Fidel Castro en Cuba. Como siempre, el asunto ha generado cierta polémica, que han aprovechado propios y extraños para tirarse los trastos a la cabeza. Me interesa sobre todo destacar la manifestación del sábado en Madrid, apoyada por IU y otras 50 formaciones de izquierda, bajo el lema “50 años de revolución, Cuba no está sola”. Al término de la convocatoria, los actores Guillermo Toledo y Alicia Hermida leyeron un manifiesto. Cito: “Cuba es un país soberano e independiente y es a su pueblo a quien le toca dirigir su destino”. Se confía que “Cuba siga avanzando a pesar de los obstáculos impuestos en el disfrute de la libertad e independencia y profundizando en los objetivos de la Revolución: justicia social, equidad y solidaridad”
La postura de la izquierda respecto de la Revolución Cubana se basa en una extraña paradoja: a la vez que se busca la promoción de la libertad y la democracia en el mundo, la pesada inercia de los clichés del pasado hace apoyar a un régimen que no es ni libre ni democrático. Porque parece mentira que todavía haya que recordar a los dirigentes de IU que Cuba NO es una democracia. Un régimen político en el que se encarcela a la disidencia, se prohíbe la libertad de reunión y de expresión… es de todo menos una democracia. Pero no es algo que diga influido por la derecha anti-castrista. Si a alguien le cabe alguna duda basta con mirar el nada sospechoso informe de Amnistía Internacional. Eso de que “al pueblo le corresponde dirigir su destino” es la máxima de las hipocresías. La revolución en Cuba no es más que una distorsión autoritaria heredada de la Guerra Fría, un periodo en que todavía vivíamos divididos en bloques, cuando parecía que había una alternativa al capitalismo. Una alternativa que se demostró inviable a efectos económicos, pero que a los políticos se tradujo en la “dictadura del proletariado”.
La vieja izquierda fosilizada sigue anclada en el siglo pasado y propone pobres argumentos a favor del castrismo. “Justicia social, equidad y solidaridad”. ¿Cuántas veces he tenido que oír el argumento de que Cuba es un modelo sanitario y educativo? Se propone que estos valores de eficiencia en la justicia social son la justificación de la pervivencia del régimen. Un argumento ciertamente curioso. Por este mismo principio, no es menos cierto que el régimen de Pinochet en los 80 trajo a Chile gran crecimiento económico y empleo. ¿No sería por lo tanto justificable el golpe contra Allende virtud de los logros de la dictadura? Un régimen que bastantes derechistas descerebrados apoyan todavía como ejemplo tiene su extremo opuesto a la izquierda en la Cuba de Fidel. Los que apoyan la Revolución no se dan cuenta de que confunden medios y fines. ¿Puede haber algún valor que esté por encima de los derechos individuales y colectivos? Desde luego, para los extremistas si que los hay; los suyos propios. Que duda cabe de que inspirados por su superior entendimiento de la política no dudarían en salvarnos a todos de nosotros mismos.
Sobre la política exterior hacia Cuba conviene a España jugar el papel de un mediador que promueva la Transición hacia la democracia. Sin menoscabo de la soberanía de su pueblo, el apoyo a la apertura del régimen. Nadie entendería que en los 70 se apoyara al régimen de Franco y no a los demócratas. Quizás por ser de las pocas dictaduras de izquierdas que quedan, hay quien anda un poco desorientado. A ver si se entera la izquierda imbécil, la que se denomina marxista-leninista, la que lleva las camisetas del Ché y de Lenin, la que se sabe de memoria “la Internacional” como un mantra, los pijo-progresistas, los que no han trabajado en su vida, los niños de papa y demás calaña. Igual a alguien le ofende, pero quiero recordarlo: Cuba NO es una democracia.
La postura de la izquierda respecto de la Revolución Cubana se basa en una extraña paradoja: a la vez que se busca la promoción de la libertad y la democracia en el mundo, la pesada inercia de los clichés del pasado hace apoyar a un régimen que no es ni libre ni democrático. Porque parece mentira que todavía haya que recordar a los dirigentes de IU que Cuba NO es una democracia. Un régimen político en el que se encarcela a la disidencia, se prohíbe la libertad de reunión y de expresión… es de todo menos una democracia. Pero no es algo que diga influido por la derecha anti-castrista. Si a alguien le cabe alguna duda basta con mirar el nada sospechoso informe de Amnistía Internacional. Eso de que “al pueblo le corresponde dirigir su destino” es la máxima de las hipocresías. La revolución en Cuba no es más que una distorsión autoritaria heredada de la Guerra Fría, un periodo en que todavía vivíamos divididos en bloques, cuando parecía que había una alternativa al capitalismo. Una alternativa que se demostró inviable a efectos económicos, pero que a los políticos se tradujo en la “dictadura del proletariado”.
La vieja izquierda fosilizada sigue anclada en el siglo pasado y propone pobres argumentos a favor del castrismo. “Justicia social, equidad y solidaridad”. ¿Cuántas veces he tenido que oír el argumento de que Cuba es un modelo sanitario y educativo? Se propone que estos valores de eficiencia en la justicia social son la justificación de la pervivencia del régimen. Un argumento ciertamente curioso. Por este mismo principio, no es menos cierto que el régimen de Pinochet en los 80 trajo a Chile gran crecimiento económico y empleo. ¿No sería por lo tanto justificable el golpe contra Allende virtud de los logros de la dictadura? Un régimen que bastantes derechistas descerebrados apoyan todavía como ejemplo tiene su extremo opuesto a la izquierda en la Cuba de Fidel. Los que apoyan la Revolución no se dan cuenta de que confunden medios y fines. ¿Puede haber algún valor que esté por encima de los derechos individuales y colectivos? Desde luego, para los extremistas si que los hay; los suyos propios. Que duda cabe de que inspirados por su superior entendimiento de la política no dudarían en salvarnos a todos de nosotros mismos.
Sobre la política exterior hacia Cuba conviene a España jugar el papel de un mediador que promueva la Transición hacia la democracia. Sin menoscabo de la soberanía de su pueblo, el apoyo a la apertura del régimen. Nadie entendería que en los 70 se apoyara al régimen de Franco y no a los demócratas. Quizás por ser de las pocas dictaduras de izquierdas que quedan, hay quien anda un poco desorientado. A ver si se entera la izquierda imbécil, la que se denomina marxista-leninista, la que lleva las camisetas del Ché y de Lenin, la que se sabe de memoria “la Internacional” como un mantra, los pijo-progresistas, los que no han trabajado en su vida, los niños de papa y demás calaña. Igual a alguien le ofende, pero quiero recordarlo: Cuba NO es una democracia.
2 comentarios:
Querido Kanciller, además del anquilosado análisis marxista de la izquierda yo añadiría otro factor interesante que se circunscribe al caso español, a saber, el pasado colonial en Cuba. Desconozco la genealogía completa, que sin duda se podría trazar, de la posición de la izquierda española respeto a esa cuestión. Sin embargo, me parece patente que alguna conexión debe de haber en el subconsciente colectivo entre la "pérdida" de la colonia Cubana, en cuatro horas, contra tropas norteamericanas, y su situación actual.
La izquierda española, instalada en un antiamericanismo acrítico y furibundo, no entiende de distinciones académicas sobre la naturaleza de un régimen no-democrático, prima el odio a lo yanqui. En consecuencia, mantiene una posición inflexible bajo riesgo de perder toda credibilidad y legitimidad política entre sus apoyos más sofisticados.
Más se perdió en Cuba, dirían algunos.
Gracias por el comentario Marc. Es evidente que en España hay una izquierda profundamente anti-americana. Incluso en nuestros referentes más modernos, que van desde la movilizaciones de OTAN, de entrada, no hasta el "NO a la Guerra". Seguro que algo queda del recuerdo de Cuba en el imaginario colectivo sobre todo por el coste en vidas humanas de aquella guerra (la independencia cubana) y la crisis de identidad que trajo la pérdida de las colonias.
Se puede entender una cierta "real-politik" desde el poder (porque todos los hacen) pero la ambigüedad de la izquierda sobre el apoyo a la democracia en Cuba me parece inadmisible.
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